Cuando clavas un clavo, una mano sujeta y la otra golpea. Ese simple gesto, repetido miles de veces en distintas formas, podría estar esculpiendo la forma en que tu cerebro interpreta el mundo. La investigación en neurociencia lleva décadas describiendo que cada hemisferio cerebral procesa mejor ciertos tipos de información: uno se especializa en lo rápido y detallado; el otro, en lo más estático y global. Lo que no estaba claro era por qué.
Un equipo de la Universidad de Cornell, liderado por Owen Morgan y Daniel Casasanto, cree haber encontrado la pista. Su hipótesis de asimetría de la acción propone que esta especialización no es algo fijo desde el nacimiento ni un subproducto del lenguaje, sino que se moldea por la manera en que usamos nuestras manos en las tareas cotidianas.
Para comprobarlo, reclutaron a casi 2.000 participantes, incluyendo un grupo poco habitual en estos estudios: personas zurdas, a menudo ignoradas en la investigación cerebral. Y los resultados reescriben parte de lo que creíamos saber sobre la percepción visual.
"Encontramos el mismo patrón que siempre encuentras en los diestros, cuyos hemisferios izquierdos están especializados para la percepción visual de alta frecuencia, y exactamente lo contrario en los zurdos", dijo Daniel Casasanto, profesor del Departamento de Psicología y la Facultad de Ecología Humana, y director del Laboratorio de Experiencia y Cognición.
El patrón visual que cambia con la mano dominante
En la mayoría de las personas diestras, el hemisferio izquierdo del cerebro procesa mejor los detalles visuales de alta frecuencia, es decir, los elementos pequeños y de cambio rápido, como letras finas o texturas detalladas. El hemisferio derecho, en cambio, se orienta a la información de baja frecuencia, más global y estática, como formas amplias o contrastes generales.
El estudio halló que en los zurdos más consistentes ocurre exactamente lo contrario: su hemisferio derecho se encarga de las altas frecuencias y el izquierdo de las bajas. En personas ambidiestras o con dominancia menos marcada, la asimetría se reducía.
Este hallazgo contradice la idea de que esta organización cerebral esté predeterminada en el útero o que dependa de la zona encargada del lenguaje, ya que la especialización lingüística no se invirtió en los zurdos.
"Estos datos apoyan nuestra teoría de que la forma en que se organizan los sistemas perceptivos en el cerebro depende de la forma en que realizamos acciones con nuestras manos".

Cómo se midió la especialización cerebral
Los investigadores realizaron dos experimentos en línea en los que se mostraban figuras jerárquicas: formas grandes hechas de elementos pequeños (por ejemplo, un cuadrado compuesto por triángulos diminutos). Los participantes debían identificar rápidamente detalles de alta o baja frecuencia, presentados en el campo visual izquierdo o derecho.
En total, participaron casi 2.000 personas, equilibrando el número de diestros y zurdos, y analizando también a individuos con lateralidad mixta. Las diferencias en velocidad de respuesta revelaron qué hemisferio procesaba mejor cada tipo de información.
Un tercer experimento con pruebas auditivas —escuchando sonidos diferentes en cada oído— confirmó que la especialización visual no dependía de la especialización lingüística, que se mantuvo igual en ambos grupos.
La hipótesis de asimetría de la acción
"Esa es nuestra hipótesis: que las asimetrías en la acción de la mano dan lugar a asimetrías en la percepción en la visión y la audición", dijo Casasanto.
Según esta hipótesis, la especialización de cada hemisferio para distintas frecuencias visuales surge de cómo usamos nuestras manos en acciones de alta o baja frecuencia.
La mano dominante suele encargarse de tareas rápidas y precisas, como escribir o golpear, que generan estímulos de alta frecuencia visual y auditiva en su campo visual correspondiente. La mano no dominante, en cambio, suele sostener, estabilizar o realizar movimientos más lentos, asociados a información de baja frecuencia. Con el tiempo, esta distribución de tareas podría entrenar a cada hemisferio para procesar mejor un tipo de información.
Este enfoque se conecta con la hipótesis de especificidad corporal, que sostiene que las características de nuestro cuerpo —como ser diestro o zurdo— moldean cómo se organiza nuestra mente.

Implicaciones para entender el cerebro
El descubrimiento abre una vía para reconsiderar teorías clásicas sobre la lateralización cerebral. Si la especialización visual puede invertirse según la mano dominante, tal vez otras funciones cognitivas también estén influenciadas por la experiencia motora y no solo por la genética o el desarrollo prenatal.
Esto podría explicar variaciones individuales en la percepción, la atención e incluso la forma de representar conceptos como el tiempo o los números, que en estudios previos también han mostrado diferencias entre diestros y zurdos.
Además, la investigación sugiere que los cambios en el uso de las manos —por lesión, práctica intensiva o adaptación— podrían reorganizar el procesamiento cerebral, algo que los autores quieren explorar con personas que han perdido la función de su mano dominante tras un ictus.
El papel de los zurdos en la ciencia
Históricamente, los estudios neurocientíficos han trabajado casi exclusivamente con personas diestras para “simplificar” el análisis. Este sesgo ha dejado fuera a un porcentaje significativo de la población y, como muestra este trabajo, ha ocultado patrones importantes.
Incluir a zurdos no solo permite contrastar hipótesis, sino que también amplía la comprensión de cómo la diversidad física y motora influye en el cerebro. Aquí, su participación fue clave para demostrar que la especialización visual no es fija, sino moldeable por la acción.

Mirando hacia adelante
"La forma en que realizas acciones con tus manos influye en un montón de funciones cognitivas diferentes, incluyendo el lenguaje y la emoción, y, ahora sabemos, la percepción visual", dijo Casasanto.
El equipo planea seguir investigando si la misma lógica se aplica a la percepción auditiva y a otras modalidades sensoriales. También quieren saber cómo cambia la especialización visual en personas que, por lesión o entrenamiento, modifican qué mano usan para tareas específicas.
El mensaje de fondo es claro: nuestro cerebro no es solo un producto de la biología, sino también de nuestros hábitos y acciones diarias. Cada vez que escribimos, cocinamos o practicamos un deporte, no solo entrenamos el cuerpo, también estamos esculpiendo cómo vemos y entendemos el mundo.
Referencias
- Morgan, O., & Casasanto, D. (2025). Frequency asymmetries in vision: The action asymmetry hypothesis. Journal of Experimental Psychology: General. Advance online publication. doi: 10.1037/xge0001806