¿En su ponencia ha asegurado que a los humanos nos gustan las herramientas. ¿Esto explica, en parte, el boom de la inteligencia artificial?
Absolutamente. Es algo probado científicamente. La fascinación humana por las herramientas -es decir, por dispositivos que “hacen” algo para resolver un problema- parece íntimamente relacionada con el desarrollo y estructura de nuestro cerebro. De este modo, lo demostró Sabine Kastner, de la Universidad de Princeton (EE UU), en diferentes estudios de resonancia magnética funcional cerebral que compararon la respuesta del cerebro humano con el de otros primates.
¿Qué fue primero, la utilización de herramientas o los cambios en el cerebro?
No es fácil de determinar. La inteligencia artificial es la culminación de este impulso, una herramienta avanzada que amplía nuestras capacidades cognitivas. Una respuesta a la pregunta de Alan Turing de si las máquinas pueden pensar. El boom de la inteligencia artificial es una respuesta natural a nuestro deseo constante de superar límites, resolver problemas complejos más rápidamente -y de manera más eficiente- y explorar nuevas fronteras en todas las disciplinas.
¿En qué ámbitos de la salud se aplica ya la inteligencia artificial?
La Inteligencia Artificial ya está transformando la salud en múltiples frentes. En diagnóstico, por ejemplo, algoritmos de inteligencia artificial están siendo utilizados para interpretar imágenes médicas con una precisión que incluso supera a la de los humanos. De hecho, la FDA -la autoridad sanitaria estadounidense- ha aprobado varios algoritmos para retinopatía diabética que superan los resultados obtenidos por los retinólogos. Este uso de la inteligencia artificial ya está transformando la salud en múltiples frentes: es predictiva, es fácilmente comprensible y, además, se puede validar fácilmente mediante una metodología bien conocida: la del ensayo clínico. Otro ejemplo es la investigación farmacéutica, donde se acelera el descubrimiento de nuevos fármacos al predecir cómo las diferentes moléculas pueden interactuar.

¿En cuáles cree que se acabará aplicando?
El potencial de la inteligencia artificial en la salud es prácticamente ilimitado. Hay muchas aplicaciones que no sabemos, que desconocemos. En un futuro no muy lejano, podríamos ver su aplicación en la mejora de la salud mental, mediante terapias personalizadas basadas en el análisis de datos de comportamiento. La cirugía asistida por inteligencia artificial podría alcanzar mayores niveles de exactitud y precisión. Además, la inteligencia artificial generativa podría desempeñar un papel crucial en la gestión de enfermedades crónicas, personalizando tratamientos y monitorizando constantemente la salud del paciente. También es probable que veamos avances significativos en la genómica y la medicina personalizada, donde la inteligencia artificial puede ayudar a entender mejor la relación entre genética, enfermedad y tratamiento.
¿Qué supone que la inteligencia artificial alucine y mienta? ¿Es una cura de humildad saber que ni somos únicos ni somos especiales?
Que la inteligencia artificial pueda “alucinar” o “mentir” es un recordatorio de que estas tecnologías, aunque avanzadas, no son infalibles y reflejan las limitaciones y sesgos de los datos y algoritmos que las alimentan. Es decir, se construyen con las limitaciones propias del sistema de conocimiento. Esto nos obliga a reconsiderar nuestra relación con la tecnología, reconociendo que, aunque poderosa, no es omnipotente ni infalible. Sin duda, es una llamada a la humildad, sí, pero también un recordatorio de nuestra responsabilidad en la creación y gestión de estas herramientas. Nos enseña que, aunque la inteligencia artificial puede imitar -o incluso superar- ciertas capacidades, sigue siendo una creación humana, sujeta a nuestras fortalezas y debilidades.
¿Por qué consideras que la empatía puede ser peligrosa y debemos optar por la compasión?
Realmente, esta idea no es para nada original. Paul Bloom en su libro Contra la empatía: argumentos para una compasión racional hacía responsable a esta cualidad de la inequidad y la inmoralidad social. La empatía, la capacidad de sentir lo que otros sienten, puede ser emocionalmente agotadora y llevar a un juicio sesgado, especialmente en profesionales de la salud. La compasión, por otro lado, es un enfoque más equilibrado y sostenible. Implica preocuparse por el bienestar del otro y actuar para mejorar su situación, pero sin quedar atrapado emocionalmente en su experiencia. En la práctica médica, esto permite mantener una perspectiva clara y objetiva, esencial para tomar decisiones efectivas y mantener el bienestar emocional del profesional.

¿El verdadero reto es que la Inteligencia Artificial llegue a todo el mundo y beneficie a todos?
Ese es, sin duda, uno de los retos más significativos. La democratización de la inteligencia artificial en la salud es crucial para garantizar que sus beneficios no se limiten a una élite. Esto implica superar barreras económicas, geográficas y culturales. La inteligencia artificial tiene el potencial de mejorar la atención médica en todo el mundo, pero solo si se implementa de manera que sea accesible y relevante para diferentes poblaciones. Se debe luchar contra la tendencia polarizadora del conocido “Efecto de Mateo” digital: se dará más al que más tiene.
¿Cómo lograrlo?
Requiere un enfoque colaborativo y multidisciplinario, involucrando a gobiernos, instituciones de salud, desarrolladores de tecnología y, fundamentalmente, a los grupos sociales que se beneficiarán de estas tecnologías. Debemos construir modelos de aplicación con un propósito claro: con un concepto amplio de salud, la inteligencia artificial tiene que ser inclusiva, equitativa y adaptada a las necesidades de todas las personas, independientemente de su ubicación o condición socioeconómica. Además, debería ayudarnos a superar el viejo paradigma de la sociedad industrial, el peligroso “cuanto más, mejor”, de manera que dejemos de sobreutilizar recursos en quien no se beneficia y se lleva los efectos adversos orgánicos, e infrautilicemos los mismos en quien más lo necesita y más beneficio obtendría, y que sufre toda la “toxicidad financiera”.