Por desgracia, no hay una única respuesta a este interrogante. “No es fácil generalizar”, nos comenta James Speight, autor de Handbook of Petroleum Refining. La gasolina puede mantenerse en buen estado durante meses o años, algo que depende de factores medioambientales, como el calor, el oxígeno y la humedad, explica Speight.
Pero, si los depósitos de crudo se han mantenido intactos durante cientos de millones de años bajo tierra, ¿por qué iba la gasolina a estropearse con el tiempo?
La compleja química del combustible
Cuando llega al consumidor, este material es muy diferente del crudo original. Es una mezcla de átomos de carbono e hidrógeno que forman una gran variedad de compuestos energéticos, conocidos como hidrocarburos.
Durante el proceso de refinado, se extraen impurezas como el dióxido sulfúrico. A continuación, se añaden otras sustancias para mejorar el comportamiento de la gasolina y llegar al octanaje deseado. Los octanos representan cuánta compresión puede soportar. Cuando más alta es la cifra, menos probable es que se inflame y detone por la presión.
Como producto refinado final, “la gasolina está formada por muchos compuestos diferentes, demasiados para poder ser identificados”, señala Speight.

Factores que aceleran su deterioro
Lo que está claro es que, si se almacena durante demasiado tiempo, puede echarse a perder, tal y como apunta el ingeniero químico Richard Stanley.
“Si la dejas guardada, llega un momento en que ya no se comporta como esperas de ella”, afirma.
La razón es que “los hidrocarburos más ligeros empiezan a evaporarse y puede que tu coche no esté preparado para aprovechar lo que queda”, añade Stanley. Los ingredientes que componen la gasolina no se mantienen igual a lo largo del año, por otra parte.
Gasolina de invierno y de verano: ¿por qué no son iguales?
En invierno, las refinerías producen combustible con hidrocarburos más ligeros, con lo que el líquido resultante es más volátil y más inflamable. En los meses fríos, esta mezcla hace más fácil arrancar el coche, indica Speight.
Sin embargo, en verano, la gasolina se fabrica con hidrocarburos más pesados, para protegerla de la evaporación excesiva por el calor. Pero esta misma mezcla no funcionaría bien para arrancar el coche en invierno.
Aparte de la evaporación, “es como el vino: una vez que la sacas de la botella, empieza a oxidarse”, afirma Stanley. Los hidrocarburos reaccionan con el oxígeno del aire, por lo que con el tiempo empiezan a aparecer grumos sólidos –compuestos insolubles y gomas–.

El etanol y el riesgo de la humedad
Asimismo, uno de sus ingredientes más habituales es el etanol, un biocombustible que, en España, se puede encontrar en distintas proporciones en la gasolina –con la etiqueta E5 posee un 5 % de etanol; con la E10, un 10 %, y con la E85, un 85 %–. A diferencia de los hidrocarburos, esta sustancia es hidrofílica, lo que significa que liga sus moléculas al agua.
“Si tu mezcla lleva etanol, este puede empezar a absorber vapor de agua del aire y añadirlo al depósito. No es algo deseable, porque el agua corroe el sistema”, dice Stanley.
En la misma línea, Speight advierte de que “cualquier cosa que haga la gasolina sea más volátil de lo normal afectará a su funcionamiento”.
Impacto de la gasolina caducada en motores modernos
En vehículos más recientes, los sistemas de inyección y combustión dependen de la precisión milimétrica que se logra con combustible limpio y bien formulado. Desde los años 90, los motores equipan inyectores de alta presión y bombas controladas electrónicamente que toleran menos impurezas y cambios en la volatilidad.
Usar gasolina caducada —oxidada, con sedimentos o con pérdida de hidrocarburos ligeros— puede provocar una combustión incompleta, detona irregular el motor y enciende el testigo motor. Además, contamina el filtro de combustible y aumenta el desgaste en sensores y catalizadores.
Los inyectores modernos son componentes extremadamente delicados. Si hay residuos o partículas formados por la degradación de la gasolina, estos pueden obstruir las boquillas o incluso corroer las superficies metálicas.
Aunque los motores antiguos podían tolerar combustibles más sucios con menos riesgo, en los motores actuales incluso solo unos meses de gasolina envejecida pueden traducirse en reparaciones costosas y pérdida de eficiencia.

El dilema ambiental de la gasolina caducada
Guardar gasolina que ya no sirve puede generar un serio impacto ambiental si no se maneja correctamente. Emitirla al suelo, en alcantarillas o al quemarla a la intemperie introduce compuestos orgánicos volátiles (COV), benceno y otros carcinógenos al medio ambiente.
Además, solo una pequeña cantidad —un galón— puede contaminar hasta 750. 000 galones de agua subterránea. Estos contaminantes pueden infiltrarse en los acuíferos o evaporarse, empeorando la calidad del aire y poniendo en riesgo la salud humana y la de la fauna local.
Para evitar estos daños, lo más recomendable es llevar la gasolina degradada a puntos limpios o centros de residuos peligrosos. En múltiples comunidades estos centros aceptan gasolina vieja sin coste o por una tarifa mínima. También es habitual que talleres mecánicos, bomberos o tiendas de repuestos recojan este tipo de desechos.
En España y la UE, las garrafas vacías con residuos de gasolina se consideran residuos peligrosos y deben gestionarse en puntos SIGA o similares, donde se garantiza un tratamiento conforme a la normativa y evita la contaminación.
Referencias
- Badawy, T., Attar, M. A., Xu, H., & Ghafourian, A. (2018). Assessment of gasoline direct injector fouling effects on fuel injection, engine performance and emissions. Applied energy. doi:10.1016/j.apenergy.2018.03.032