El mundo de las pseudociencias es prácticamente inabarcable. Proponer sandeces es fácil (especialmente ahora que internet sirve de altavoz a cualquiera) pero desmentirlas suele ser mucho más complicado. Esto no se debe a que esas sandeces tengan algo de cierto tras ellas y suele tener que ver con el hecho de que demostrar la no existencia de algo es casi imposible. Como ya propuso ingeniosamente el filósofo Bertrand Russell, si alguien asegurara la existencia de una tetera flotando en el espacio, en algún lugar entre la órbita de la Tierra y Marte, sería increíblemente complicado desmentir su afirmación. Una tetera es absolutamente insignificante en comparación con los millones de kilómetros que nos separan del planeta rojo. Este símil absurdo nos ayuda a aproximarnos a la teoría pseudocientífica de la tierra hueca.
La teoría de la Tierra Hueca: una visión pseudocientífica
Si pasáramos 50 años observando todo el cielo en busca de dicha tetera utilizando para ello todos los telescopios del mundo, algún defensor de esta idea aún podría añadir que la tetera era en verdad negra. Dirían que por eso no se ha detectado o que era más pequeña de lo que pensábamos y solo medía unos milímetros o alguna otra excusa que mantuviera su argumento vivo. Es quien defiende la existencia de la tetera quien debe aportar pruebas de su existencia. Dicho de forma más elegante, la carga de la prueba recae sobre quien hace la afirmación. Esto aplica por supuesto a pseudociencias (y teorías de la conspiración) más elaboradas, como puede ser el terraplanismo o la protagonista del artículo que estás leyendo: la Tierra Hueca.
No solo la tierra hueca: conspiraciones pseudocientíficas
Existen comunidades (que suelen reunirse por internet) que creen que la Tierra no es una esfera sólida, llena de material desde la superficie hasta su núcleo. Dicen que consiste en una corteza de roca de varios cientos de kilómetros de grosor, pero que el interior de la Tierra está vacío u ocupado por una atmósfera Estas comunidades creen además que esta cavidad interna de la Tierra puede alcanzarse a través de sendas aberturas gigantescas, de kilómetros de diámetro, en los polos. Por lo menos esta pseudociencia sí asigna a nuestro planeta una forma esférica.
Esta es la versión más básica de la pseudociencia de la Tierra Hueca. Hay también quien asegura que en el centro de esa región hueca hay un sol y que sobre la superficie interior de la Tierra Hueca habría un mundo con sus mares y continentes habitados por una especie de “alienígenas” inteligentes. No falta imaginación, desde luego.

Orígenes históricos de la teoría de la Tierra Hueca
Esta idea no es un fenómeno nuevo surgido de algún rincón oscuro de internet (aunque sea ahí donde habita hoy en día). Algunos científicos y pensadores a lo largo de los siglos la han considerado como una posibilidad seria. Athanasius Kircher, un erudito jesuita del siglo XVII propuso en su Mundus Subterraneus que existía un intrincado sistema de cavernas que unía el subsuelo de todo el mundo. Incluso, que existía un canal de agua que unía los dos polos terrestres.

Athanasius Kircher y Edmond Halley: pioneros de una idea errónea
Athanasius Kircher no fue el único en considerar la posibilidad de una Tierra hueca. Edmond Halley, célebre por descubrir el cometa que lleva su nombre, también exploró esta idea en el siglo XVII. Halley propuso que la Tierra estaba compuesta por una corteza de 800 kilómetros de grosor, con varias capas concéntricas en su interior, cada una con sus propios campos magnéticos. Esta hipótesis buscaba explicar el comportamiento errático de las brújulas en algunas regiones del planeta.
Halley también sugirió que las auroras boreales podrían ser causadas por gases escapando de esta región interna. Aunque estas ideas fueron innovadoras en su tiempo, han sido refutadas por la ciencia moderna. La comprensión actual de la geología y la física atmosférica ha demostrado que las teorías de Kircher y Halley carecen de base empírica, y que la Tierra es, de hecho, un cuerpo sólido con un núcleo de hierro y níquel.
Argumentos físicos y científicos contra la Tierra Hueca
Todo esto por supuesto no tiene ningún sentido. Para empezar, multitud de personas han viajado a las cercanías de ambos polos y no han observado estos gigantescos agujeros ni posibles barreras que pudieran rodearlos. Pero más allá de eso, las observaciones de varias ciencias nos dan argumentos en contra de esta idea. Las lecturas de sismógrafos en todo el mundo nos confirman que las ondas sísmicas producidas durante los terremotos viajan por el interior de la Tierra alcanzando puntos opuestos del planeta. Si la Tierra consistiera en una corteza fina esas ondas deberían recorrerla por completo antes de llegar al lado opuesto del planeta, cosa que no se ha observado.
La densidad de la Tierra y la gravedad: obstáculos insalvables
Por otro lado, dada la gravedad que ejerce la Tierra y su tamaño, sabemos que tiene una densidad de unos 5 500 kilogramos por metro cúbico. Puesto que las rocas y el material de la superficie tienen una densidad media menor, de unos 2 700 kilogramos por metro cúbico, el interior de la Tierra debe ser muy denso Más importante, debe ser sólido y no estar vacío. Además, esa misma gravedad que somos capaces de medir desde aquí fuera acabaría aplastando toda esa corteza, haciendo que se derrumbara y colapsara. Ningún material conocido, y especialmente no los materiales que componen la corteza terrestre, es capaz de aguantar tales fuerzas y de sostener 800 kilómetros de roca sobre sí mismo.
No existe ningún proceso físico que pueda crear algo similar a nuestro Sol pero de tan solo unos cientos de kilómetros de tamaño. La fusión nuclear que mantiene viva a una estrella normal no podría tener lugar. Aunque esta pseudociencia sea menos popular que el terraplanismo y aunque sus afirmaciones nos parezcan todavía más inverosímiles, siempre es conveniente andarse con ojo y tener argumentos para combatirla.
Observaciones geológicas y sismológicas: pruebas concluyentes
Las observaciones geológicas y sismológicas proporcionan pruebas concluyentes contra la idea de una Tierra hueca. Los sismógrafos han registrado cómo las ondas sísmicas generadas por terremotos viajan a través del interior del planeta, alcanzando puntos opuestos. Si la Tierra tuviera una corteza delgada y un interior vacío, estas ondas se comportarían de manera diferente, lo que no coincide con las observaciones.
Además, la geología ha demostrado que la estructura interna de la Tierra es compleja y sólida, con un núcleo compuesto principalmente de hierro y níquel. Las capas del planeta, desde la corteza hasta el núcleo, están bien definidas y han sido estudiadas a fondo por los científicos. Estas observaciones refutan de manera inequívoca la posibilidad de un planeta hueco, confirmando que la Tierra es un cuerpo sólido con un núcleo metálico.
La imposibilidad de un "sol" interior según la física nuclear
La idea de que un "sol" podría existir en el interior de la Tierra es una noción que desafía las leyes de la física nuclear. La fusión nuclear, el proceso que alimenta a las estrellas, requiere condiciones de presión y temperatura que no podrían darse en un espacio tan reducido como el supuesto interior hueco de la Tierra. Además, la cantidad de energía necesaria para mantener un "sol" de este tipo sería insostenible en un ambiente tan limitado.
La física nuclear nos enseña que las estrellas, incluido nuestro Sol, son cuerpos masivos que generan energía a través de la fusión de núcleos atómicos. Este proceso no podría replicarse en el interior de la Tierra, ya que carece de la masa y las condiciones necesarias para iniciar y sostener la fusión nuclear. Este argumento científico desmantela una de las ideas más fantasiosas de la teoría de la Tierra Hueca, demostrando su imposibilidad física.

Las afirmaciones sobre aberturas en los polos
Uno de los aspectos más intrigantes de la teoría de la Tierra Hueca es la afirmación de que existen aberturas en los polos que conducen al interior del planeta. Sin embargo, estas afirmaciones carecen de pruebas y han sido refutadas por la exploración y la ciencia moderna. Los polos han sido objeto de numerosas expediciones científicas que no han encontrado evidencia de tales aberturas, desmintiendo así esta parte de la teoría.
El mito de los accesos polares al interior de la Tierra
El mito de los accesos polares al interior de la Tierra es una de las características más persistentes de la teoría de la Tierra Hueca. Según esta idea, existen aberturas gigantescas en los polos que permiten el acceso a un mundo subterráneo. Sin embargo, a pesar de las numerosas expediciones realizadas en las regiones polares, no se ha encontrado evidencia alguna de estas supuestas aberturas.
Las exploraciones científicas en los polos han sido extensivas y detalladas, utilizando tecnología avanzada para mapear y estudiar estas regiones. Ninguna de estas investigaciones ha revelado la existencia de entradas al interior de la Tierra, lo que refuta de manera concluyente esta parte de la teoría. La ausencia de pruebas es un fuerte indicativo de que estas afirmaciones son infundadas y pertenecen al ámbito de la fantasía.
La importancia de combatir las pseudociencias
Combatir las pseudociencias es crucial para preservar la integridad del conocimiento científico y evitar la difusión de ideas erróneas. Las teorías como la de la Tierra Hueca, aunque parezcan inofensivas o incluso entretenidas, pueden socavar la comprensión científica y fomentar la desinformación. Es esencial que la comunidad científica y el público en general estén equipados con argumentos sólidos para contrarrestar estas afirmaciones sin base.

La carga de la prueba y la responsabilidad de los afirmantes
En el ámbito de las pseudociencias, la carga de la prueba recae sobre quienes hacen afirmaciones extraordinarias. Es responsabilidad de los defensores de teorías como la de la Tierra Hueca proporcionar evidencia verificable que respalde sus afirmaciones. Sin pruebas concretas, estas ideas no pueden ser aceptadas como válidas en el contexto científico. La exigencia de pruebas es un principio fundamental del método científico que ayuda a distinguir entre hechos y ficción.
El reconocimiento de la carga de la prueba es esencial para mantener la integridad del discurso científico. Sin este principio, cualquier afirmación, por absurda que sea, podría ser considerada válida. Es por eso que la comunidad científica insiste en la necesidad de pruebas empíricas antes de aceptar cualquier teoría. En el caso de la Tierra Hueca, la falta de evidencia sólida es un claro indicativo de su naturaleza pseudocientífica.
Cómo los argumentos sólidos pueden desmentir teorías de conspiración
Desmentir teorías de conspiración requiere argumentos sólidos y basados en la evidencia. Las teorías como la de la Tierra Hueca a menudo se sostienen en la falta de pruebas y en la desconfianza hacia la ciencia establecida. Sin embargo, al presentar datos empíricos y razonamientos lógicos, es posible desmantelar estas afirmaciones y demostrar su falta de fundamento.
La ciencia proporciona herramientas poderosas para refutar las pseudociencias. A través de la observación, el experimento y el análisis, los científicos pueden desmentir teorías infundadas y promover una comprensión más precisa del mundo. En el caso de la Tierra Hueca, los argumentos basados en la densidad de la Tierra, las observaciones sismológicas y la física nuclear son ejemplos de cómo la ciencia puede contrarrestar la desinformación y las teorías de conspiración.
Referencias:
- Standish, David. Hollow Earth: the Long and Curious History of Imagining Strange Lands, Fantastical Creatures, Advanced Civilizations, and Marvelous Machines Below the Earth's Surface. Da Capo Press, 2006.