En lo alto de las Montañas Nevadas de Nueva Gales del Sur, donde el invierno pinta de blanco los humedales alpinos, vivía hasta hace no mucho una de las ranas más enigmáticas y visualmente impactantes de Australia: Pseudophryne corroboree. Con su cuerpo cubierto de bandas negras y amarillas, como si llevara un traje de gala radioactivo, este pequeño anfibio no solo se distinguía por su aspecto, sino por su canto: un susurro estacional que durante generaciones guió a los pueblos indígenas de la zona a través de los pasos de montaña. Pero ahora, ese canto ha enmudecido.
En el mes de abril, un equipo internacional liderado por la Universidad de Melbourne y con participación del prestigioso Vertebrate Genomes Project de la Universidad Rockefeller ha dado un paso monumental para cambiar el destino de esta especie considerada "funcionalmente extinta". Publicaron el primer mapa genético completo —a nivel cromosómico— de Pseudophryne corroboree, una herramienta que podría ser clave para su retorno al ecosistema del que desapareció.
La rana que no salta, pero avisa
La historia de esta rana es tan singular como su genética. No es ágil, no croa con fuerza, y ni siquiera salta como la mayoría de sus parientes. Se desplaza lentamente entre los musgos húmedos de los pantanos alpinos, donde pone sus huevos en tierra firme y espera a que las lluvias invernales inunden los nidos y despierten a sus renacuajos.
Durante milenios, su presencia marcaba el inicio de la primavera para los Walgalu y los Wiradjuri, los pueblos originarios de la región. Ellos la conocían como “gyak”, y su primer canto anunciaba que los pasos entre montañas estaban libres de nieve. Hoy, ni los científicos ni los guardianes indígenas pueden escucharla: la especie sobrevive solo en zoológicos y centros de cría, gracias a reintroducciones anuales que apenas mantienen un puñado de ejemplares vivos en su hábitat natural.

Un enemigo invisible y letal
La tragedia comenzó en los años 80, cuando biólogos de todo el mundo empezaron a notar muertes masivas e inexplicables en poblaciones de ranas. No fue hasta una década después que se identificó al culpable: un hongo acuático, Batrachochytrium dendrobatidis, que afecta la piel de los anfibios, esencial para su respiración e hidratación. Esta enfermedad, conocida como quitridiomicosis, ha arrasado con cientos de especies en todo el planeta y convirtió a la corroboree del sur en una de sus primeras víctimas en Australia.
Hoy en día, menos de 50 individuos sobreviven en la naturaleza. Y ninguno se reproduce sin intervención humana.
Un rompecabezas de 9.000 millones de piezas
Secuenciar su genoma fue, en palabras del equipo, como resolver un rompecabezas de 9.000 millones de piezas. Porque sí: esta diminuta rana tiene un genoma tres veces mayor que el del ser humano. No solo eso, sino que el 80% de su ADN es lo que los científicos llaman "no codificante", es decir, fragmentos que no producen proteínas y cuya función todavía se investiga.
La razón detrás de este tamaño descomunal sigue siendo un misterio. Pero lo que ya sabemos es que sus 12 cromosomas —de proporciones gigantescas en comparación con los nuestros— guardan claves fundamentales para su supervivencia, especialmente frente al hongo que casi la borró del planeta.
El esfuerzo ha sido colosal. Durante casi una década, el equipo liderado por la Dra. Tiffany Kosch trabajó con múltiples instituciones en Australia, Estados Unidos y Reino Unido para obtener, transportar, analizar y ensamblar el ADN de varios ejemplares criados en cautiverio. Los tejidos —riñón, hígado, cerebro, entre otros— se extrajeron de animales donados por el Zoológico de Melbourne y fueron enviados en condiciones extremas a Nueva York para su análisis.
Más allá del hito técnico, este genoma es, ante todo, una herramienta de conservación. Ahora los científicos pueden buscar, con precisión de bisturí molecular, los genes que podrían estar relacionados con la resistencia al hongo. Algunas ranas, incluso dentro de la misma especie, muestran respuestas inmunes distintas ante la enfermedad. ¿Y si esos rasgos pudieran potenciarse mediante cría selectiva?

Ese es el objetivo: criar generaciones de ranas más resistentes, con la esperanza de que algún día puedan regresar a los pantanos alpinos sin necesidad de jaulas o cuidados humanos.
La estrategia incluye comparar su genoma con el de otras especies más resistentes, como la rana común del este (Crinia signifera), que comparte hábitat con Pseudophryne corroboree y parece no verse afectada por el hongo. Incluso se plantea la posibilidad de utilizar edición genética o hibridación con parientes cercanos, como la rana corroboree del norte, que muestra mayor resistencia.
El impacto del proyecto trasciende a esta especie. La quitridiomicosis sigue siendo una de las mayores amenazas para los anfibios del planeta, que ya constituyen el grupo de vertebrados más en peligro de extinción. Tener un genoma de referencia de tan alta calidad permite desarrollar modelos aplicables a otras especies afectadas, y podría ayudar a proteger a otras ranas en Australia, América Latina, África o Asia.
Además, abre la puerta a explorar cómo se adaptan los anfibios al cambio climático, cómo evolucionaron sus sistemas inmunológicos y qué papel juega el ADN no codificante en su fisiología única.
Una batalla por el futuro
Mientras los investigadores trabajan en los laboratorios, en las montañas de Kosciuszko se mantienen recintos controlados donde algunas ranas corroboree criadas en cautividad viven bajo condiciones naturales. Allí, en silencio, se preparan para las pruebas definitivas: resistir al hongo sin ayuda humana.
Este trabajo, impulsado por la Universidad de Melbourne y con la participación de instituciones como el Wellcome Sanger Institute y los zoológicos de Melbourne y Taronga, es una prueba de que la ciencia todavía puede marcar la diferencia.
Pseudophryne corroboree no ha desaparecido aún. Y mientras su genoma revela secretos, los científicos luchan por convertir esa información en acción. Porque quizá, solo quizá, aún hay tiempo para que el “gyak” vuelva a cantar.
Referencias
- Kosch TA, Berger L, Crawford AJ et al. A chromosome-level reference genome for the critically endangered Southern Corroboree frog (Pseudophryne corroboree) [version 1; peer review: awaiting peer review]. Wellcome Open Res 2025, 10:228 doi:10.12688/wellcomeopenres.23820.1