Formación de desiertos: ¿cómo se explica?

Los desiertos son lugares secos donde cae poca lluvia o nieve. Algunos desiertos reciben menos de 25 mm de precipitación cada año aunque otros pueden recibir mucho más.
¿Cómo se forman los desiertos?

Dos son los fenómenos climáticos que caracterizan la formación de desiertos: la progresiva disminución de las precipitaciones y el aumento de la evaporación. Estas circunstancias se producen a un lado y a otro del ecuador, donde se concentra la mayoría de los desiertos cálidos. El cinturón de anticiclones subtropicales hace que estas regiones estén permanentemente sometidas a altas presiones que reducen la humedad de la atmósfera y el suelo, lo que impide el desarrollo del tapiz vegetal.

Factores climáticos en la formación de desiertos

Aproximadamente el 30% de la superficie terrestre de la Tierra consiste en desiertos, que se definen como lugares de baja precipitación, como hemos indicado al principio. Si bien las temperaturas extremas a menudo se asocian con los desiertos, ciertamente no los definen. Los desiertos exhiben temperaturas extremas debido a la falta de humedad en la atmósfera, incluida la baja humedad y la escasa cobertura de nubes. Sin una capa de nubes, la superficie de la Tierra absorbe más energía del Sol durante el día y emite más calor por la noche; de ahí que los desiertos tengan esta característica.

El aire húmedo que asciende cerca del Ecuador se enfría y se condensa en nubes y, más tarde, lluvia. A medida que la corriente de aire se mueve hacia el polo, el aire libera gran parte de su humedad. Para cuando la corriente regresa hacia el Ecuador, el aire está descendiendo. Se comprime y se calienta, y su humedad relativa cae aún más. En estas condiciones, es raro que se formen nubes y lluvia. Si a esta mezcla le añadimos un poco de viento para acelerar la evaporación en la superficie, las regiones continentales se vuelven extremadamente áridas debido a la falta de humedad disponible. De ahí la sequedad característica en la formación de desiertos.

Foto de un lago en el Oasis de Ubari (Sáhara). Foto: Luca Galuzzi/Wikimedia Commons.

El papel del cinturón de anticiclones subtropicales

El cinturón de anticiclones subtropicales juega un papel crucial en la formación de desiertos al influir en la presión atmosférica y la humedad. Estas regiones están constantemente sometidas a altas presiones, lo que reduce la humedad tanto en la atmósfera como en el suelo. La alta presión impide el desarrollo de nubes y, por tanto, de precipitaciones, creando un entorno seco que es característico de los desiertos.

Además, la alta presión atmosférica provoca que el aire descienda, lo que incrementa la temperatura y disminuye aún más la humedad relativa. Este ciclo perpetúa las condiciones áridas, impidiendo el crecimiento de vegetación y estableciendo un ecosistema desértico. La falta de vegetación, a su vez, contribuye a la erosión del suelo, transformando las rocas en arena y creando la típica superficie propicia para la formación de desiertos.

Localización geográfica de los desiertos

La ubicación geográfica de los desiertos está estrechamente relacionada con su formación. La mayoría de los desiertos se encuentran cerca del ecuador o en el lado occidental de los continentes. Esta distribución geográfica se debe a la interacción entre los patrones de viento globales y la topografía del terreno, que afectan la cantidad de humedad disponible en estas regiones.

Presencia cerca del ecuador y en regiones occidentales

Los desiertos suelen ubicarse cerca del ecuador debido a la circulación atmosférica conocida como células de Hadley. Estas células transportan aire caliente y húmedo desde el ecuador hacia los trópicos, donde el aire se enfría y desciende, provocando condiciones secas. Este patrón explica por qué los desiertos son comunes en regiones cercanas al ecuador, donde la evaporación supera a la precipitación.

En cuanto a las regiones occidentales de los continentes, los desiertos se forman debido a la influencia de las corrientes oceánicas frías. Estas corrientes enfrían el aire que llega a la costa, reduciendo su capacidad de retener humedad y resultando en condiciones áridas. Ejemplos de este fenómeno se observan en el desierto de Atacama en Chile y el desierto de Mojave en Estados Unidos.

Desierto de Mojave, Utah (EEUU9. Foto: Jonathan Bacon/Pexels.

Influencia de las cadenas montañosas y corrientes marítimas

Las cadenas montañosas también juegan un papel importante en la formación de desiertos al actuar como barreras que impiden el paso de aire húmedo. Cuando el aire húmedo se encuentra con una cordillera, se ve obligado a ascender, enfriándose y liberando su humedad en forma de lluvia en las laderas a barlovento. Al descender por el lado de sotavento, el aire se seca, creando un efecto de sombra de lluvia que contribuye a la aridez de las regiones situadas al otro lado de la montaña.

Las corrientes marítimas frías, como la corriente de Humboldt frente a la costa de América del Sur, también influyen en la formación de desiertos. Estas corrientes enfrían el aire que llega a la costa, disminuyendo su capacidad de retener humedad y provocando condiciones secas en las regiones costeras. Este fenómeno es evidente en el desierto de Atacama, uno de los más áridos del mundo.

Características físicas de los desiertos

Además de su baja precipitación, los desiertos se caracterizan por sus temperaturas extremas y suelos particulares. Estas características físicas son el resultado de la interacción entre el clima, la geografía y la composición del suelo, que juntos crean un entorno único y desafiante para la vida.

¿Qué hace que haga tanto calor en un desierto?

Teniendo en cuenta que hay muy poca humedad en el desierto, el aire sin humedad puede calentarse y enfriarse mucho más rápidamente que el aire cargado de humedad.  Nuestra atmósfera es técnicamente un líquido. El aire seco, como el del desierto, se calentará y enfriará más rápido. Esto explica por qué las regiones desérticas, especialmente las cercanas al ecuador, se calientan rápidamente y durante largos períodos cuando hay sol; mientras que por la noche, el aire seco elimina su calor rápidamente y puede volverse muy frío.

Superficie totalmente árida. Foto: Pixabay

También es importante el tipo de suelo de cara a la temperatura. Las selvas, los bosques, los pastizales, las tierras de cultivo y el hormigón (es decir, las ciudades) absorben el calor y tardan en liberarlo. Debido a que mantienen el calor, no se refrescan tanto por la noche. Esto se debe a lo que se conoce como “calor específico” que evidencia que los objetos, basados en el color, la densidad o las cualidades reflectantes retienen o reflejan el calor de forma diferente. Y si no hay humedad (o muy poca), no puede crecer vegetación. Esto significa que los desiertos generalmente carecen de hierba, árboles o incluso suelo rico (oscuro). Todo lo que queda es roca, que tras haber sido golpeadas por el viento durante miles de años, se convierten en arena. La arena tiene un calor específico muy bajo, lo que significa que puede calentarse pero no puede retener el calor, lo que permite que se enfríe rápidamente (lo contrario de lo que pasa con el concreto).

Efecto del aire seco en la temperatura

El aire seco en los desiertos tiene un calor específico bajo, lo que significa que se calienta y enfría rápidamente. Durante el día, el aire seco permite que la radiación solar caliente rápidamente la superficie, alcanzando temperaturas elevadas. Por la noche, la falta de humedad permite que el calor se disipe rápidamente, resultando en temperaturas frías.

Este fenómeno se ve acentuado por la ausencia de vegetación, que en otros ecosistemas ayuda a regular la temperatura al proporcionar sombra y liberar humedad a través de la transpiración. En los desiertos, la falta de plantas significa que no hay un amortiguador térmico, lo que contribuye a las fluctuaciones extremas de temperatura.

Importancia del tipo de suelo y su composición

El tipo de suelo en los desiertos también influye en sus características térmicas. Los suelos desérticos suelen ser pobres en materia orgánica y carecen de vegetación, lo que afecta su capacidad para retener calor. La arena, por ejemplo, tiene un calor específico bajo, lo que significa que se calienta rápidamente pero no retiene el calor, enfriándose rápidamente por la noche.

La erosión causada por el viento a lo largo de miles de años transforma las rocas en arena, que es el material predominante en muchos desiertos. Esta arena, al no tener la capacidad de retener calor, contribuye a las variaciones extremas de temperatura que caracterizan a estos ecosistemas. Además, la falta de suelo fértil impide el crecimiento de plantas, perpetuando las condiciones áridas y la erosión del suelo.

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