Científicos descubren por qué el diente de león ha logrado colonizar todo el planeta: una microestructura libera sus semillas solo cuando el viento sopla en la dirección adecuada

Un nuevo estudio revela que los dientes de león no dejan sus semillas al azar. Al contrario, sueltan solo las que tienen más probabilidades de volar lejos.
Científicos comienzan a desentrañar el complejo mecanismo con el que los dientes de león esparcen sus esponjosas semillas
Científicos comienzan a desentrañar el complejo mecanismo con el que los dientes de león esparcen sus esponjosas semillas. Foto: Istock/Christian Pérez

Durante siglos hemos visto a los dientes de león como simples flores silvestres. Para algunos, son maleza molesta en el césped; para otros, un símbolo de infancia, cuando soplar sus esponjosas semillas era un juego. Pero ahora, un equipo de científicos ha revelado que estas plantas aparentemente ordinarias esconden un mecanismo sofisticado de dispersión que desafía todo lo que creíamos saber sobre el viento y las plantas.

Un nuevo estudio, publicado en septiembre de 2025 en la revista Journal of the Royal Society Interface, ha demostrado que los dientes de león (Taraxacum officinale) no se limitan a dejar que el viento arrastre sus semillas al azar. Lo que ocurre en ese preciso instante en que una semilla se desprende de la planta está finamente orquestado, hasta el punto de que la planta "elige" en qué dirección permitir la partida.

Un diseño inteligente para un viaje incierto

Chris Roh, investigador en ingeniería biológica en la Universidad de Cornell y uno de los autores del estudio, tiene una anécdota curiosa que dio inicio a esta investigación. Mientras caminaba con su hija de cuatro años, ambos solían soplar juntos dientes de león. “Ese momento me hizo pensar: ¿cómo sabe esta planta cuándo es el mejor momento para dejar ir sus semillas?”, se preguntó. De esa simple escena familiar surgió una pregunta científica compleja.

El equipo, que incluye también a investigadores de la Universidad Nacional de Australia y de la Universidad de Nueva Gales del Sur, decidió investigar con detalle el proceso de abscisión —el desprendimiento natural de una parte de la planta— en los dientes de león. Lo que descubrieron fue sorprendente: no todas las semillas están igual de dispuestas a soltarse, y eso depende directamente de la dirección del viento.

Para medir esta diferencia, pegaron sensores de fuerza a semillas individuales y las tiraron desde distintos ángulos. La resistencia que ofrecían las semillas variaba enormemente según la dirección en la que se tiraba de ellas. Como resume el propio estudio: “la fuerza de abscisión puede variar más de un orden de magnitud dependiendo de la dirección en que se aplica”.

Desprender una semilla de diente de león puede ser fácil o muy difícil, dependiendo del ángulo de tracción
Desprender una semilla de diente de león puede ser fácil o muy difícil, dependiendo del ángulo de tracción. Fuente: J. R. Soc. Interface (2025)

En otras palabras, si el viento empuja las semillas hacia arriba, se desprenden con relativa facilidad. Si el viento sopla hacia abajo —hacia el tallo—, las semillas se aferran con firmeza.

Una estructura en forma de herradura y un truco evolutivo

La clave de este comportamiento está en la morfología microscópica del punto de unión entre la semilla y el receptáculo. A través de microscopía electrónica y tomografía computarizada, los investigadores encontraron que cada semilla está conectada a la planta por una especie de pedículo poroso, reforzado por una estructura semicircular parecida a una herradura.

“Esa herradura actúa como un ancla asimétrica”, explica la coautora Jena Shields. Si una ráfaga de viento empuja la semilla hacia el lado más cerrado de la herradura, la estructura la sostiene con fuerza. Pero si el viento la empuja hacia la parte abierta, la semilla se desprende con facilidad y comienza su vuelo.

Este diseño no es casual: maximiza la probabilidad de que la semilla solo se suelte cuando hay una corriente ascendente, lo que incrementa sus posibilidades de alejarse lo suficiente del tallo madre para encontrar un lugar fértil donde germinar.

Los experimentos revelaron que tirar de la semilla hacia arriba (90° respecto al eje del tallo) requería apenas 0.26 milinewton de fuerza, mientras que tirar hacia abajo (−90°) necesitaba más de 1.3 milinewton, y tirar recto (0°) exigía hasta 45 milinewton, casi cien veces más fuerza que en la dirección ascendente.

No tan al azar: la "inteligencia" silenciosa de las plantas

Lo más fascinante de este descubrimiento es que desafía la idea de que las plantas simplemente se abandonan a las condiciones ambientales. Hasta hace poco, la dispersión por viento se consideraba un proceso pasivo: la semilla se soltaba cuando el viento era suficientemente fuerte, sin más intervención por parte de la planta. Este estudio muestra que el diente de león no solo espera el viento adecuado, sino que tiene un sistema morfológico que responde de manera selectiva.

“Ese momento de desprendimiento es probablemente uno de los más cruciales en su biología”, dice Roh en el artículo. Porque es en ese instante cuando se define la trayectoria de la semilla, su alcance y las posibilidades de supervivencia.

De hecho, los dientes de león no solo abren o cierran su pappus (el mechón blanco que actúa como paracaídas) en función de si está seco o húmedo el ambiente —un fenómeno ya conocido—, sino que también usan este sistema asimétrico como filtro adicional para soltar solo las semillas en condiciones óptimas.

Como explica el estudio: “Este descubrimiento resalta adaptaciones morfológicas que moldean el perfil de dispersión para aumentar el éxito reproductivo de la planta”.

Una nueva investigación sugiere que los dientes de león no dispersan sus semillas al azar, sino de forma estratégica
Una nueva investigación sugiere que los dientes de león no dispersan sus semillas al azar, sino de forma estratégica. Foto: Istock/Christian Pérez

Implicaciones más allá del jardín

Aunque puede parecer un simple juego botánico, este hallazgo tiene aplicaciones que van mucho más allá del diente de león. “Podríamos aplicar este conocimiento para mejorar las técnicas de siembra en agricultura a gran escala”, sugiere Sridhar Ravi, otro de los coautores del estudio. “Se podrían diseñar sistemas de dispersión más eficientes que reduzcan el desperdicio y aumenten el rendimiento”.

Además, los modelos de dinámica de poblaciones vegetales podrían ajustarse mejor teniendo en cuenta estos mecanismos activos de dispersión. Y no solo en dientes de león: otras plantas de semillas flotantes como el algodón o la lechuga podrían seguir estrategias similares, aún por investigar.

Este trabajo también invita a replantear nuestra percepción de las plantas como seres pasivos. Cada vez hay más evidencia de que, aunque no tienen sistema nervioso, muchas plantas desarrollan mecanismos de respuesta sofisticados, moldeados por millones de años de evolución.

Shields lo resume de forma sencilla pero poderosa: “Los dientes de león son un gran ejemplo de ciencia que ha estado justo frente a nuestros ojos todo este tiempo”.

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  • Eugenio M. Fernández Aguilar