Demonología: el estudio de los demonios, sus orígenes y su significado

En esta galería, hacemos un repaso por las diferentes formas en que el ‘mal’ encarnado se ha presentado en la mitología y las religiones. Lucifer, Belcebú, Lilith... ¿cuántos de ellos conoces?
Súcubo

La demonología es una disciplina que se adentra en el estudio de los demonios, sus orígenes, nombres y funciones, y cómo han sido representados a lo largo de la historia. Este estudio no solo se centra en las entidades malignas en sí, sino también en su interacción con el mundo espiritual y material..

El dualismo entre el bien y el mal en las religiones monoteístas

La demonología entiende al demonio como la encarnación de todo mal, según ha sido representado en la historia. De hecho, existe toda una rama de estudio dedicada a la comprensión de las diferentes formas y nombres que el mal ha adoptado a lo largo de la historia: la demonología. Según esta, existiría más de un demonio, cada uno de ellos suele asociarse con uno de los pecados capitales.

Si atendemos a los postulados de la mitología de las religiones monoteístas, la existencia de estos seres duales implica necesariamente un cielo y un infierno. Es en sendos lugares donde habitarían tanto los ángeles, plácidamente en el Paraíso; como los demonios, bajo torturas y castigos inmundos en las profundidades de la tierra.

Clasificación de seres espirituales: ángeles y demonios

Y, ¿qué características poseen estos demonios? La teología suele evocar al representante del mal con algunas características sobrenaturales. Además de la inmortalidad, suele atribuírseles el poder de la levitación, de la telekinesis, de la adivinación, la telepatía, la fuerza sobrehumana y la capacidad de poseer tanto a personas como a animales. Esta última característica, de hecho, ha inspirado multitud de obras de terror, por el horror que provoca en los humanos la idea de una posesión infernal.

Los demonios, en sus diferentes forman, pertenecen a una rica mitología asociada a la moral religiosa, que hoy en día es una parte importante de la cultura de la humanidad. Son vistos como seres que han caído de la gracia divina. Según la teología cristiana, estos demonios fueron originalmente ángeles que se rebelaron contra Dios y fueron expulsados del cielo. Esta caída los transformó en entidades malignas que buscan corromper y destruir. Se les atribuyen poderes sobrenaturales como la inmortalidad, la telequinesis y la capacidad de poseer a seres vivos, lo que los convierte en figuras temibles en la cultura popular.

¿Dónde y cuándo nació Satanás?
Satanás encarna todas las manifestaciones del mal en la Biblia. Foto: Sarah Romero/Midjourney.

Demonología: estudio y significado

La demonología es una rama de la teología que se centra en el estudio de los demonios y sus características. Este campo abarca desde la identificación de demonios específicos y sus nombres hasta la exploración de sus orígenes y su influencia en el mundo. La demonología busca entender cómo estas entidades han sido percibidas a lo largo de la historia y cómo han evolucionado sus representaciones en diferentes culturas y religiones.

El origen de la palabra ‘demonio’

‘Demonio’ es un término de origen griego. Deriva de la palabra griega daimōn, que significa ‘ser sobrenatural’ o ‘espíritu’. Como vemos, al principio la palabra daimōn no poseía connotaciones malignas, pero las fue adoptando con el tiempo. De hecho, según la Enciclopedia Británica, un agathos daimōn (‘buen espíritu’) era benévolo en su relación con los humanos. El filósofo griego Sócrates, por ejemplo, habló de su daimōn como un espíritu que lo inspiró a buscar y decir la verdad. Finalmente, la interpretación dominante se inclinó a favor del mal, la desgracia y la travesura.

En la actualidad, la palabra ‘demonio’ se asocia casi exclusivamente con seres malignos, pero su etimología nos recuerda que estos conceptos son fluidos y pueden cambiar con el tiempo y el contexto cultural. La demonología, al estudiar estos cambios, nos ofrece una perspectiva más amplia sobre cómo la humanidad ha entendido y representado el mal a lo largo de los siglos.

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Historia del demonio y su evolución

La historia del demonio está intrínsecamente ligada a la evolución de las religiones y las culturas. En la antigüedad, las entidades que hoy llamamos demonios no siempre fueron vistas como malvadas. En muchas culturas, estos seres eran considerados espíritus de la naturaleza, responsables de fenómenos inexplicables y cambios en el entorno. Con el tiempo, a medida que las religiones monoteístas ganaron predominio, la narrativa en torno a estos seres cambió, transformándolos en símbolos del mal y la corrupción.

En el cristianismo, la figura del demonio se consolidó con la historia del ángel caído, un ser que se rebeló contra Dios y fue expulsado del cielo. Esta narrativa proporcionó un marco para entender el origen del mal y su presencia en el mundo. A lo largo de los siglos, la representación del demonio ha sido influenciada por factores culturales, artísticos y literarios, resultando en una rica iconografía que incluye elementos como el macho cabrío, la serpiente y figuras como Lucifer y Satanás.

Ángeles caídos
Ángeles caídos - Ángeles siendo expulsados del Cielo. Imagen: WIkimedia Commons.

Nombres de demonios y sus funciones

Los nombres de los demonios han sido objeto de estudio y fascinación a lo largo de la historia. Cada demonio se asocia con ciertos atributos y funciones, reflejando la diversidad de mitos y creencias en torno a estas entidades. En la tradición judeocristiana, nombres como Satanás, Lucifer y Belcebú son prominentes, cada uno representando diferentes aspectos del mal y la rebelión contra lo divino.

Satanás, por ejemplo, es conocido como el adversario de Dios, un ser que desafía la autoridad divina y busca corromper a la humanidad. Lucifer, cuyo nombre significa "portador de luz", es a menudo asociado con la soberbia y la caída del orgullo. Belcebú, por otro lado, es conocido como el "señor de las moscas" y se le atribuyen poderes sobre la corrupción y la decadencia.

Estos nombres y sus historias no solo enriquecen la mitología de los demonios, sino que también ofrecen una visión de cómo las diferentes culturas han interpretado el mal y su influencia en el mundo. La demonología, al catalogar y estudiar estos nombres, nos permite entender mejor la complejidad y la diversidad de las creencias en torno a estas entidades.

El mito del angel caído y el origen del demonio

Se trata del mito más aceptado sobre el origen del demonio, la encarnación del mal como personaje mitológico en la tradición judeocristiana. En el origen de los tiempos, el demonio era un ángel más, un ser divino creado por Dios, pero inmortal y con fines benévolos. Este ser, no obstante, se rebeló contra los postulados de Dios, por lo que fue llamado ‘ángel caído’.Según las fuentes que consultemos, encontramos que habría varios ángeles caídos o demonios; o bien solo uno, que adoptaría diferentes formas.

Satanás, el antipoder de Dios

Significa ‘el adversario’. El ángel de la creación del mundo de la materia, llamado Yahvé (a veces llamado el Demiurgo) tenía a su servicio a un ángel a cargo de tareas desagradables. Este ser maligno (Satán o Satanás) que significa enemigo u opositor, sería el que representa el antipoder de dios, rebelándose ante sus designios.

En las tradiciones religiosas, Satanás no solo es un adversario de Dios, sino también un juez de los pecadores en el infierno. Se le atribuyen poderes para tentar, engañar y destruir, lo que lo convierte en una figura temida y respetada. A lo largo de la historia, su imagen ha sido utilizada en el arte, la literatura y el cine para explorar temas de tentación, redención y la naturaleza del mal. La demonología estudia su papel y su influencia en la cultura, ofreciendo una visión más profunda de su impacto en la moral y la espiritualidad.

Lucifer, el portador de la luz

Lucifer, (del latín, ‘portador de luz’) o también llamado ‘la estrella de la mañana’ (es decir, el planeta Venus al amanecer). En la época cristiana, Lucifer llegó a ser considerado como el nombre de Satanás antes de su caída. Suele representársele con la figura de un hombre portando una antorcha. También es considerado el demonio de la soberbia, uno de los siete pecados capitales.

Lucifer
Lucifer - Imagen: Wikimedia Commons.

En la tradición cristiana, Lucifer es a menudo identificado con Satanás, aunque algunos estudiosos argumentan que son entidades distintas. La figura de Lucifer ha sido objeto de numerosas interpretaciones artísticas y literarias, desde la poesía de John Milton hasta las obras de arte renacentistas. Su historia de caída y redención perdida ofrece una rica narrativa sobre la naturaleza del pecado y las consecuencias del orgullo desmedido. La demonología explora estas interpretaciones, analizando cómo han influido en la percepción cultural del mal.

La serpiente, la manzana y el pecado original

Para comprender por qué la serpiente es considerada en la cultura popular como uno de los símbolos del mal y la perversión, hay que remitirse al Génesis. En este texto sagrado del antiguo testamento, se dice que el demonio acudió en forma de este reptil para tentar a Adán y Eva a comer de la fruta prohibida (la manzana), entendida como el pecado original. El génesis cuenta cómo, al comer de la fruta, ambos entendieron que estaban desnudos y sintieron pudor. En este contexto, el pecado original estaría muy relacionado con la consciencia, el conocimiento y la sexualidad.

La serpiente es vista como un símbolo de engaño y tentación, y su papel en el Génesis ha sido interpretado de diversas maneras a lo largo de la historia. En la demonología, la serpiente es estudiada como una manifestación del demonio, explorando cómo su imagen ha evolucionado en diferentes culturas y religiones. Este relato no solo ofrece una explicación del origen del mal, sino que también plantea preguntas sobre la naturaleza de la tentación y la responsabilidad humana en la elección entre el bien y el mal.

Representaciones demoníacas en la tradición judeocristiana

La tradición judeocristiana ha dado lugar a una rica iconografía de representaciones demoníacas que han influido en la cultura y el arte a lo largo de los siglos. Estas representaciones no solo reflejan las creencias religiosas sobre el mal, sino que también ofrecen una visión de cómo la humanidad ha interpretado y visualizado el concepto de demonios en diferentes contextos históricos y culturales.

Recreación de Satanás con IA
Recreación de Lucifer con IA. Foto: Sarah Romero/Midjourney.

El macho cabrío

Siguiendo con las semejanzas con el reino animal, al demonio entendido como el mal original también se le representa como un macho cabrío en la tradición judeocristiana o, al menos, como un ser humanoide con atributos como cornamenta o patas de cabra. La razón es que, en la Biblia, se representa a Jesús como el pastor, que guía moralmente al rebaño; sin embargo, el macho cabrío se rebelaría contra este tipo de poder.

Esta imagen ha sido utilizada en el arte y la literatura para explorar temas de tentación y moralidad. En la Edad Media, el macho cabrío se convirtió en un símbolo del diablo y fue representado en numerosas obras de arte religiosas. Su figura también ha sido reinterpretada en la cultura popular, apareciendo en películas y libros que exploran el horror y lo sobrenatural. La demonología estudia estas representaciones, analizando cómo han influido en la percepción cultural del mal y la figura del demonio.

Lilith, la mujer que precedió a Eva

Se derivan de la mitología mesopotámica: los llamados lilû (femenino: lilītu), generalmente traducidos como ‘monstruos nocturnos’. Según la tradición judía, Lilith fue la primera mujer, y no Eva. Al parecer, se rebeló contra Dios y abandonó a Adán para convertirse en un demonio. Representa un peligro para los niños y las mujeres embarazadas.

Lilith, la mujer que precedió a Eva
Lilith, la mujer que precedió a Eva

En la demonología, Lilith es estudiada como una figura que representa el lado oscuro de la feminidad y la sexualidad. Se le atribuyen poderes para seducir y destruir, y a menudo se la asocia con el peligro para los niños y las mujeres embarazadas. Su historia ha sido explorada en la literatura, el arte y el cine, ofreciendo una rica narrativa sobre la lucha por la autonomía y las consecuencias de desafiar las normas establecidas. La demonología analiza estas interpretaciones, proporcionando una visión más profunda de su impacto en la cultura y la religión.

Principales demonios y sus características

La demonología no solo se centra en la clasificación de los demonios, sino también en el estudio de sus características y funciones. Cada demonio tiene atributos únicos que reflejan diferentes aspectos del mal y la corrupción. Estos demonios han sido representados en diversas culturas y religiones, ofreciendo una rica narrativa sobre la naturaleza del mal y su influencia en el mundo.

Estudio de tres demonios para el Juicio Final, Miguel Ángel
Estudio de tres demonios para el Juicio Final, Miguel Ángel. Imagen: Wikimedia Commons.

El origen de la palabra ‘diablo’

Se deriva del griego διάβολος (diábolos) y significa ‘calumniador’, que a su vez procede de dia (a través de) y ballein (tirar o arrojar); es decir, el diablo es aquel que arroja mentiras o enfrenta a unas personas con otras; el calumniador. El término ‘diablo’ ha evolucionado a lo largo de los siglos, reflejando cambios en la percepción cultural y religiosa del mal. En la demonología, se estudia cómo este término ha sido utilizado para describir diferentes entidades malignas y cómo ha influido en la comprensión del pecado y la redención. Esta exploración nos ofrece una visión más amplia de cómo las palabras y los conceptos pueden cambiar con el tiempo y el contexto cultural.

Belcebú, el 'señor de las moscas’

En hebreo significa ‘el señor de las moscas’. En el Antiguo Testamento, la forma Baalzebub hace referencia al mal encarnado llamándole también ‘el príncipe de los dioses’. De hecho, este demonio inspiró el título de la popular novela El señor de las moscas (1954) de William Golding, en la que un grupo de niños sobrevive atrapados en una isla sin ningún tipo de autoridad ni orientación moral, y en la que se impone el lado más salvaje del ser humano, la lucha de poder y la muerte.

Belcebú, el 'señor de las moscas’
Belcebú, el 'señor de las moscas’. Midjourney.

En la demonología, Belcebú es estudiado como un símbolo del mal y la corrupción, analizando cómo su imagen ha evolucionado en diferentes culturas y contextos históricos. Su figura ha sido reinterpretada en la cultura popular, apareciendo en películas y libros que exploran el horror y lo sobrenatural. La demonología ofrece una visión más profunda de su impacto en la percepción cultural del mal y la figura del demonio.

Leviatán, el monstruo marino de la leyenda de Baal

Por lo general, suele representarse como un monstruo marino, parecido a una serpiente y a veces, también como un dragón o una serpiente con forma de hidra. Se asocia con el mal en diferentes textos bíblicos. Sin embargo, su origen es anterior: reside en la mitología mesopotámica prebíblica, como un monstruo marino en el mito de Baal, una criatura que también se opuso a Dios y que se enfrentó a él en batalla, según los textos registrados en tablillas descubiertas en Ugarit (ciudad costera al norte de Siria). En el Antiguo Testamento, el Leviatán aparece en el Salmo 74:14 como una serpiente marina de múltiples cabezas que Dios mata y da como alimento a los hebreos en el desierto. En Isaías 27: 1, Leviatán es una serpiente y un símbolo de los enemigos de Israel, que serán asesinados por Dios.

En la demonología, Leviatán es estudiado como un símbolo del mal y el caos, analizando cómo su imagen ha evolucionado en diferentes culturas y contextos históricos. Su figura ha sido reinterpretada en la cultura popular, apareciendo en películas y libros que exploran el horror y lo sobrenatural. La demonología ofrece una visión más profunda de su impacto en la percepción cultural del mal y la figura del demonio.

Balar, el rey celta de los demonios

Esta deidad es la encarnación del mal según la mitología celta. Se dice que poseía un único ojo en el centro de la frente, como un cíclope. Se le describe como un gigante con un único ojo en el centro de la frente, que posee el poder de destruir con su mirada. Balar simboliza el caos y la destrucción, y su figura ha sido utilizada para explorar temas de poder y resistencia en la literatura y el arte.

En la demonología, Balar es estudiado como un símbolo del mal y el caos, analizando cómo su imagen ha evolucionado en diferentes culturas y contextos históricos. Su figura ha sido reinterpretada en la cultura popular, apareciendo en películas y libros que exploran el horror y lo sobrenatural. La demonología ofrece una visión más profunda de su impacto en la percepción cultural del mal y la figura del demonio.

Íncubos y Súcubos, los demonios sexuales

Los íncubos (demonios masculinos) y súcubos (en su forma femenina) son representaciones del mal encarnados en seres lujuriosos y de gran belleza, cuyo objetivo era seducir a los humanos y cometer contra ellos todo tipo de perversiones. Los íncubos son demonios masculinos que buscan seducir a las mujeres, mientras que los súcubos son sus contrapartes femeninas que seducen a los hombres. Estas entidades son vistas como encarnaciones de la lujuria y la perversión, y se les atribuyen poderes para influir en los sueños y deseos de los humanos.

En la demonología, los íncubos y súcubos son estudiados como símbolos de la tentación y el pecado, analizando cómo su imagen ha evolucionado en diferentes culturas y contextos históricos. Su figura ha sido reinterpretada en la literatura, el arte y el cine, ofreciendo una rica narrativa sobre la naturaleza del deseo y las consecuencias de sucumbir a la tentación. La demonología ofrece una visión más profunda de su impacto en la percepción cultural del mal y la figura del demonio.

Referencias:

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