La Tierra entera temblaba misteriosamente cada 90 segundos… y ahora los científicos han resuelto el enigma: todo apunta a un megatsunami de 200 metros como responsable

Una ola atrapada en un fiordo de Groenlandia generó un fenómeno sísmico global que sacudió el planeta cada 90 segundos durante días. Ahora, por fin, sabemos por qué.
Detectan la causa de los misteriosos temblores globales cada 90 segundos
Detectan la causa de los misteriosos temblores globales cada 90 segundos. Foto: Istock/Christian Pérez

Durante nueve días de septiembre de 2023, un fenómeno desconcertante se repitió cada 90 segundos: una vibración casi imperceptible, pero global, recorría el planeta. Como un metrónomo invisible, la Tierra parecía latir al ritmo de una onda misteriosa que ni los más sofisticados sensores sísmicos habían registrado antes de esa forma. Un mes después, ocurrió de nuevo. Esta vez fue más breve, pero igual de enigmática.

No se trataba de terremotos, explosiones o pruebas nucleares. Tampoco había evidencia de actividad volcánica. Lo que se registraba era un pulso sísmico de baja frecuencia que desafiaba las explicaciones habituales y que desconcertó a los geofísicos durante meses. Hoy, casi dos años después, se ha resuelto el misterio: fue el eco planetario de dos mega-tsunamis desatados por deslizamientos de tierra en un remoto fiordo del este de Groenlandia.

Este descubrimiento, publicado en la revista Nature Communications, ha sido posible gracias a una combinación sin precedentes de observaciones satelitales de alta resolución, análisis sísmico y modelos numéricos. Y lo más inquietante es que todo apunta a un origen muy familiar: el cambio climático.

Cuando Groenlandia golpea el planeta como un tambor

El lugar del suceso es el Dickson Fjord, un brazo de mar estrecho y encajonado en la geografía del noreste de Groenlandia. Allí, el 16 de septiembre y el 11 de octubre de 2023, colapsaron dos grandes masas de hielo y roca, probablemente debido al adelgazamiento progresivo de un glaciar cercano. Cada desprendimiento generó un megatsunami de hasta 200 metros de altura. Pero lo extraordinario no fue solo su tamaño, sino lo que ocurrió después.

En lugar de disiparse rápidamente, como suelen hacer los tsunamis en mar abierto, las olas comenzaron a rebotar entre las paredes del fiordo, generando un tipo especial de onda llamada "seiche". Este fenómeno, similar al vaivén del agua en una bañera tras un movimiento brusco, quedó atrapado por la geometría cerrada del fiordo. La oscilación duró días, golpeando una y otra vez los flancos del fiordo como si fueran los bordes de un tambor. Y con cada impacto, se generaban ondas sísmicas que se propagaban a través de la corteza terrestre... hasta alcanzar los confines del planeta.

Imagen satelital del fiordo Dickson en el este de Groenlandia, captada por el satélite Sentinel-2 del programa Copernicus
Imagen satelital del fiordo Dickson en el este de Groenlandia, captada por el satélite Sentinel-2 del programa Copernicus. Fuente: Thomas Monahan

Aunque las primeras investigaciones apuntaban a esta hipótesis, faltaban pruebas directas. El fenómeno no fue visible para el personal militar danés que patrullaba la zona en esos días. Y sin mediciones de campo suficientes, la idea de que un seiche había sacudido el planeta parecía, cuanto menos, improbable.

La clave llegó desde el espacio. Gracias a un instrumento revolucionario a bordo del satélite SWOT (Surface Water and Ocean Topography), lanzado en diciembre de 2022 por NASA y la agencia espacial francesa CNES, se pudieron capturar mediciones altimétricas en 2D con una precisión sin precedentes. A diferencia de los satélites tradicionales, que solo miden justo debajo de su trayectoria, SWOT cubre franjas de 50 km de ancho, lo que permitió registrar incluso las variaciones de nivel dentro del fiordo.

Con estos datos, los investigadores reconstruyeron mapas detallados del nivel del mar en distintos momentos. Y ahí estaban: pendientes transversales en direcciones opuestas, alternándose cada pocos días, justo en el ritmo que sugería la señal sísmica. Era la firma inconfundible de un seiche.

Mediante técnicas de aprendizaje automático y comparación con señales sísmicas captadas a más de 1.300 km de distancia, el equipo logró estimar la fuerza del fenómeno: el primer seiche alcanzó una altura de casi ocho metros y generó una presión horizontal equivalente a 500 Giganewtons. En términos simples, era como si cada 90 segundos, una masa de agua del tamaño de un edificio golpeara la corteza terrestre con la fuerza de millones de toneladas.

Lo más sorprendente es que este gigantesco movimiento no provocó destrucción visible en el entorno más allá de los tsunamis iniciales. Fue un cataclismo silencioso: resonó a escala planetaria, pero apenas dejó rastro en la superficie. Solo ahora, con la tecnología adecuada, se ha podido observar directamente.

Región de estudio del fiordo Dickson, con datos del satélite SWOT (Topografía de las Aguas Oceánicas Superficiales) y mediciones realizadas directamente sobre el terreno
Región de estudio del fiordo Dickson, con datos del satélite SWOT (Topografía de las Aguas Oceánicas Superficiales) y mediciones realizadas directamente sobre el terreno. Fuente: Monahan, T., Tang, T., Roberts, S. et al. Nat Commun 16, 4777 (2025)

Los investigadores destacan que este evento no habría sido posible sin una combinación específica de factores: el derretimiento del glaciar, la disposición del fiordo y la magnitud de los deslizamientos. Pero advierten que este tipo de fenómenos pueden volverse más comunes a medida que el cambio climático acelera el colapso de glaciares en zonas abruptas.

El caso del Dickson Fjord representa lo que los científicos llaman una “nueva clase de extremos”: fenómenos nunca antes observados, impulsados por el calentamiento global, que escapan a los modelos tradicionales. Además, demuestra que en regiones remotas como el Ártico, donde apenas hay sensores terrestres, los satélites como SWOT se están volviendo esenciales para comprender lo que está ocurriendo.

Más allá de la anécdota científica, el hallazgo plantea interrogantes profundos. ¿Cuántos otros seiches o fenómenos extremos estamos ignorando simplemente porque carecemos de herramientas para verlos? ¿Podría un evento similar producirse en otro fiordo del planeta, más cerca de zonas habitadas? ¿Estamos preparados para detectar —y anticipar— los nuevos sonidos de un planeta en transformación?

Una sección de montaña y glaciar junto al fiordo Dickson, en Groenlandia, fotografiada en agosto de 2023 (izquierda), y el mismo lugar tras un deslizamiento de tierra ocurrido en septiembre de 2023
Una sección de montaña y glaciar junto al fiordo Dickson, en Groenlandia, fotografiada en agosto de 2023 (izquierda), y el mismo lugar tras un deslizamiento de tierra ocurrido en septiembre de 2023. Foto: Søren Rysgaard/Danish Army

Un planeta que late en silencio

El estudio no solo resolvió uno de los misterios geofísicos más extraños de los últimos años. También mostró que el planeta está cambiando de formas sutiles pero profundas, muchas veces invisibles... hasta que alguien logra escuchar.

Quizá la Tierra no habla en palabras, pero sí vibra. Y en septiembre de 2023, lo hizo cada 90 segundos durante nueve días seguidos. Ahora lo sabemos. Y más importante aún: ahora podemos medirlo.

Referencias

  • Monahan, T., Tang, T., Roberts, S. et al. Observations of the seiche that shook the world. Nat Commun 16, 4777 (2025). doi:10.1038/s41467-025-59851-7

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