Existen multitud de testimonios registrados sobre avistamientos de objetos o destellos de luz moviéndose a gran velocidad y de forma errática por el cielo, que no han podido conectarse con aviones, cohetes u otro fenómeno humano. Estos son los llamados OVNIs u Objetos Voladores No Identificados. En la actualidad se prefiere utilizar el nombre de “Fenómeno Aéreo No Identificado” o FANI, porque no todas las observaciones pueden asociarse a objetos. Además, ayuda a separar la terminología utilizada para referirse a ellos con su posible origen o forma. Esto es así porque la subcultura asociada a los avistamientos de estos fenómenos ha derivado en una pseudociencia muy activa.
A pesar de que los OVNIs o FANIs son estrictamente eso, “cosas” que no han podido identificarse, miles de personas a lo largo del mundo (aunque especialmente en EEUU) han tendido a asociarlos con la visita de vida inteligente a bordo de naves espaciales. Sin embargo estas supuestas observaciones de platillos volantes (y otros tipos de objetos) no han existido siempre. Vieron un claro auge tras la segunda guerra mundial y especialmente en los inicios de la carrera espacial. Lo que antiguamente eran avistamientos de ángeles, demonios o espíritus en general, a día de hoy se ha convertido en avistamientos de alienígenas. La ciencia ficción y el desarrollo de nuestra propia tecnología probablemente han guiado el pensamiento popular en esa dirección.

Como bien decía Carl Sagan: “Las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias”. Aquí “extraordinaria” no se refiere a sobrenatural, ni inusual, ni fantástica ni nada por el estilo. Se refiere a sólida, incuestionable, reproducible. Quien afirma conocer de la existencia de vida extraterrestre, quien afirma haber estado en contacto con dicha vida extraterrestre, debe aportar pruebas irrefutables de aquello que afirma, por el simple hecho de que su afirmación es inaudita y contradice lo que sabemos del universo. Relatos o grabaciones de audio o vídeo de mala calidad no son pruebas extraordinarias. Un objeto de origen extraterrestre o los restos de alguno de los miles de objetos supuestamente vistos serían pruebas extraordinarias.
A pesar de que los dispositivos de grabación (tanto de audio como de vídeo) hayan mejorado enormemente en las últimas décadas, las supuestas evidencias de objetos de origen extraterrestre siguen siendo tan precarias y ambiguas como antes. Las anécdotas y testimonios de testigos directos de estos avistamientos deberían recibir la misma consideración que reciben quienes aseguran haber visto dragones, gnomos o duendecillos. Puesto que no existe evidencia de su existencia, si pretenden ser creíbles deberán aportar pruebas incuestionables.
Las pseudociencias suelen convivir entre sí, por lo que un porcentaje de quienes le asignan un origen extraterrestre a estos objetos sin identificar cree también en otras pseudociencias o teorías de la conspiración. La misma gente que opina que la NASA, los gobiernos o “el nuevo orden mundial” nos engaña y nos oculta cosas y la misma gente que cree que todos los científicos mienten (a sabiendas o por haber sido engañados) no es capaz de aceptar que miles de personas pueden haber sido sugestionadas a asignar un origen fantástico a fenómenos que han observado para los que no tenían una fácil explicación.
La ciencia, cuando no tiene una explicación para un determinado fenómeno o proceso, no acepta sin pruebas la explicación que más interesante le parece. No sabemos cómo exactamente surgió la vida, por lo que los científicos proponen diferentes hipótesis que podrán ser comprobadas o refutadas en el laboratorio o con las observaciones de campo, en vez de asignarle a ese inicio de la vida un origen místico o divino. No sabemos qué constituye la materia oscura y por ello se han hecho propuestas de qué podría ser, pero ninguna de ellas ha sido aceptada, precisamente por la falta de pruebas. El hecho de que no tengamos explicación para estos y otros asuntos no significa que no puedan ser explicados. Si esa fuera la forma de proceder de la ciencia, esta empresa humana habría concluido hace siglos, con algún grupo de científicos concluyendo que todo lo que no se sabía en, pongamos, 1670, no se podía explicar y debía tener un origen místico.
Por otro lado, en caso de que esos fenómenos aéreos no identificados fueran realmente alienígenas que están visitando nuestro planeta, ¿por qué se comportarían así? Tras realizar un viaje de varios años luz llegan a un sistema solar donde hay vida inteligente con la que no han contactado nunca y deciden hacer incursiones en su atmósfera, quedándose siempre a gran distancia. Si no quisieran establecer contacto directo con los humanos, no tendría ningún sentido entrar en nuestra atmósfera pudiendo observarnos desde la baja órbita terrestre, como ya hacen los cientos de satélites que tenemos en órbita con ese mismo objetivo. Y en caso de que sí quisieran ponerse en contacto, podrían hacerlo mediante ondas de radio, o podrían directamente aterrizar.
La NASA ha publicado recientemente su primer informe sobre FANIs, concluyendo lo que podría esperarse: que sin pruebas concluyentes, no se puede asignar un origen extraterrestre a los fenómenos observados. Este es el primer informe de este tipo que realiza la NASA no porque no hubiera interés en este tema, si no porque hasta ahora este tipo de informes los había confeccionado el ejército de Estados Unidos (y otros ejércitos u otras agencias de otros países, por supuesto).
Referencias:
- Cross, Anne, "The Flexibility of Scientific Rhetoric: A Case Study of UFO Researchers". Qualitative Sociology. Springer. 27, 2004, doi:10.1023/B:QUAS.0000015542.28438.41