Elizabeth Holmes, nacida el 3 de febrero de 1984 en Washington D. C., es una de las figuras más controvertidas y fascinantes del ámbito tecnológico en Estados Unidos. Su ascenso meteórico en Silicon Valley, centro tecnológico al que accedió con la promesa de revolucionar la industria de la salud de la mano de Theranos, seguido de su dramática caída por fraude, ha capturado la atención de todo el mundo.

Primeros años y familia
Elizabeth Anne Holmes nació en una familia de raíces influyentes. Su padre, Christian Holmes IV, trabajó en la empresa energética Enron antes de ocupar puestos de relevancia en diversas agencias gubernamentales como la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) y la USEPA (Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos). Por su parte, su madre Noel fue asistente y asesora personal de un congresista en el Capitolio. Sin embargo, es probable que su mayor inspiración fuera su tatarabuelo, Christian R. Holmes, cirujano, deportista, inventor e ingeniero millonario que participó en la Primera Guerra Mundial.
Desde muy joven, Elizabeth mostró interés en la ciencia y la tecnología, llegando a pasar veranos trabajando en laboratorios de investigación mientras aún estaba en la escuela secundaria. De hecho, fue en esta época cuando, además de convertirse en una alumna sobresaliente, lanzó su propio negocio en el que vendía compiladores C++ (lenguaje de programación) a escuelas chinas y empezó a estudiar mandarín.
Holmes consiguió ser aceptada en la prestigiosa Universidad de Stanford, convirtiéndose en su primer año en “Becaria Presidencial”, distinción que premia la excelencia académica con una beca de 3.000 dólares a destinar en un proyecto de investigación. Sin embargo, abandonó sus estudios de Ingeniería Química en 2004, con tan sólo 19 años, para fundar su propia empresa, recordando el camino de otros exitosos emprendedores como Steve Jobs, cofundador de Apple. Este fue el primer paso hacia lo que más tarde se convertiría en el fenómeno conocido como Theranos.

La creación de Theranos y su ascenso en Silicon Valley
El 2003 fue el año clave en el que Elizabeth Holmes lanzó Theranos (llamada en un primer momento Real-Time Cures), una empresa cuyo objetivo era revolucionar el diagnóstico médico. La premisa detrás de Theranos -nombre surgido de la combinación de las palabras inglesas ‘therapy’ y ‘’diagnosis’- era simple pero ambiciosa: ofrecer pruebas de sangre rápidas, económicas y accesibles utilizando solo unas pocas gotas (un leve pinchazo en el dedo), en lugar de los tradicionales viales requeridos para los análisis. Esta tecnología, según Holmes, tenía el potencial de democratizar la atención médica, haciendo las pruebas accesibles para millones de personas que normalmente no podían permitírselas.
Rápidamente, Holmes se convirtió en una estrella emergente en Silicon Valley, siendo comparada con gigantes tecnológicos como Steve Jobs. De hecho, adoptó varias de las características de Jobs, desde su uniforme icónico de cuellos de tortuga negros hasta su estilo de liderazgo autoritario, similitudes con el visionario de San Francisco que le valieron el apelativo de ‘la nueva Steve Jobs’ o ‘la Steve Jobs femenina’.

Gracias a su prometedora tecnología, atrajo miles de millones de dólares en inversiones de destacados capitalistas de riesgo y figuras influyentes como el Secretario de Estado durante las presidencias de Richard Nixon y Gerald Ford, Henry Kissinger; el Secretario de Defensa entre 2017 y 2019, James Mattis; el cofundador de la empresa de software empresarial Oracle, Larry Ellison; o el magnate de los medios de comunicación Rupert Murdoch, presidente de Fox News y News Corporation hasta 2023.
En 2014, con tan sólo 30 años, la revista Forbes estimó su fortuna personal en 4.500 millones de dólares, convirtiéndose así en la mujer multimillonaria más joven en amasar esa fortuna por sí misma. Del mismo modo, su “criatura” Theranos alcanzó una valoración de 9.000 millones de dólares. Holmes parecía estar en la cúspide del éxito. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, y tras las puertas de la compañía se gestaba uno de los mayores fraudes corporativos en la historia reciente de Estados Unidos.
El fraude detrás de Theranos
A medida que Theranos continuaba creciendo, comenzaron a surgir dudas sobre la efectividad de su tecnología. Varios científicos y expertos en el campo se mostraban escépticos ante las afirmaciones de la empresa, especialmente porque Holmes y su equipo se mostraban extremadamente reservados sobre los detalles técnicos de sus innovaciones.

El verdadero colapso comenzó en 2015, cuando el Wall Street Journal publicó un artículo de investigación que ponía en entredicho la validez de la tecnología de Theranos. La investigación reveló que la empresa no estaba utilizando su innovador dispositivo, el "Edison", para la mayoría de las pruebas de sangre, sino que en su lugar recurría a equipos tradicionales comprados a otras compañías. Esto puso en duda no solo la eficacia de los dispositivos de Theranos, sino también la veracidad de sus declaraciones públicas.
A pesar de los intentos de Elizabeth por encubrir los errores y engaños que se escondían detrás de su ‘revolucionario’ invento, la compañía biotecnológica no tuvo más remedio que cerrar sus laboratorios y centros de pruebas ante tales acusaciones. Las investigaciones federales no tardaron en abordar el caso.
En 2016, Holmes fue acusada formalmente de fraude por parte de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) y en 2018, junto con el expresidente de Theranos, Ramesh "Sunny" Balwani, fue imputada por cargos de fraude masivo y conspiración para cometer fraude. El caso derivó en un juicio que culminaría, cuatro años después, en la condena de ambos.

La caída de Elizabeth Holmes: juicio y condena
Durante el juicio, Holmes se defendió alegando que nunca tuvo la intención de defraudar a nadie y que siempre creyó en el potencial de su tecnología. Sin embargo, la evidenciaempleados de Theranos, pintó un panorama diferente. Se reveló que Holmes había manipulado resultados de pruebas y ocultado deliberadamente los errores de su tecnología a inversores y pacientes.
En enero de 2022, Elizabeth fue condenada por cuatro cargos de fraude electrónico y conspiración para cometer fraude, siendo absuelta de otros cuatro y quedando sin dictamen otros tres. Finalmente, en noviembre de 2022, fue sentenciada a 11 años y tres meses de prisión. La historia de Holmes y su caída ha sido un poderoso recordatorio de los peligros del culto a la personalidad en el mundo empresarial y tecnológico, y de cómo el éxito puede nublar el juicio de incluso las mentes más brillantes.
Vida personal y matrimonio
En medio de su escándalo legal, Holmes encontró tiempo para su vida personal. En 2019, contrajo matrimonio con Billy Evans, un empresario y heredero de la cadena hotelera Evans Hotels. A pesar de mantener un perfil bajo, su relación se convirtió en un punto de interés mediático. Evans ha estado al lado de Holmes durante su juicio, y su matrimonio ha sido objeto de especulación, dado el momento tan delicado en la vida de la exempresaria.

Antes de su relación con Evans, Holmes mantuvo una relación sentimental con Ramesh "Sunny" Balwani, quien fue su socio en Theranos y también condenado por fraude. Aunque en el juicio Holmes afirmó que Balwani había ejercido un control emocional y psicológico sobre ella, las declaraciones y pruebas presentadas por la fiscalía mostraron que ambos tenían un papel activo en las decisiones que llevaron a la caída de Theranos.
Una historia de documental, miniserie y ¿película?
A lo largo del proceso judicial, uno de los aspectos más discutidos fue la personalidad carismática de Holmes y su capacidad para convencer a las personas más poderosas del mundo empresarial y político de que su visión era real. The Inventor: Out for Blood in Silicon Valley, un documental dirigido por Alex Gibney y lanzado por HBO en 2019, exploró en profundidad cómo Holmes creó esta ilusión y engañó a todo Silicon Valley y a los medios de comunicación. Esta producción muestra a Holmes como una figura trágica, una empresaria visionaria que se dejó consumir por la ambición y el deseo de cambiar el mundo, a costa de la verdad.
Una imagen similar es la que ofrece la miniserie de Disney+ estrenada en 2022 The Dropout, en la que también se aborda la caída de Theranos y, en especial, la de su fundadora, interpretada por Amnada Seyfried. Creada por Elizabeth Meriwether y dirigida por Michael Showalter, consta de 8 episodios y está basada en el podcast homónimo de ABC News.

Este interés del séptimo arte por el caso de Elizabeth Holmes se iba a ver refrendado en 2025 con el estreno de un biopic -película biográfica- dirigido por Adam McKay y protagonizado por Jennifer Lawrence que llevaría por título Bad Blood y que, a su vez, sería una adaptación cinematográfica del libro Bad Blood: Secrets and Lies in a Silicon Valley Startup publicado por el periodista John Carreyrou en 2018, quien destapó el escándalo de Theranos en el Wall Street Journal. La negativa de la oscarizada actriz tras ver la magnífica interpretación de su colega Amanda Seyfried en el documental The Dropout parece haber dejado en el aire esta producción.
El impacto en Silicon Valley y la industria tecnológica
El caso de Elizabeth Holmes ha dejado una marca indeleble en Silicon Valley y en la percepción pública de la industria tecnológica. Antes de su caída, el mantra de muchas startups tecnológicas era el famoso "moverse rápido y romper cosas" instaurado por Mark Zuckerberg, una mentalidad que priorizaba el crecimiento rápido sobre la precisión y la responsabilidad. Holmes personificaba esa actitud y su éxito inicial parecía validar este enfoque.
Sin embargo, el fraude de Theranos ha puesto en tela de juicio esa mentalidad, resaltando la importancia de la transparencia y la ética en el desarrollo de nuevas tecnologías. Silicon Valley ha aprendido una lección dolorosa con el caso de Holmes: no importa cuán carismático sea un líder o cuán innovadora parezca ser una tecnología, los hechos deben respaldar las promesas.

El legado de Elizabeth Holmes también ha afectado a la percepción de las mujeres en el sector tecnológico. Aunque Holmes fue una de las pocas mujeres en Silicon Valley que alcanzó un nivel tan alto de notoriedad y éxito, su caída ha generado debates sobre si su género influyó en la forma en que fue tratada por los medios y la justicia. Algunos argumentan que, si Holmes hubiera sido hombre, el escrutinio y el juicio podrían haber sido diferentes. Otros creen que su historia no tiene que ver con el género, sino con el hecho de que cometió fraude y puso en peligro la vida de miles de personas.
A día de hoy, Elizabeth Holmes, a sus 40 años, cumple su condena (que tras varias reducciones se establece actualmente en los 9 años y 7 meses de prisión) mientras su nombre sigue resonando como un símbolo de advertencia en Silicon Valley. A pesar de su caída, su historia ha dejado una huella indeleble en la historia de la tecnología y los negocios en Estados Unidos.