A lo largo de la historia, muchas mujeres se vieron obligadas a esconder su inteligencia tras pseudónimos o el anonimato. Pero Margaret Cavendish, duquesa de Newcastle-upon-Tyne, se negó rotundamente a eso. Escribió bajo su propio nombre, firmó con orgullo, se retrató en sus portadas y expresó ideas que incomodaron a científicos, filósofos y moralistas. Nacida en la alta nobleza inglesa, decidió que su voz merecía ser escuchada y, para lograrlo, utilizó lo único que no podían arrebatarle: su pluma.
Cavendish fue una de las primeras mujeres que se atrevió a teorizar públicamente sobre ciencia, filosofía, literatura y poder, temas reservados casi exclusivamente a los hombres. También fue una de las pioneras de la ciencia ficción, con su obra The Blazing World, publicada en 1666. Su legado, que durante siglos fue subestimado o ridiculizado, ha resurgido en tiempos recientes como un ejemplo temprano y extraordinario de pensamiento femenino audaz y creativo.
Orígenes nobles y una educación singular
Margaret Lucas nació en 1623 en Colchester, Essex, Inglaterra, siendo la menor de ocho hermanos. Su padre, Sir Thomas Lucas, falleció cuando ella era niña, y su madre, Elizabeth Leighton, crió sola a la familia, una rareza en la época. Aunque Margaret no recibió una educación formal como sus hermanos, tuvo acceso a libros, tutores particulares y tiempo para la lectura y la observación, lo que formó la base de su curiosidad intelectual.
De niña, ya mostraba una actitud introspectiva, y su carácter reservado la acompañaría durante toda su vida. En su autobiografía A True Relation of My Birth, Breeding, and Life, ella misma describe su timidez como una forma de “melancolía”, que a veces se expresaba con palidez, tartamudeo y ansiedad social.
En su adolescencia, entró como dama de compañía al servicio de la reina Henrietta Maria, acompañándola al exilio en Francia durante la guerra civil inglesa. Allí comenzó a tener contacto con círculos intelectuales europeos y conoció al que sería su esposo.

Un matrimonio poco común: amor y colaboración intelectual
En 1645, Margaret se casó con William Cavendish, entonces marqués de Newcastle y militar realista. Él ya tenía hijos de un matrimonio anterior y era considerablemente mayor que ella, pero compartían una fuerte afinidad intelectual. William fue su mayor defensor y, lejos de eclipsarla, la animó a publicar y desarrollar su pensamiento.
Tuvieron una relación basada en el respeto y la colaboración. Margaret decía que él era el único hombre del que se había enamorado, no por su estatus ni fortuna, sino por su “mérito y virtud”. Aunque no pudieron tener hijos, ambos valoraban más sus intercambios intelectuales que la expectativa de una descendencia.
Durante el exilio de la pareja, primero en París y luego en Amberes, Margaret escribió intensamente. Cuando regresaron a Inglaterra tras la Restauración en 1660, ella ya había publicado varios libros.

Obra filosófica y literaria: escribir como forma de existir
Margaret Cavendish escribió con una libertad que desconcertaba a muchos. Firmó más de 21 obras originales, entre poesía, tratados científicos, novelas utópicas y obras de teatro. Algunos de sus títulos más destacados incluyen Poems and Fancies (1653), Philosophical and Physical Opinions (1655), Observations upon Experimental Philosophy (1666) y The Description of a New World, Called the Blazing World (1666), considerada una de las primeras novelas de ciencia ficción.
En su escritura, mezclaba ciencia con fantasía, filosofía con ficción, y siempre encontraba espacio para reflexionar sobre el rol de las mujeres. No tenía formación científica formal, pero eso no le impidió debatir ideas de grandes pensadores como Descartes, Hobbes y Boyle. Incluso asistió a una sesión de la Royal Society en 1667, algo impensable para una mujer en ese momento.
Su filosofía proponía que toda la materia estaba viva y dotada de razón. Rechazaba la visión mecánica del universo y apostaba por un modelo vitalista, donde incluso los elementos inertes tenían voluntad. Estas ideas fueron criticadas, pero también fascinantes por su originalidad.
La Blazing World y la ciencia ficción feminista
Entre todas sus obras, The Blazing World destaca no solo por su calidad literaria, sino por su carácter visionario. En ella, una mujer viaja a un mundo paralelo y se convierte en emperatriz, rodeada de animales-hombres que la sirven y la obedecen. A través de este mundo imaginario, Cavendish critica el papel subordinado de la mujer en la ciencia y el poder, y se proyecta como “Margaret la Primera”, una versión idealizada de sí misma con autoridad absoluta.
Esta obra ha sido considerada una de las primeras piezas de ciencia ficción escrita por una mujer, y ha sido reivindicada por estudios feministas contemporáneos como un ejemplo temprano de literatura especulativa con conciencia de género.

Estilo, fama y excentricidad
Cavendish era consciente de su singularidad. En sus textos reflexiona sobre su forma de vestir, de pensar y de expresarse, asegurando que quería ser diferente. “No me gusta llevar lo que otras mujeres llevan”, decía. También admitía su deseo de fama, algo inusual para las mujeres de su tiempo. Creía que no era un defecto querer ser recordada, sino una forma legítima de aspirar a la inmortalidad.
Su estilo era a menudo desordenado, confuso y redundante, pero también apasionado, curioso y lleno de metáforas vivas. Algunos contemporáneos la despreciaban: el escritor Samuel Pepys la llamó "ridícula", y otros la acusaban de vanidad. Sin embargo, también tuvo admiradores como John Dryden y Constantijn Huygens.
Últimos años
Margaret Cavendish murió el 16 de diciembre de 1673 en Londres, a los 50 años. Fue enterrada con honores en la Abadía de Westminster, un privilegio reservado a grandes figuras públicas. Su esposo, William, mandó erigir un monumento en su honor, con una inscripción que la celebraba como “virtuosa y valiente”.
Durante siglos, su figura cayó en el olvido o fue considerada un caso curioso más que una mente brillante. Solo a partir del siglo XX, y especialmente con el auge de los estudios de género y literatura, se ha comenzado a valorar su audacia intelectual.
En los últimos años, su obra ha sido reeditada, adaptada al teatro y objeto de estudio en universidades de todo el mundo. Hoy se reconoce que Cavendish no solo fue una escritora extraordinaria, sino una precursora del pensamiento moderno, capaz de cuestionar desde la aristocracia los dogmas científicos, filosóficos y sociales de su tiempo.