Vampirismo clínico: descubre la verdad tras la leyenda

A lo largo de la historia se han dado ciertos casos en los que alguien tiene la delirante idea de que es un vampiro y, por lo tanto, tiene una atracción erótica hacia la sangre y la idea de que le va a transmitir ciertos poderes.

En 1892, el psiquiatra forense Richard von Krafft-Ebing comentó en su Psychopathia Sexualis varios casos de hombres obsesionados sexualmente con beber sangre, como el de un viñador de 24 años que asesinó a una niña de doce años en el bosque, mutiló sus genitales, comió parte de su corazón, bebió su sangre y enterró sus restos. O el hombre que le cortó el brazo a su esposa para succionar su sangre porque ésta le despertó un fuerte deseo sexual. Nos referimos al vampirismo clínico, un curioso síndrome médico.

El origen del vampirismo clínico

Caso histórico de vampirismo clínico y violencia sexual

El vampirismo clínico ha sido documentado en la literatura psiquiátrica desde finales del siglo XIX. Uno de los primeros casos registrados fue descrito por Richard von Krafft-Ebing, un psiquiatra forense que relató episodios de hombres obsesionados con beber sangre en su obra "Psychopathia Sexualis". Estos casos no solo involucraban el acto de succionar sangre, sino que también estaban asociados con violencia sexual extrema. Un ejemplo notable es el de un joven viñador que, en un arrebato de deseo, asesinó a una niña, mutiló su cuerpo y bebió su sangre. Estos incidentes sirvieron como base para identificar un patrón de comportamiento vinculado a una compulsión mórbida.

El fenómeno del vampirismo clínico no se limita a un solo tipo de comportamiento violento. Otro caso documentado por Krafft-Ebing involucraba a un hombre que, impulsado por un deseo sexual incontrolable, cortó el brazo de su esposa para beber su sangre. Estos relatos, aunque escasos, han sido suficientes para que algunos psiquiatras comiencen a agrupar estos comportamientos bajo el término de vampirismo clínico, sugiriendo una conexión entre la succión de sangre y la violencia sexual.

Presentación formal en 1964: Richard von Krafft-Ebing y otros investigadores

La primera presentación formal del vampirismo clínico la realizaron los psicoanalistas Richard L. Vanden Bergh y John F. Kelley en 1964 con una interpretación à la Freud: "la popularidad de la figura vampírica evidencia la noción de Freud de que existe un masoquismo primario inherente. Este impulso erótico es de naturaleza primitiva y parece no edípico."

Aunque solo hayan existido escasísimos casos de succión de sangre en el contexto de la violencia sexual y el asesinato, es todo lo que han necesitado algunos psiquiatras para agruparlos bajo el término de "vampirismo clínico". En 1984, Herschel Prins, un trabajador social realizó una encuesta entre "psiquiatras forenses o psiquiatras con un interés particular en esta desviación grave" y concluyó que el vampirismo era una condición clínica más asociada con "trastornos esquizofrénicos, histeria, trastorno psicopático severo y retraso mental”.

El síndrome de Renfield: una compulsión con historia

Aparición del término acuñado por Richard Noll en 1990

Una visión menos dura de este supuesto trastorno se la debemos al psicólogo Richard Noll, que en 1990 era un autor conocido por su libro Bizarre Diseases of the Mind. Un día de ese año, escribiendo la introducción de su siguiente libro Vampires, Werewolves y Demons: Twentieth Century Reports in the Psychiatric Literature, decidió sugerir medio en broma medio en serio que el vampirismo clínico debería cambiar su nombre por el síndrome Renfield, el personaje de la novela de Stoker que vivía encerrado en un manicomio y comía arañas y moscas para absorber su fuerza vital. Controlado mentalmente por Drácula, su vida termina cuando se enamora de Mina Harker y se enfrenta al vampiro. "Recuerdo que me reí cuando pensé en cómo podría hacer un pastiche de un trastorno mental centrado en nuestro buen amigo Renfield", comentó Noll en un entrevista.

La vampira, un cuadro de Edgar Munch. Fuente: Google Art Project/Wikimedia

Características: compulsión por beber sangre y componente sexual

Noll apuntó que el síndrome de Renfield se caracterizaba por una "compulsión de beber sangre" que "casi siempre tiene un fuerte componente sexual asociada". Noll afirmó que aquellos con el síndrome de Renfield pasan por una situación en la pubertad que implica la ingestión de sangre. “En la pubertad se fusiona con las fantasías sexuales y aparece el autovampirismo, es decir, empieza a beber su propia sangre”. Luego pasan a beber la sangre de los animales (zoofagia) y, finalmente, la de los seres humanos vivos (vampirismo).

Por supuesto él mismo no se lo tomó en serio, pero otros sí. El Journal of the History of the Neurosciences publicó en 2011 un artículo de Regis Olry y Duane E. Haines, "El síndrome Renfield: Una enfermedad psiquiátrica extraída de Drácula de Bram Stoker". Cuando leyó el artículo, Noll dijo: "Estoy entre divertido y horrorizado por el monstruo que creé por capricho. ¡A este ritmo, puede muy bien terminar en el DSM-VI (el manual de referencia de enfermedades psiquiátricas norteamericano)!”. Esos autores escribieron muy en serio que su "etiología sigue siendo desconocida".

Clasificación y diagnóstico del vampirismo clínico

Trastornos mentales asociados y diagnóstico diferencial

Aunque no está formalmente reconocido en los manuales diagnósticos, el vampirismo clínico se ha estudiado en la psiquiatría por su asociación con diversos trastornos mentales. Los casos documentados han mostrado una correlación con trastornos esquizofrénicos, histeria y trastornos psicopáticos severos. Estos trastornos suelen manifestarse en comportamientos extremos, como la succión de sangre, que puede interpretarse como una forma de parafilia.

El diagnóstico diferencial del vampirismo clínico es complejo, ya que sus síntomas pueden solaparse con otros trastornos mentales. La necesidad compulsiva de ingerir sangre, por ejemplo, puede confundirse con el autovampirismo o la zoofagia. Estos comportamientos también se observan en individuos con trastornos psicóticos. A pesar de la falta de reconocimiento formal, algunos psiquiatras han sugerido enfoques terapéuticos para tratar el vampirismo clínico. Las terapias psicodinámicas y cognitivo-conductuales se han propuesto como métodos efectivos.

Ausencia en manuales diagnósticos como el CIE-10

El vampirismo clínico no aparece en manuales diagnósticos como el CIE-10 o el DSM-5. Esto dificulta su reconocimiento patológico y, en consecuencia, también su tratamiento en el ámbito clínico. Esta ausencia refleja la naturaleza controvertida y poco comprendida del fenómeno, que a menudo se percibe más como un producto de la cultura popular que como un trastorno mental legítimo.

La falta de inclusión en los manuales diagnósticos también complica la investigación sobre el vampirismo clínico. Sin un marco diagnóstico claro, los estudios sobre el fenómeno suelen ser anecdóticos y carecen de la rigurosidad científica necesaria para establecer conclusiones definitivas.

En la actualidad, hay personas que se autodefinen vampiros. Fuente: Pixabay

La comunidad de vampiros reales en el siglo XXI

Surgimiento y perfil demográfico de los vampiros reales

En una línea similar, desde finales del siglo pasado la literatura médica ha empezado a incluir artículos sobre "el culto a los vampiros". En 2010 los investigadores Megan White y Hatim Omar publicaban que la subcultura de vampiros contemporánea incluye a individuos que dicen ser 'vampiros' que se comportan como se espera que lo hagan, incluyendo salir solamente de noche, durmiendo en ataúdes, poniéndose colmillos e incluso compartiendo sangre. White y Omar incluyeron en su artículo el caso de un adolescente de 15 años que afirmaba ser "adicto a la sangre" y realizar el autovampirismo.

Resultados de la encuesta de Merticus sobre "verdaderos vampiros"

Pero no nos equivoquemos, la "comunidad de vampiros" no se limita a los adolescentes. En Estados Unidos unas 15.000 personas declaran ser 'vampiros reales', y no se trata de aquellos que viven cumpliendo a rajatabla lo que se espera de un vampiro de ficción. Según la Atlanta Vampire Alliance, una de las mayores organizaciones de vampiros de EEUU,un vampiro es esencialmente alguien que se alimenta de la energía vital o de la sangre de otro ser, a menudo humano... los vampiros son individuos incapaces de mantener su bienestar físico, mental o espiritual sin alimentarse así... si no lo hace el vampiro se volverá letárgico, enfermizo, deprimido y a menudo sufrirá física y psíquicamente”. El cofundador del grupo, un hombre que se hace llamar Merticus y que se identificó como un verdadero vampiro en 1997, ha realizado dos estudios financiados por Suscitatio Enterprises, una empresa dedicada a investigar el fenómeno de los “vampiros reales”.

Tras realizar 950 encuestas con vampiros de todo el mundo, Merticus obtuvo los siguientes resultados: son adultos, caucásicos (72%), heterosexuales (55%), y dicen tener un cociente intelectual por encima de la media. Aunque deberíamos decir vampiras, pues al contrario a lo que afirma la literatura médica sobre el vampirismo, los “vampiros reales” son más mujeres (63%) que hombres (35%). Siguiendo con las sorpresas, sólo el 35% se identifican como góticos y un 24% pertenecen a un grupo de vampiros organizado. Finalmente, un 40% se identifican como híbridos, que hacen ambas cosas.

El vampirismo clínico es una condición poco estudiada. Fuente: Pixabay

Tipos de vampiros y su salud mental

Diferenciación entre vampiros sanguinarios y psíquicos

Segñun el informe Merticus, en función de su fuente de alimentación, el 52% de los "verdaderos vampiros" se confiesan como 'sanguinarios' (esto es, beben sangre). El 68% de ellos se identifican como 'vampiros psíquicos', que dicen tomar la energía psíquica de otros ya sea por el tacto o por medios no físicos.

Consumo consensual de sangre y estabilidad mental

¿Están locos o sufren de alguna enfermedad psíquica? Parece ser que no. Solo un 31% son depresivos, un 16% sufren de trastorno bipolar y otro 16% reportaron trastorno de pánico. En realidad la gran mayoría nunca ha ido a un psiquiatra, ni presenta adicción alguna a drogas o alcohol, ni tiene antecedentes de abuso sexual, ni ha sido condenada por delitos violentos. Son personas como nosotros salvo por un insignificante detalle: se creen vampiros.

Curiosamente, a bastantes de ellos les gustaría que se encontrara una explicación científica (que no sea psiquiátrica) que les explique por qué se sienten así. Los vampiros reales dicen que nacieron así, no eligieron su identidad. Consumen pequeñas cantidades de sangre humana, a veces haciendo pequeñas incisiones en la parte superior del pecho de un donante dispuesto, a menudo como parte de una relación a largo plazo. "El consumo de sangre de fuentes humanas se facilita a través de un acuerdo consensual por contrato verbal o escrito entre un vampiro y un donante", explica Merticus. Si no tiene acceso a un donante el vampiro puede usar otras comidas como sustitutos de la sangre: carne cruda, chocolate, vino tinto, leche y alimentos con alto contenido en azúcar.

El vampirismo en la cultura y el mito

Vampirismo en la ficción: de Bram Stoker a la actualidad

La imagen del vampiro ha sido inmortalizada en la cultura popular, desde la publicación de Drácula de Bram Stoker en 1897 hasta las adaptaciones modernas en cine y literatura. Este personaje, con su aura de misterio y seducción, se ha convertido en un símbolo de lo prohibido y lo sobrenatural. En la ficción contemporánea, el vampiro se ha reinterpretado de diversas maneras, desde los antihéroes románticos de Solo los amantes sobreviven (Jim Jarmush, 2011) hasta los monstruos aterradores de 30 días de oscuridad (David Slade, 2007). Películas y series de televisión han explorado diferentes aspectos del mito del vampiro, como las consecuencias de la eternidad, el apetito incontrolable o la soledad.

El impacto del vampirismo en la ficción también se extiende al ámbito académico, donde ha sido objeto de estudio en disciplinas como la literatura, la psicología y la antropología. Los investigadores han analizado el simbolismo del vampiro y su relación con temas como el deseo, el poder y la transgresión

Vampirismo histórico: figuras notables y mitos

A lo largo de la historia, el vampirismo ha estado asociado con figuras notables y mitos que han contribuido a su leyenda. Personajes históricos como Vlad Draculea, también conocido como Vlad el Empalador, e Isabel Bathory, la Condesa Sangrienta, han sido relacionados con el vampirismo por sus acciones violentas y sanguinarias. Estos individuos, aunque no eran vampiros en el sentido literal, han sido inmortalizados en la cultura popular como ejemplos de la crueldad y el poder asociados con el mito del vampiro.

La histeria colectiva sobre el vampirismo también ha dejado su huella en la historia, especialmente durante la Edad Moderna, cuando las comunidades europeas realizaban actos extremos para verificar la existencia de vampiros. La profanación de tumbas y la ejecución de supuestos vampiros fueron prácticas relativamente comunes en áreas de Europa central y del este.

Referencias

  • Groom, Nick. 2020. El vampiro. Una nueva historia. Madrid: Desperta Ferro.
  • Gubb, K. et al. 2006. "Clinical Vampirism: A Review and Illustrative Case Report". South African Psychiatry Review, 9: 163-168. URL: https://hdl.handle.net/10520/EJC73116
  • Prins H. 1985. "Vampirism—A Clinical Condition". British Journal of Psychiatry, 146(6):666-668. DOI: 10.1192/bjp.146.6.666

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