Caminar sobre las dos piernas, nuestras extremidades inferiores, es una de las características más obvias que nos distinguen a los humanos del resto de nuestros ancestros e incluso de los grandes simios. Pero, ¿en qué momento aprendimos a caminar? Responder a esta pregunta no ha resultado para los científicos nada fácil, ya que la evidencia física de esa importantísima transición es exigua. A pesar de los mejores esfuerzos de los biólogos, todavía tenemos que encontrar una prueba irrefutable en el registro fósil que lo explique.

Ahora, para intentar dilucidar este misterio ancestral, ya que el registro fósil no siempre ha presentado una historia evolutiva clara del bipedalismo, un equipo de investigadores se ha centrado en una estructura aparentemente inocua que podría estar detrás de todo esto: el oído interno de un fósil de simio de hace 6 millones de años, Lufengpithecus, que ofrece pistas importantes sobre los orígenes de la locomoción bípeda.
Un método novedoso
Lufengpithecus fue descubierto a principios de la década de 1980 en la provincia china de Yunnan. Vivió en la época del Mioceno tardío (hace 10,4 a 5 millones de años). En ese momento, la Tierra era mucho más cálida y húmeda, con vastas selvas tropicales cubriendo gran parte de los trópicos, incluidos Asia y África. El hecho de que sobrevinieran, durante los siguientes millones de años, una sequía y un consecuente enfriamiento del clima global -que acabó con el bosque y fue sustituido por la sabana-, aportaron la presión evolutiva suficiente para que nuestros ancestros humanos acabaran desarrollando el bipedalismo en aras de la supervivencia.
Lufengpithecus es un género de simios extintos que vagaron por la Tierra hace millones de años durante la época del Mioceno. A diferencia de los conocidos simios africanos como Australopithecus, Lufengpithecus se considera una rama diferente del árbol genealógico de los primates. Esto significa que juega un papel crucial a la hora de llenar los vacíos en nuestra línea de tiempo evolutiva. Él es el último ancestro común de los simios y los humanos que vivió en África, lo que podría proporcionar información sobre lo que llevó a los simios pioneros a desarrollar el bipedalismo hace millones de años.

Un trampolín evolutivo
Así, utilizando tomografía computarizada tridimensional, los científicos han podido reconstruir la historia de las primeras etapas evolutivas que llevaron al bipedalismo humano gracias al sistema vestibular del oído interno. Revisando las tomografías del cráneo fosilizado de 6 millones de años, encontraron una estructura que se parece a algunos de los mamíferos bípedos actuales. Esta zona del oído interno probablemente jugó un papel crucial en la evolución bípeda. Los canales del sistema vestibular del oído interno están llenos de pelos finos y fluidos que detectan el movimiento y ayudan con el equilibrio.
"Los canales semicirculares, ubicados en el cráneo entre nuestro cerebro y el oído externo, son fundamentales para proporcionar nuestro sentido de equilibrio y posición cuando nos movemos, y proporcionan un componente fundamental de nuestra locomoción que la mayoría de las personas probablemente desconoce", explica Yinan Zhang, estudiante de doctorado en el Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Vertebrados de la Academia China de Ciencias (IVPP) y autor principal del artículo, que aparece en la revista The Innovation.

"El tamaño y la forma de los canales semicirculares se correlacionan con la forma en que los mamíferos, incluidos los simios y los humanos, se mueven en su entorno. Utilizando tecnologías de imágenes modernas, pudimos visualizar la estructura interna de los cráneos fósiles y estudiar los detalles anatómicos de los canales semicirculares para revelar cómo se movían los mamíferos extintos", continuó el experto.
Los investigadores compararon los huesos del oído interno del fósil con los de un orangután, un simio africano, un chimpancé y otros primates pasados y presentes. También compararon la forma de moverse de cada especie. Antes de Lufengpithecus, los primeros simios se movían de rama en rama suspendidos únicamente de sus brazos, como lo hacen hoy los gibones, apuntan los investigadores.

Luego, surgió Lufengpithecus, que representa una figura intermediaria que trepaba y se balanceaba entre los árboles mientras a la par que se movía sobre sus cuatro extremidades en el suelo y usaba dos de ellas para sostenerse de las ramas. Este hallazgo sugiere que las características locomotoras y posicionales generales del simio preceden a nuestra postura erguida actual.
“La región del oído nos dice algo sobre el comportamiento locomotor. El comportamiento locomotor está impulsado por el entorno en el que vive un animal. Si tienes un entorno cambiante, normalmente tienes que adaptar tu comportamiento locomotor”, concluyen los expertos.

Referencias:
- Lufengpithecus inner ear provides evidence of a common locomotor repertoire ancestral to human bipedalism, The Innovation (2024). DOI: 10.1016/j.xinn.2024.100580. www.cell.com/the-innovation/fu … 2666-6758(24)00018-3
- Zhang, L., Du, B., Gao, F., & Zhao, L. (2020). A micro-CT based study of molar enamel thickness and its distribution pattern in Late Miocene Lufengpithecus lufengensis from Yunnan in Southwestern China. Historical Biology, 33, 2236 - 2246. https://doi.org/10.1080/08912963.2020.1782395.
- Schwartz, G., Liu, W., & Zheng, L. (2003). Preliminary investigation of dental microstructure in the Yuanmou hominoid (Lufengpithecus hudienensis), Yunnan Province, China.. Journal of human evolution, 44 2, 189-202 . https://doi.org/10.1016/S0047-2484(02)00197-5.