'Monuments Men': los soldados protectores del arte durante la Segunda Guerra Mundial

Expertos en arte se desplegaron en el mayor conflicto de la historia para evitar que los nazis destruyeran el patrimonio cultural de Europa.
'Monuments Men': los soldados protectores del arte durante la Segunda Guerra Mundial

Las guerras arrasan con la humanidad en todos los sentidos. No solo se pierden vidas, sino que el patrimonio y las obras de arte que se destruye en el proceso también forma parte de la pérdida de identidad de la cultura que se ve envuelta en el enfrentamiento. Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis emprendieron un descomunal saqueo del patrimonio cultural y artístico de toda Europa. Más de cinco millones de objetos valiosos fueron trasladados a los dominios del Tercer Reich en los primeros años de la guerra. Para paliar este ataque a la cultura e historia europea, los aliados formaron la sección de Monumentos, Bellas Artes y Archivos. Los hombres desplegados no eran expertos militares, sino historiadores, conservadores, profesores, arquitectos, directores y demás personal de museos. Su objetivo: proteger y recuperar el arte robado por los nazis. Fueron conocidos como los Monuments Men.

El rescate de un autorretrato de Rembrandt de una de las minas utilizadas por los nazis como almacenes de obras. Wikimedia.

El museo de Hitler

En su avance por Europa, los nazis no solo acababan con el enemigo, sino que se apoderaba de sus tierras y de su cultura. Desvalijaban museos y colecciones privadas cuyas obras se embalaban y enviaban a distintos almacenes en los que el nazismo acumuló siglos de arte europeo con salas de un valor incalculable en la que se amontonaban pinturas, esculturas, muebles y joyas.

Hitler fue un artista frustrado, pero cuando se hizo con el poder decidió que tendría el control también sobre el arte europeo. Por suerte, sus planes solo quedaron esbozados en maquetas que no llegaron a materializarse. En Linz, localidad de Austria donde Hitler pasó su infancia, proyectó la idea de construir una ciudad que sirviera para mostrar la superioridad de la raza aria. Como pieza central se alzaría el Führermuseum, el museo del Führer, donde se expondrían el arte alemán y una selección de las obras maestras de Europa. Claro que hablamos de obras maestras desde el punto de vista nazi, para quienes el modernismo, la pintura abstracta y, por supuesto, las obras realizadas por judíos eran un arte degenerado que había que destruir. Los nazis quemaron obras de Picasso, Dalí y Paul Klee entre otros.

Los aliados llegaron a tener conocimiento de estas prácticas. Aunque muchos museos ya se habían encargado de guardar en lugares seguros infinidad de obras de arte para prevenir el saqueo nazi, el expolio y destrucción del patrimonio era de unas dimensiones preocupantes. La iniciativa para paliar esta situación fue impulsada desde los Estados Unidos.

La sección de Monumentos, Bellas Artes y Archivos

Los japoneses atacaron la base naval estadounidense de Pearl Harbor y Estados Unidos pasó a la acción en la Segunda Guerra Mundial. Poco después del bombardeo, unas conferencias en Nueva York ya reclamaban una gestión militar que tuviera en cuenta el destrozo del patrimonio cultural. El mensaje llegó al presidente Roosevelt y decidió crear una sección que se encargara del asunto. Fue el nacimiento de los Monuments Men.

Paul J. Sachs y George Stout fueron dos figuras destacadas en la formación del equipo y sus tácticas para proteger, en vez de destruir, en medio de la mayor guerra de todos los tiempos. Expertos en arte y patrimonio de variadas disciplinas se ofrecieron voluntarios. En cuanto tuvo lugar el asalto aliado a Europa desde las playas de Normandía, los Monuments Men se desplegaron por el territorio como soldados del arte.

Se encargaban de investigar el paradero de las obras de arte. Un trabajo detectivesco y tan peligroso como inabarcable para un puñado de hombres en los que se había depositado la responsabilidad de siglos de historia y millones de piezas. Protegían aquellas que no habían sido saqueadas y trabajaban con los mandos militares para informar de zonas que debían evitar bombardear porque allí había tal o cual obra o edificio a proteger. Un asunto que no siempre era fácil de gestionar, menos aún cuando había vidas en juego.

Una obra de Pieter Brueghel recuperada por los aliados. Wikimedia.

Una gestión inabarcable

Fue una operación a contrarreloj. Los nazis tenían la orden de destruir todo si Hitler moría y el Tercer Reich caída. Los Monuments Men tenían el objetivo de encontrar, catalogar y devolver las obras a sus respectivos puntos de origen. Estas devoluciones no siempre fueron todo lo efectivas y justas que cabría esperar. Los museos europeos y estadounidense aprovecharon la situación para hacerse con obras que no les pertenecía bajo la excusa de que era por protección. Instituciones públicas se apropiaron de colecciones privadas y viceversa. Por si fuera poco, los soviéticos tenían su propio avance desde el otro lado de Europa y también saqueaban obras para sus propios intereses.

Los Monuments Men empezaron a dar con sótanos, salas, castillos y minas donde los nazis habían estado acumulando las obras saqueadas. El palacio de Neuschwanstein en los Alpes bávaros, que sirvió de modelo para el castillo de Disney, fue utilizado como almacén para las obras robadas en Francia. Pero el mayor botín de arte expoliados apareció en Altaussee, Austria. En un centenar de túneles de una mina de sal aparecieron más de 6500 obras y objetos entre esculturas, retablos y pinturas de autores como Miguel Ángel, Van Eyck, Vermeer y otros grandes artistas que hacían de aquellas salas uno de los almacenes más valiosos de la historia de la cultura.

A pesar del esfuerzo de los soldados del arte, el proyecto era ciertamente inabarcable y todavía hoy siguen apareciendo obras que fueron robadas por los nazis. En noviembre de 2013, la Fiscalía de Múnich anunció que habían aparecido más de 1400 obras en un apartamento de la ciudad. El arte de Picasso, Matisse, Chagall y otros tantos seguían allí a la espera de ser rescatado.

Referencias:

  • Edsel, R. 2012. The Monuments Men: la fascinante aventura de los guerreros del arte que impidieron el expolio cultural nazi. Destino.
  • Martín Alarcón, J. 2014. El Museo de Hitler: La verdadera historia de los Monuments Men. elmundo.es.

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