La reciente publicación de Historia del socialismo (Editorial Pinolia), escrita por Eduardo Montagut, ha vuelto a poner el foco en los orígenes y la evolución del pensamiento socialista. Desde las utopías igualitarias de los siglos XVIII y XIX hasta las luchas sindicales modernas, Montagut ofrece un recorrido claro y riguroso por los movimientos que cambiaron la historia. Un capítulo fundamental de este proceso, como analiza el autor, es la Comuna de París de 1871, considerada por muchos como el primer intento real de autogobierno obrero en la historia contemporánea.
Hoy, más de 150 años después, la Comuna sigue inspirando debates, revoluciones y proyectos de emancipación en todo el mundo. Nuevas investigaciones, como las recogidas en el estudio de Julia Catherine Nicholls (French Revolutionary Thought after the Paris Commune, 1871–1885), permiten comprender más profundamente su legado y su significado.
Una chispa encendida tras la guerra
El contexto que dio origen a la Comuna de París fue una combinación explosiva de humillación nacional, hambre y resentimiento social. Tras la derrota francesa en la guerra franco-prusiana, París quedó aislada, sitiada por las tropas de Bismarck. La caída del Segundo Imperio de Napoleón III y la instauración de un gobierno conservador en Versalles aumentaron el malestar popular, especialmente entre los trabajadores y pequeños comerciantes parisinos.
Cuando el gobierno de Adolphe Thiers intentó desarmar a la Guardia Nacional —formada principalmente por obreros— se desató el levantamiento del 18 de marzo de 1871. Como explica el estudio Marx’s Commune: An Appreciation and a Critique, lo que inicialmente fue una resistencia espontánea se transformó rápidamente en un proyecto político: la creación de una comuna autónoma, basada en principios radicalmente democráticos.
La Comuna de París no fue sólo una reacción de rabia, sino una tentativa de organización social innovadora. Según se desprende del análisis de Anarchism, Marxism and the Lessons of the Commune, los comuneros instauraron un sistema en el que los funcionarios eran elegidos por sufragio universal y podían ser revocados en cualquier momento. Las decisiones políticas y ejecutivas se tomaban de manera directa, sin los intermediarios habituales de la democracia parlamentaria.

Entre las medidas más destacadas se encuentran la separación de Iglesia y Estado, la abolición de los pagos a la Iglesia, la regulación del trabajo nocturno y la entrega de fábricas cerradas a asociaciones obreras. También se plantearon propuestas feministas avanzadas para la época, como la igualdad salarial, el derecho al divorcio y la educación profesional para mujeres, aunque, como reconocen las fuentes académicas, la Comuna no llegó a instaurar plenamente estos cambios.
Marx, que en un primer momento había advertido contra intentos insurreccionales prematuros, se convirtió en uno de los más ardientes defensores de la Comuna una vez proclamada. En The Civil War in France, redactado apenas semanas después de la caída de París, Marx identificó en la Comuna la forma política necesaria para la emancipación de los trabajadores.
El asalto final y la semana sangrienta
La Comuna sobrevivió apenas 72 días. El asedio de las tropas de Versalles, apoyadas por Prusia, culminó en la brutal represión de la llamada "Semana Sangrienta" (Semaine Sanglante). Las cifras varían, pero los estudios más recientes estiman entre 10.000 y 20.000 las personas ejecutadas sumariamente. La represión no distinguió entre combatientes y civiles, y la ciudad quedó devastada.
En su tesis, Nicholls subraya cómo la derrota de la Comuna no supuso el fin de las aspiraciones revolucionarias: más bien, abrió un periodo de intensa reflexión, debate y reorganización de los movimientos socialistas y obreros en toda Europa.
Un legado que perdura
El impacto simbólico de la Comuna fue inmenso. Inspiró a Lenin en su concepción de la dictadura del proletariado y a movimientos de liberación en América Latina, Asia y África. El mismo Marx revisó su pensamiento sobre el Estado a partir de las enseñanzas de la Comuna: entendió que no bastaba con tomar el aparato estatal existente, sino que había que destruirlo y construir uno nuevo, controlado directamente por los trabajadores.
Más allá de su trágico final, la Comuna sigue siendo un faro para quienes sueñan con una democracia radical, basada en la participación real y la justicia social. Como recuerda la investigación Anarchism, Marxism and the Lessons of the Commune, la lección fundamental es que no puede haber verdadera emancipación si no hay control popular sobre todas las estructuras de poder.

Historia del socialismo de Eduardo Montagut
Dentro del renovado interés por las raíces de los movimientos sociales y revolucionarios, el libro Historia del socialismo de Eduardo Montagut, publicado por Pinolia, se presenta como una obra indispensable para entender la evolución de uno de los grandes motores de la historia contemporánea.
Montagut traza un recorrido ordenado y lúcido desde las primeras formulaciones utópicas en el pensamiento europeo hasta la consolidación del socialismo organizado en el siglo XX. Su análisis no sólo abarca a las figuras imprescindibles —como Marx, Engels, Proudhon o Bakunin—, sino que también pone especial atención en las múltiples variantes del socialismo: el cristiano, el anarquista, el marxista clásico, el revisionista y el reformista.
Una de las fortalezas del libro es su amplitud geográfica. Montagut no se limita a Europa, sino que explora también el desarrollo del socialismo en América Latina, Estados Unidos, Japón y el mundo árabe, mostrando cómo esta corriente política fue capaz de adaptarse y evolucionar en contextos sociales y culturales muy diversos.
La Comuna de París, que ocupa un lugar destacado en el relato, es tratada no como un mero episodio fallido, sino como una experiencia transformadora que dejó una huella profunda en la historia del socialismo y en la conciencia colectiva de la clase trabajadora. Montagut logra transmitir el dramatismo y la importancia de esos breves pero intensos días en los que los obreros intentaron por primera vez dirigir su propio destino político.
En definitiva, Historia del socialismo no es un simple manual académico: es una invitación a comprender los anhelos, luchas y dilemas que han acompañado a las sociedades en su búsqueda de igualdad y justicia. Un libro que, como la propia Comuna de París, sigue interpelando al presente.
