Así es como los científicos protegen a las aves de las peligrosas aspas de los parques eólicos

Miles de ejemplares mueren cada año en todo el mundo.
Así es como los científicos protegen a las aves de las peligrosas aspas de los parques eólicos

La energía eólica está aumentando en todo el mundo. Solo en Estados Unidos, en 2020 las aspas de los molinos de viento generaron alrededor del 8% de la electricidad del país, más de 80 veces la proporción de electricidad generada por el viento en el año 2000, según la Administración de Información de Energía de EEUU. Pero si bien el crecimiento es un paso positivo para frenar el cambio climático, también podría ser una mala noticia para las aves.

Se estima que entre 140.000 y 500.000 aves mueren cada año debido a colisiones con molinos de viento. Estas muertes podrían aumentar a más de un millón al año si continúa expandiéndose la energía eólica. 

Es esencial poner en contexto el impacto de las turbinas eólicas en la mortalidad de las aves, al considerar otras amenazas antropogénicas. Según varios estudios, las colisiones de aves con estructuras creadas por humanos, como edificios de vidrio y vehículos, matan a cientos de millones de aves cada año. Los gatos domésticos, tanto ferales como mascotas, son otra gran amenaza, causando la muerte de entre 1.3 y 4 mil millones de aves al año solo en los Estados Unidos. En comparación, las muertes de aves atribuidas a las turbinas eólicas parecen ser una proporción mucho menor, aunque cada muerte contribuye al declive general de la biodiversidad. Sin embargo, este análisis no disminuye la importancia de abordar la cuestión de las turbinas eólicas, sino que destaca la necesidad de una solución integral a la interacción humana-vida silvestre, con el objetivo de minimizar nuestro impacto en todas las formas posibles.

Para evitarlas, algunos científicos abogan por el uso de la ciencia ciudadana y los datos de migración de aves al decidir dónde construir parques eólicos. La industria de la energía eólica podría usar dicha información para obtener una imagen más completa del problema y minimizar el daño a las aves y otros animales salvajes.

Especies de aves en peligro

La ciencia ciudadana ya está demostrando que puede llenar vacíos de información vitales. Entre 2007 y 2018, más de 180.000 observadores de aves informaron sobre águilas calvas en la base de datos de eBird, una web especializada en ornitología. Usando ese tesoro de datos, muchas administraciones se han puesto manos a la obra para intentar evitar los accidentes en los que las aves chocan violentamente contra las aspas de los molinos. A diferencia de los datos tradicionales, que cubren períodos de tiempo o ubicaciones muy limitadas, los datos obtenidos a través de la colaboración ciudadana abarcan un territorio muchísimo más amplio y durante todo el año, por lo que es muchísimo más fácil y efectivo tomar medidas.

La ciencia ciudadana es un enfoque de investigación colaborativo que implica a personas no profesionales en la recolección de datos científicos. En el caso de la ornitología, plataformas como eBird animan a los observadores de aves, tanto profesionales como aficionados, a registrar y compartir sus avistamientos. Esto permite la recopilación de enormes volúmenes de datos sobre las ubicaciones y los comportamientos de las aves a lo largo del tiempo y a través de una vasta gama geográfica. Los usuarios pueden registrar información sobre las especies de aves que observan, dónde y cuándo las ven, y a veces detalles adicionales sobre comportamientos o condiciones ambientales. Estos datos se recopilan luego en una base de datos centralizada que los científicos pueden usar para estudiar las tendencias de población, los patrones de migración y el impacto de factores como las turbinas eólicas en las aves. Este enfoque permite a los científicos acceder a una cantidad de datos y a una cobertura geográfica que sería prácticamente imposible de obtener a través de los métodos tradicionales de investigación.

Un grave daño a los animales

Las aspas de los molinos también pueden dañar indirectamente a los animales al alterar sus hábitats. Por ejemplo, las grullas blancas son una de las especies de aves grandes que más kilómetros recorren cada año en sus migraciones, y además se encuentran en peligro de extinción. La construcción de parques eólicos altera sus rutas, unos caminos aéreos que llevan recorriendo miles de años.

Para tener una mejor idea de cómo la infraestructura de energía eólica afecta a especies como las grullas blancas, los investigadores analizaron los datos de ubicación GPS de 57 ejemplares rastreados desde 2010 hasta 2016. Pues bien, las grullas evitaron descansar en sitios a lo largo de la ruta que estaban cerca de turbinas eólicas. Es menos probable que las aves hagan escala en un sitio si hay una estructura eólica.

Es importante destacar otras especies de aves son particularmente vulnerables a las turbinas eólicas, a menudo debido a sus patrones de vuelo o migración. Las aves rapaces, como las águilas y los halcones, son especialmente susceptibles debido a su forma de vuelo, que implica planear y usar las corrientes de aire térmico para elevarse. Este estilo de vuelo a menudo las coloca en el camino de las aspas de las turbinas. Las aves migratorias nocturnas también están en riesgo, ya que la poca visibilidad de la noche puede hacer que no detecten las turbinas hasta que sea demasiado tarde. Por último, las aves que viven cerca de las costas o los cuerpos de agua, donde a menudo se ubican las turbinas eólicas debido a los fuertes vientos, pueden ser particularmente vulnerables.

La continua pérdida de hábitat podría conducir a una disminución de la población de estas aves, y es una de las razones por las que actualmente las grullas blancas se encuentran en peligro de extinción. Al igual que los datos obtenidos mediante la colaboración ciudadana, los datos de seguimiento de las migraciones brindan una imagen mucho más clara de la actividad de las aves durante todo el año.

REFERENCIAS:

Journal of Applied Ecology / Administración de Información de Energía de EEUU

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