Nuestro buen amigo peludo dispone de suficientes y especializados recursos para sentir: cinco sentidos, sistema nervioso central y periférico, un maravilloso y complejo entramado de nervios con sus terminaciones nerviosas... El perro dispone de "todos los extras" para sentir y para poder manifestar sus sensaciones y sentimientos.
Lo que ocurre es que nosotros, inteligentísimos humanos, pretendemos entender todo desde nuestro básico y simple punto de vista. Este problema, casi una "enfermedad", se denomina antropomorfismo. El hombre sólo es capaz de comprender lo que su limitada mente no considera extraño, todo aquello que no esté fuera de los esquemas racionales... El resto, lo inexplicable, lo raro, lo difícil de entender, se "traduce" a nuestro punto de vista o simplemente se desprecia y se considera inexistente.
Las sensaciones del perro son distintas a las nuestras por una sencilla y básica razón: ¡somos diferentes! Aunque ambas especies disfrutemos de unos receptores sensoriales comunes, nuestros sentidos y nuestra capacidad de sentir y expresar sentimientos son muy distintos.
Un claro ejemplo de "diferencias sensoriales" es el olfato. Todos admitimos, de forma más o menos consciente, la gran capacidad olfativa del perro: detección de drogas, explosivos, búsqueda de personas en desastres naturales... Si nuestra capacidad olfativa fuera superior a la de nuestro buen amigo, existiría algún grupo especial de las fuerzas de seguridad del Estado con cualificados expertos de hábiles y entrenadas pituitarias.
El perro siente de forma diferente porque somos diferentes... ¡Pero siente! Por supuesto.
Esta especial capacidad de sentir le acarrea grandes alegrías a nuestro mejor amigo, pero a la vez tremendas decepciones y alteraciones en su comportamiento.
El antropomorfismo nos impide entenderles y nos lleva a tener graves problemas
Nuestro injusto antropomorfismo nos hace verlos como a iguales, les tratamos como a pequeñas personas, como si fueran niños. Una tremenda injusticia que nos impide entenderles, un craso error que en múltiples ocasiones les acarrea graves problemas y a nosotros también.
¿Es la aplicación del antropomorfismo la única vía de entendimiento, o nuestro humano consuelo para nuestro total desconocimiento? Claro que no.
Debemos empezar a plantearnos que el can es tremendamente sensible y plenamente capaz de dar y recibir amor. Amor en estado puro, sin cortapisas, sin condicionantes. Algo que los humanos pocas veces entendemos.
Muchas personas argumentan que el perro es fiel y que nos demuestra su cariño esperando algo a cambio… y yo, humano de escasa inteligencia, me pregunto: ¿qué espera el perro que comparte la vida con un indigente? ¿Qué contrapartida está buscando el animal que acompaña a una persona sin medios para subsistir? ¿Qué "oscuras" razones conducen a un perro lazarillo a entregar toda su vida a un hombre? ¿Nos piden realmente algo a cambio? Quizás sólo estén esperando un poco de cariño.
El perro es un ser tan próximo a nosotros como lo es un familiar o el mejor de los amigos. El perro puede llegar a ser tan querido como cualquiera de los humanos que comparten nuestras vidas, todo ello a pesar de ser tan desconocidos como la más lejana de las constelaciones.