Federico II de Prusia, el rey patata

El monarca prusiano fue el mayor exponente del despotismo ilustrado en su país y ha pasado a la historia por promover el cultivo de la patata.
Federico II de Prusia, el rey patata

¿Qué hubiera pensado Pipino III, rey de los francos, de saber que tras su muerte le conocerían como ‘el Breve’? ¿Le hubiera gustado a Alfonso X ser recordado como ‘el Sabio’? ¿Y a Vlad Tepes el nombre de ‘el Empalador’? Los sobrenombres que se conceden a personajes históricos son muy variados y suelen derivar de lo que hicieron en vida o de la imagen que sus gentes y enemigos tenían de ellos. Si bien hay calificativos que se repiten a menudo, algunos personajes son recordados con nombres fuera de lo común. Este es el caso de Federico II de Prusia, el rey patata.

Nacido en 1712, mostró un temprano interés por las artes, la literatura y el pensamiento ilustrado que no gustaron nada a su padre, Federico Guillermo I. Pasó su infancia soportando las palizas que le propinaba y bajo un estricto orden militar al más puro estilo prusiano e incluso llegó a intentar huir a Inglaterra con su supuesto amante en 1730, pero fue detenido y encarcelado durante tres años. Subió al trono de Prusia en 1740 y transformó su corte siguiendo el modelo de la Ilustración francesa, dando cobijo a artistas, filósofos y escritores. Llevó a cabo numerosas reformas sociales y económicas desde el despotismo ilustrado y amplió la presencia de Prusia en Europa en numerosos enfrentamientos contra Austria y otras potencias centrales. Por todo esto, se le conoció como Federico II el Grande.

El motivo por el que se le dio el nombre del rey patata es debido a los esfuerzos que dedicó a implantar este tubérculo en la agricultura y la dieta prusiana. Fueron muchos los monarcas europeos, entre ellos Federico II, que vieron las enormes ventajas que la patata podía traer a su población debido a la facilidad de su cultivo y su resistencia contra las condiciones meteorológicas, pero los campesinos la rechazaban debido a que no aparecía en la Biblia y la Iglesia la consideraba un alimento pagano. El rey se dedicó a enviar cargamentos de patatas por toda Prusia acompañados de gente que explicara al pueblo los beneficios del tubérculo, pero estas acababan alimentando a los cerdos en lugar de bajo tierra.

Entonces, Federico II optó por utilizar una interesante estratagema. Plantó patatas en los jardines y huertos de su propio palacio y las mantuvo bajo una fuerte protección armada hasta que las gentes se interesaron por ese curioso alimento. Un día, el rey ordenó que los guardias se retiraran y el pueblo aprovechó para robar el “valioso” producto que su monarca protegía con tanto celo. La concepción que se tenía en Prusia de la patata cambió drásticamente y comenzó a cultivarse y consumirse de forma regular. Desde este punto de partida, Federico II emitió en 1756 el Kartoffelbefehl (edicto de la patata), que obligaba a reservar un 10% de todas las tierras de cultivo a este tubérculo.

Pronto se vio el acierto de Federico II, ya que la patata se convirtió en una solución a las duras hambrunas que se sucedían en Prusia y ayudó a que las clases bajas se alimentaran mejor. Si uno pasea por el Palacio de Sanssouci, la residencia de verano que Federico II construyó en Potsdam y donde está enterrado, es común ver que su tumba está rodeada de flores y patatas que los visitantes dejan para honrar al rey.

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