Se trata de un acto reflejo. Cuando un médico golpea levemente con la parte ancha de un martillo especial en el tendón rotuliano, provoca un espasmo en la rodilla que hace que la pierna se mueva de forma involuntaria hacia delante.
Tanto la ausencia o atenuación (varias oscilaciones en la pierna) de este acto, se traduce en alguna alteración cerebral, por ello es muy habitual que los médicos realicen esta prueba en los chequeos rutinarios.
La presencia de este reflejo pone de manifiesto la eficacia de determinados tractos nerviosos de la médula espinal.
Al golpear suavemente el tendón rotuliano, observamos cómo la pierna se estira. Este fenómeno se desencadena por la acción de las neuronas motoras alfa, que transmiten un impulso nervioso al músculo cuádriceps femoral. El nervio femoral, encargado de orquestar este reflejo, se extiende a lo largo del muslo y establece conexiones sinápticas en las regiones de la médula espinal lumbar 2 a 4 (L2-L4). De esta manera, el movimiento resultante es totalmente involuntario, siendo una respuesta automática destinada a regular la actividad muscular del cuerpo.