Parece ciencia ficción, pero han descubierto que árboles de Finlandia 'brotan' oro gracias a unas bacterias que transforman el metal del suelo en nanopartículas

Un equipo finlandés descubre cómo ciertas bacterias convierten oro del suelo en nanopartículas dentro de árboles, abriendo nuevas vías para la exploración minera ecológica.
Recreación artística de las agujas de un abeto rojo con nanopartículas de oro brillando en su superficie, inspirada en el hallazgo científico realizado en Finlandia
Recreación artística de las agujas de un abeto rojo con nanopartículas de oro brillando en su superficie, inspirada en el hallazgo científico realizado en Finlandia. Foto: ChatGPT-4o/Christian Pérez

Un equipo de científicos en Finlandia ha descubierto algo tan insólito como fascinante: diminutas partículas de oro incrustadas en las hojas del abeto rojo. No es ciencia ficción, ni un mito ecológico moderno. Es un hallazgo real, publicado en la revista Environmental Microbiome, que ha despertado el interés no solo de biólogos y geólogos, sino también de quienes buscan formas más limpias y sostenibles de explorar los recursos minerales del planeta.

Oro escondido en las agujas de los árboles

En una región remota del norte de Finlandia, cerca del yacimiento aurífero de Tiira, los investigadores tomaron muestras de agujas de abeto rojo (Picea abies), el típico árbol navideño europeo. De las 138 muestras recolectadas de 23 árboles, solo en cuatro de ellos se detectaron nanopartículas de oro en el interior de las hojas. El hallazgo fue posible gracias a un análisis microscópico de alta resolución combinado con técnicas de secuenciación genética.

Lo más llamativo no fue solo encontrar oro en los árboles, sino descubrir cómo había llegado allí. El oro no estaba simplemente adherido al exterior de las agujas, sino que formaba parte de la estructura interna de los tejidos vegetales, rodeado por comunidades bacterianas incrustadas en matrices de biofilm.

Una asociación invisible y poderosa

Durante mucho tiempo se ha sabido que las plantas pueden absorber trazas de metales desde el suelo, pero el mecanismo exacto de cómo ciertos minerales llegan a integrarse en sus tejidos sigue siendo en gran parte un misterio. Esta investigación aporta una nueva pieza al rompecabezas al mostrar que ciertos grupos de bacterias, conocidos como endófitos, podrían desempeñar un papel clave en ese proceso.

Microscopía electrónica de barrido (SEM) que muestra nanopartículas de oro en el tejido de una aguja de abeto rojo, colonizado por bacterias
Microscopía electrónica de barrido (SEM) que muestra nanopartículas de oro en el tejido de una aguja de abeto rojo, colonizado por bacterias. Fuente: Environmental Microbiome (2025)

Estas bacterias, que viven de forma natural en el interior de las plantas sin causarles daño, parecen ser capaces de transformar el oro disuelto en el agua del suelo en partículas sólidas de tamaño nanométrico. Es decir, estaríamos ante un fenómeno de biomineralización inducido por microorganismos. Y aunque esas partículas son tan pequeñas que resultan invisibles al ojo humano —apenas una millonésima parte de un milímetro— su implicación es enorme.

Los investigadores encontraron una relación clara entre la presencia de ciertos géneros bacterianos y la existencia de nanopartículas de oro en las agujas. Bacterias como Cutibacterium, Corynebacterium y una aún poco conocida del grupo P3OB-42 fueron más abundantes en las muestras que contenían oro. Esto sugiere que estas especies microbianas podrían estar actuando como agentes bioquímicos que convierten el oro soluble en sólidos metálicos dentro del árbol.

No es para hacerse rico… pero sí para cuidar el planeta

Antes de que nadie salga al bosque con una motosierra y una balanza de precisión, conviene aclarar que la cantidad de oro encontrada es ínfima. Las concentraciones varían entre 0.2 y 2.8 microgramos por kilo de hojas secas. Para ponerlo en contexto: un árbol entero podría contener, en el mejor de los casos, el equivalente a unos dos céntimos de euro en oro.

Sin embargo, la importancia de este hallazgo no está en el valor económico inmediato del metal, sino en sus aplicaciones futuras. Si los árboles pueden actuar como “sensores” biológicos de los depósitos minerales que hay bajo tierra, su análisis podría convertirse en una herramienta clave para la exploración geológica sin necesidad de recurrir a técnicas destructivas como la perforación.

Y eso no es todo. La misma lógica podría aplicarse para detectar otros metales valiosos o tóxicos, e incluso para limpiar ambientes contaminados. De hecho, los investigadores ya están explorando la posibilidad de utilizar musgos acuáticos, que también contienen comunidades microbianas complejas, para filtrar metales pesados en aguas afectadas por la minería.

Roca conglomerada con oro, formada por sedimentos del Precámbrico y con una concentración aproximada de 8 gramos de oro por tonelada
Roca conglomerada con oro, formada por sedimentos del Precámbrico y con una concentración aproximada de 8 gramos de oro por tonelada. Foto: USGS

Una pista biológica para encontrar y sanear

La idea de utilizar plantas y microbios como aliados en la exploración y la restauración ambiental no es nueva, pero este estudio aporta evidencia concreta de cómo puede funcionar en la práctica. A través de una colaboración entre la Universidad de Oulu y el Instituto Geológico de Finlandia, los científicos no solo identificaron el oro en las agujas, sino que detallaron el tipo de bacterias implicadas y cómo podrían usarse como “huellas dactilares” en futuros estudios.

Se trata de un enfoque que combina ecología, microbiología, geología y nanotecnología. Y aunque aún está en sus primeras fases, ya sugiere un cambio de paradigma: pasar de la minería invasiva a la prospección biológica, con plantas como centinelas del subsuelo.

El descubrimiento también plantea preguntas fascinantes sobre la relación entre los organismos vivos y los elementos químicos del planeta. ¿Es posible que otras especies vegetales, en otras regiones, estén haciendo lo mismo con metales distintos? ¿Pueden los microbios manipular el entorno químico de su huésped para su propio beneficio, y de paso cambiar la química del ecosistema?

Aunque todavía hay mucho por entender, lo cierto es que estas bacterias parecen haber encontrado una forma eficiente y sutil de convivir con un metal que, en altas concentraciones, sería tóxico tanto para ellas como para el árbol. Al convertir el oro disuelto en partículas sólidas, podrían estar neutralizando su toxicidad. Y, de paso, nos están mostrando un nuevo camino para detectar tesoros invisibles bajo nuestros pies.

El artículo ha sido publicado en la revista Environmental Microbiome.

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