Los tanques son unas de las máquinas de guerra más poderosas y temidas que existen. Desde su aparición en la Primera Guerra Mundial, han evolucionado y se han adaptado a los cambios tecnológicos y estratégicos de cada época. Pero ¿cómo se originaron los tanques? ¿Qué tipos y modelos hay? ¿Qué papel han jugado en los principales conflictos bélicos del siglo XX y XXI? Estas son algunas de las preguntas que aborda el libro Tanques, un siglo de historia, escrito por José Antonio Peñas y publicado por Pinolia. A continuación, te presentamos algunos aspectos tomados del primer capítulo de este libro.
La evolución de los tanques de combate
Desde la Primera Guerra Mundial hasta hoy
La evolución de los tanques de combate comenzó con su introducción en la Primera Guerra Mundial, cuando se buscaba una solución a la guerra de trincheras y a la alta mortalidad causada por las ametralladoras y la artillería. Estos primeros tanques, como el Mark I, fueron diseñados para atravesar terrenos difíciles y ofrecer protección a la infantería.
A lo largo del siglo XX, los tanques de combate se han adaptado a los cambios en la estrategia militar. La segunda generación de carros de combate, por ejemplo, incorporó blindaje reactivo y mejoras en los sistemas de control de fuego, mientras que la tercera generación se centró en la protección activa y la automatización.
Hoy en día, los tanques de combate se han convertido en plataformas altamente tecnológicas que integran sistemas digitales avanzados, como sensores y sistemas de comunicación en red. Estas innovaciones permiten una mejor coordinación en el campo de batalla y una mayor eficiencia operativa.
Generaciones de carros de combate
La clasificación de las generaciones de carros de combate no es uniforme a nivel global, pero generalmente se reconocen cuatro generaciones principales hasta la fecha. La primera generación abarca desde la Primera Guerra Mundial hasta 1945, y se caracteriza por diseños básicos y un enfoque en la movilidad y el blindaje. La segunda generación, que va desde la Guerra Fría hasta la guerra de Afganistán, introdujo mejoras significativas en el armamento y la protección.
La tercera generación de tanques, que se extiende hasta 1992, se centró en la incorporación de sistemas de protección activa y mejoras en la precisión del fuego. Esta generación también introdujo nuevos tipos de blindaje, que ofrecían una mayor resistencia a los ataques. La cuarta generación, que abarca el periodo desde el final de la Guerra Fría hasta los conflictos recientes, ha integrado avances en tecnología digital y automatización.
La quinta generación de tanques, aún en desarrollo, busca integrar aún más tecnología avanzada, como sistemas computarizados y automatización. Aunque algunos modelos ya se encuentran en evaluación, el desarrollo de esta generación está en constante evolución.
Orígenes del tanque como arma militar
El nacimiento de una solución a la ineficacia bélica
Esta es una verdad incómoda: el tanque nació debido a la incompetencia de los militares.
Cuando estalló la Gran Guerra, la mayor parte de los Estados Mayores seguían pensando que la guerra era una cuestión de maniobra, al estilo napoleónico o incluso al de Federico el Grande. La caballería se seguía pensando en términos de carga, al sable o con lanza mientras la infantería avanzaba en orden cerrado, con brillantes uniformes. Para los generales, nada había cambiado en el último siglo, más allá de emplear el ferrocarril para facilitar la logística.
Sin embargo, las evidencias estaban ahí. En la guerra de Secesión estadounidense, la artillería había convertido los campos de batalla en sangrientos mataderos. Los bóeres habían diezmado a placer a las tropas inglesas, obstinadas en moverse en formación mientras sus enemigos las acribillaban. Y, finalmente, en la guerra ruso-japonesa de 1904 y 1905, la combinación de ametralladoras, alambradas y artillería había paralizado a los ejércitos imperiales en su asalto a Port Arthur.
Y, con todo, cuando los frentes se estabilizaron tras la batalla del Marne, los mandos (de ambos bandos, pero sobre todo los aliados) se obsesionaron con la idea de que solo haría falta acumular más cañones, más morteros, y más ametralladoras para abrir paso a sus tropas hasta las posiciones enemigas, y luego la caballería se encargaría del resto.
Entre 1914 y 1915, la matanza fue en aumento y, finalmente, algunos oficiales británicos empezaron a buscar alguna solución alternativa a las cargas a la bayoneta que, una y otra vez, se saldaban con docenas de miles de muertos, sin resultado. Lo paradójico es que esos oficiales no pertenecían al ejército de tierra sino a la Royal Navy.
El problema que había que solucionar era cómo llegar hasta las posiciones alemanas en medio del fuego de ametralladoras y la metralla de los cañones, y, una vez ahí, superar las alambradas y las trincheras. Para el Landship Comittee, formado por el primer lord del almirantazgo, sir Winston Churchill, la solución estaba en construir un vehículo protegido, un crucero terrestre, invulnerable al fuego de las ametralladoras, que escoltara a la infantería y, llegado el caso, apoyara con sus armas a los fusileros.
La idea no era tan novedosa como puede creerse. Algunos escritores (incluyendo al novelista H. G. Wells) ya habían planteado conceptos similares en ensayos y relatos. Y, a mediados de 1915, dos ingenieros, el mayor Walter Gordon Wilson y William Ashbee Tritton estaban completando el que podría ser considerado como el primer tanque, basándose en los tractores agrarios Holt, empleados en el frente para remolcar cañones.

Los primeros diseños: Little Willie y Big Willie
Little Willie (nombre coloquial del prototipo) era, en esencia, un tractor oruga tipo Caterpillar, con una amplia casamata situada sobre el chasis. Pesaba unas 17 toneladas, podía moverse a 3,2 km/h por terrenos difíciles y, en caso de haber llegado a construirse en serie, hubiera tenido una coraza de 10 mm, suficiente para proteger a sus tripulantes contra las ametralladoras, y un cañón de 40 mm.
El concepto estaba ahí, pero Wilson consideró que Little Willie era demasiado pequeño y su movilidad inadecuada para el campo de batalla, así que propuso un diseño agrandado en el que las orugas, en vez de estar bajo el casco, envolverían el lateral del vehículo formando un bastidor romboidal, lo que le daría una mayor agilidad. Este segundo modelo, conocido como Big Willie, ofreció un resultado mucho mejor, y sería la base para los primeros tanques operativos, los Mark I ingleses.
Mark I: el primer "crucero terrestre"
El Mark I respondía claramente al concepto del crucero de tierra. En vez de una torre giratoria para el armamento (una idea propuesta inicialmente para Little Willie), las armas se montaban en barbetas laterales y en troneras, de forma que el vehículo pudiera abrir fuego en varias direcciones al mismo tiempo, suprimiendo así las ametralladoras y los cañones enemigos.
El prototipo, conocido como Mother, fue puesto a prueba el 2 de febrero de 1916, en un terreno preparado para recrear las condiciones de la tierra de nadie. El tanque fue capaz de superar todos los obstáculos y, dos semanas después, el ministro de Municiones, Lloyd George, dio su autorización para poner el nuevo arma en producción.

El Mark I era una estructura romboidal con proa adelantada, protegida con planchas remachadas de acero de 8 a 10 mm, situada entre dos sistemas de orugas envolventes y propulsada por un motor Daimler de 6 cilindros y 105 caballos de potencia. El armamento podía ser de dos cañones de 6 libras y tres ametralladoras (ejemplares Male) o cinco ametralladoras (Female) y se requerían ocho hombres para su manejo. Esta diferencia de armamento se debió a que no había suficientes cañones de 6 libras disponibles para todo el pedido inicial de tanques (150 unidades) y una vez establecida la distinción M-F, ya se mantuvo en los modelos siguientes. Estos armatostes medían casi 10 metros de longitud y 2,5 de alto, pesaban unas 31 toneladas y llevaban en la parte trasera un armazón metálico con dos ruedas que hacía de cola de dirección.
Por dentro, el tanque era una caja sin paredes, de forma que los tripulantes estaban al lado del motor y respiraban sus vapores de monóxido de carbono, además del humo generado por los disparos de sus armas. El ruido era ensordecedor y, para evitar que los remaches que salieran despedidos les hirieran, los hombres debían llevar una suerte de cota de malla y ropas y cascos de cuero. Dado que las temperaturas dentro del vehículo alcanzaban los 50 grados centígrados, tripularlo era cualquier cosa menos cómodo.
La conducción era muy complicada, ya que, a fin de girar con rapidez, era preciso reducir la marcha de una de las orugas. La mitad de la tripulación guiaba el tanque: el conductor manejaba la caja de cambios, el comandante accionaba los frenos y dos reductores controlaban el paso de las orugas. La velocidad máxima era de 6 km/h: el tanque avanzaba al paso de la infantería.
La protección era apta solo para proyectiles de 7,62 mm y metralla. Un impacto directo de artillería haría pedazos el tanque, y una ametralladora pesada, a corta distancia, podría llegar a penetrar la coraza.
La construcción de estos vehículos se llevó a cabo en talleres de locomotoras y de maquinaria agrícola, dado que no había empresas especializadas en vehículos similares (los autos blindados ingleses eran modelos civiles reconvertidos, no había experiencia en la construcción de vehículos acorazados desde cero) y, a fin de que este proyecto pasara desapercibido, se camufló como un pedido de aljibes (tanks) de agua para las tropas de Oriente Medio. De ahí que fueran conocidos pronto como tanques.
Pese a lo primitivo del diseño, este vehículo tenía un gran potencial, pero la cerrada mente de los mandos ingleses iba a limitar mucho su empleo. Ellos habían pedido un medio para ayudar a que la infantería cruzara la tierra de nadie, y no se les pasó por la cabeza que los tanques pudieran emplearse para algo más que para eso.
Impacto y desafíos iniciales en el campo de batalla
Integración con la infantería: un desafío táctico
Una cosa era tener un arma nueva, y otra muy diferente decidir cómo emplearla. En buena lógica, los tanques deberían haber despertado el interés de la caballería, pero esa Arma, que en la mayor parte de los ejércitos se consideraba una élite, en el británico superaba los límites más absurdos del esnobismo. Los jinetes no querían saber nada de los tanques, a los que veían como máquinas burdas, sucias, ruidosas y muy limitadas, completamente alejadas de su ideal de elegancia y elan. La artillería tampoco tenía muy claro que esos extraños vehículos tuvieran demasiado sentido (por no mencionar que requerían un gran soporte logístico, incluyendo talleres mecánicos) Finalmente, fueron asignados a la infantería como armas de apoyo y se integraron en el Cuerpo de Ametralladoras bajo el eufemismo sección pesada.

Dificultades operativas y logísticas
Si decidir dónde integrarlos resultó difícil, establecer cómo usarlos no sería menos complejo. Los defensores de la nueva arma insistían en que debía emplearse de forma masiva en un gran golpe por sorpresa. Sin embargo, los mandos británicos no se sentían muy seguros y decidieron hacer una prueba a pequeña escala antes de ordenar una producción en masa.
Lecciones de la batalla del Somme
El día 15 de septiembre de 1916, durante la batalla del Somme, se usaron por primera vez en combate los Mark I para escoltar a la infantería y abrirle paso a través de las alambradas, tal y como se había sugerido. El mariscal británico Haig pensó que, a esas alturas, sería posible desplegar una gran cantidad de carros, pero la realidad fue muy diferente: en vez de atacar un sector del frente de forma concentrada, empleando cientos de tanques seguidos de un vigoroso avance para explotar la ruptura, los ingleses enviaron… 49 ejemplares, de los que solo 21 unidades lograron llegar a la línea enemiga, mientras el resto se quedaba atrás o en retaguardia debido a las averías y a la inexperiencia de su tripulación y de los mecánicos.
Innovaciones y respuestas en el diseño de tanques
Limitaciones de diseño y percepción militar
Evidentemente, para los soldados alemanes, la aparición de esos enormes monstruos de acero supuso un shock, y, en ese sentido, los tanques cumplieron su propósito. Sin embargo, los militares no habían puesto demasiada confianza en la nueva arma y, puesto que se usaron de forma muy localizada y puntual, a modo de alfilerazos, nadie previó el despliegue de reservas. Pese a todo, se ganaron algunos kilómetros y se lograron ocupar algunas poblaciones francesas que estaban en manos de los alemanes desde 1914 (Fleurs, Courcelette y Bazentin) pero esa limitada victoria no suponía gran cosa.
Sobre el terreno, no hubo nada parecido a una acción coordinada. Los tanques avanzaron y lucharon individualmente, mientras la infantería, que no se había adiestrado para luchar en cooperación con los blindados, se arracimaba detrás de ellos. No se había previsto nada parecido a un apoyo logístico en primera línea, con lo que los tanques, una vez agotadas sus municiones, debían retroceder hasta las líneas inglesas a reponer sus existencias y recargar combustible. Por aquí y por allí, algún Mark I lograba eliminar un nido de ametralladoras o silenciar algún cañón. Otros se quedaban atascados en algún cráter. Los pocos que debían actuar de forma agrupada (por ejemplo, la 6.ª División de Infantería sería apoyada, de acuerdo con los planes, por tres tanques) no fueron capaces de avanzar simultáneamente.
Este estreno tan deslucido era lógico, por no decir inevitable. La mayor parte de los soldados no tenían ni la más remota idea de que existieran esos vehículos, y sus oficiales no estaban más informados, más allá de saber que iban a contar con algún tipo de apoyo especial. Allí donde lograron llegar a las defensas alemanas, los tanques dieron un gran resultado, y, en ocasiones, las tropas alemanas huyeron presas del pánico ante el avance de una máquina que parecía imposible de detener. Sin embargo, esos casos fueron raros, y varios vehículos sufrieron averías por el fuego de mortero y las granadas, ya que los soldados germanos siguieron luchando hasta tenerlos encima.
Los mandos ingleses se congratularon del resultado, y se cursaron pedidos en masa para emplearlos de forma agrupada y contundente en cuanto fuera posible. Pero, debido a ese estreno prematuro, los alemanes pudieron analizar la nueva arma inglesa y empezaron a preparar medios para hacer frente a esta inesperada amenaza. Se distribuyeron fusiles con munición perforante, capaz de atravesar las corazas de los tanques, se instruyó a la artillería para el fuego contra esos objetivos y se constituyó un comité, muy parecido al formado un año atrás en el Reino Unido, para el desarrollo de tanques propios.
La principal ventaja de un arma novedosa es la sorpresa táctica, y los británicos la habían tirado por la borda a cambio de unas ganancias sin el más mínimo valor real.
Respuestas innovadoras alemanas
La aparición de los tanques británicos en la Primera Guerra Mundial llevó a proponer respuestas innovadoras por parte de las fuerzas alemanas, que rápidamente comenzaron a desarrollar sus propios vehículos blindados para contrarrestar esta nueva amenaza. La capacidad de los tanques para romper las líneas defensivas enemigas y su impacto psicológico en las tropas alemanas impulsaron el desarrollo de nuevas estrategias y tecnologías.
En respuesta a los tanques británicos, los alemanes comenzaron a desarrollar fusiles con munición perforante y a instruir a la artillería para el fuego dirigido contra estos vehículos. Además, se estableció un comité para el desarrollo de tanques propios, similar al esfuerzo británico, lo que resultó en la creación de los primeros tanques alemanes, como el A7V.
Un siglo de historia de los tanques de guerra
Tanques de combate en la Primera Guerra Mundial
La introducción de los tanques en la Primera Guerra Mundial marcó el inicio de un siglo de evolución y desarrollo en el diseño de estos vehículos. Los primeros tanques, como el Mark I, fueron concebidos como una respuesta a la guerra de trincheras y la alta mortalidad causada por las ametralladoras y la artillería. Aunque su uso inicial fue limitado, los tanques demostraron su potencial para transformar la estrategia militar y el campo de batalla.
La Primera Guerra Mundial supuso un periodo de experimentación y aprendizaje para los tanques de combate. A pesar de las dificultades iniciales, estos vehículos demostraron ser una herramienta valiosa en el campo de batalla, y su éxito llevó a un mayor compromiso en su desarrollo y mejora. La experiencia de la Primera Guerra Mundial sentó las bases para la evolución de los tanques a lo largo del siglo XX y consolidó su papel en la estrategia militar moderna.
Evolución del tanque de guerra a lo largo del tiempo
La evolución del tanque de guerra a lo largo del siglo XX y XXI ha estado marcada por continuas innovaciones en diseño, tecnología y estrategia. A lo largo del siglo XX, los tanques han pasado por diversas generaciones, cada una con características únicas. La segunda generación, que abarca desde la Guerra Fría hasta la guerra de Afganistán, introdujo mejoras significativas en el blindaje y el armamento. La tercera generación se centró en la protección activa y la automatización, mientras que la cuarta generación integró avances en tecnología digital y sistemas de comunicación en red.
El futuro de los tanques de combate
Desarrollo de la quinta generación de tanques de combate
Hoy en día, el desarrollo de la quinta generación de tanques se centra en la integración de tecnología avanzada, como sistemas computarizados y la automatización, que prometen transformar aún más el papel de estos vehículos en los conflictos futuros. La quinta generación de tanques está diseñada para operar en redes de combate integradas que permiten un mayor intercambio de información y una respuesta más rápida a las amenazas.
Tecnología digital y automatización en el diseño moderno
La tecnología digital y la automatización están transformando el diseño moderno de los tanques de combate. Los sistemas de comunicación en red, los sensores avanzados y el control automatizado mejora la coordinación y la efectividad de las operaciones militares.
La automatización en el diseño de tanques permite una operación más eficiente y precisa al reducir la carga de trabajo de las tripulaciones y mejorar la capacidad de respuesta a las amenazas. Los sistemas computarizados integrados en los tanques modernos permiten una mejor gestión de la información y una toma de decisiones más rápida, lo que es crucial en el dinámico entorno del campo de batalla.

Tanques, un siglo de historia
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Referencias
- Peñas, José Antonio. 2023. Tanques, un siglo de historia: ¿Sigue siendo decisivo el carro de combate en la guerra moderna o está lanzando su canto del cisne en Ucrania? Pinolia.