La historia de los prostíbulos públicos en Castilla y Aragón durante la época de los Reyes Católicos

Incentivaron la apertura de burdeles en lo que fue el “Siglo de Oro” de la prostitución en la historia de España.
La alcahueta

España es el país más putero de Europa y esta desafortunada situación viene de lejos. Según un informe de las Naciones Unidas, el 39% de los varones españoles ha pagado al menos una vez por sexo. Publicados en 2019, estos datos representan “un valor atípico en Europa” comparado con el 19% de Suiza o el 14% de los Países Bajos. La cuestión es que, ya a finales de la Edad Media, la España de los Reyes Católicos tenía uno de los mayores prostíbulos de toda la Cristiandad con entre 200 y 300 mujeres ofreciendo sexo por dinero.

“La alcahueta” de Johannes Vermeer (1656). Wikimedia

Prostitución institucionalizada

Sin embargo, la historia de la prostitución en España muestra un escenario muy distinto al actual. De forma general, la Baja Edad Media y la primera centuria de la Edad Moderna fue un período de prostitución institucionalizada. El historiador Andrés Moreno Mengíbar y el filósofo Francisco Vázquez García, publicaron en el año 1998 un estudio sobre la prostitución en Andalucía desde el siglo XV hasta la actualidad. Aseguran que Andalucía ha tenido durante más tiempo en su historia a la prostitución reglamentada que prohibida. Y es que con los Reyes Católicos hubo un importante cambio de concepto respecto al fenómeno de la prostitución:

“Puesto que no pueden luchar contra lo inevitable, las autoridades o sus delegados asumirán las tareas de organización y control de los burdeles de las ciudades y de sus moradores”.

El origen de la regulación de los prostíbulos en España se remonta al siglo XIV, aunque sabemos que hubo algunas normas anteriores que afectaban a las prostitutas de las grandes ciudades como Córdoba, que en el siglo X, bajo dominio musulmán, tenían que pagar una tasa especial, una especie de permiso de trabajo. Una práctica repetida en Sevilla durante los siglos XI y XII.

Un negocio controlado y muy lucrativo

El punto álgido llegaría con los Reyes Católicos, cuando se reguló, incentivó y protegió toda una red de prostíbulos públicos repartidos por los reinos de Castilla y Aragón. Fue la respuesta a varias circunstancias del contexto. Entre los siglos XIV y XV se vivían tensiones sociales y problemas generados por un superávit de varones. Los solteros llevaban a cabo violaciones, adulterios y asaltos de difícil control por parte de las autoridades. Para apaciguar a sus súbditos, los Reyes Católicos animaron a las autoridades civiles y eclesiásticas a crear mancebías municipales. Todo ello bajo una regulación que asegurara unas buenas condiciones sanitarias y, casi más importante, que el negocio fuera lo más rentable posible para las arcas de la Corona.

Para lograr ambos objetivos se ejerció un control de la prostitución, con revisiones médicas que evitaran infecciones tan perniciosas como la sífilis y se crearon impuestos como la “renta de la mancebía” o “renta de la putería”. Se velaba por el orden público, la seguridad de las prostitutas y se establecieron horarios y precios, recogidos en las ordenanzas. Había un cargo municipal que era el padre de la mancebía, encargado de abastecer los burdeles, por lo que se llevaba una comisión de lo recaudado, al igual que el alguacil, encargado de cerrar las puertas de los prostíbulos cada noche como si de un parque de recreo más se tratara.

Este modelo generaba un gran beneficio, por lo que no es de extrañar que fuera aprovechado por nobles y eclesiásticos, a pesar de las contradicciones morales, pues la prostitución es del todo censurable y un pecado para el cristianismo. Aun así, la casa de Medina Sidonia tenía diez mancebías repartidas entre Huelva y Cádiz, y en Córdoba había burdeles en terrenos alquilados por la catedral.

Los ingresos fueron tan importantes que hicieron rico a Alonso Yáñez Fajardo, un militar que por sus servicios prestados en la conquista de Granada fue recompensado con una licencia por la que los Reyes Católicos le cedían las rentas de los prostíbulos de los territorios conquistados. Alonso Yáñez fue el putero mayor del Reino de Granada.

“La cortesana”. Obra de Jacob Adriaensz Backer (1640). Museo Nacional de Arte Antiguo de Lisboa. Wikimedia.

La vida de las prostitutas en la Edad Media

Con todo, cabe destacar que estas regulaciones no tenían por objetivo mejorar las condiciones de vida de las prostitutas, por lo general bastante duras y a menudo forzadas a dedicarse el oficio. Sin olvidar que estas normas no siempre se llevaron a cabo ni pudieron controlar el mercado de sexo ilegal y callejero que siguió existiendo. Durante todo el Antiguo Régimen fueron dos planos bien distintos la teoría que podemos leer en los documentos oficiales y la realidad que se vivía.

El sistema se interrumpió en 1623 por orden de Felipe IV, que mandó prohibir la prostitución y cerrar todos los burdeles. Se abrió una nueva etapa, aunque con el factor común a toda la historia, en palabras de Andrés Moreno:

“[La sociedad] siempre ha marginado y estigmatizado a las prostitutas, pero a la vez las utiliza para sus necesidades sociales”.

Referencias:

  • García Herrero, M. C. 1996. El mundo de la prostitución en las ciudades bajomedievales. Cuadernos del CEMYR 4, 67-100. ISSN: 1135-125X.
  • León Vegas, M. 2022. Pecados de par en par, ya se acabaron contigo: El principio del fin de las mancebías castellanas en el siglo XVII. Una aproximación desde la actuación jesuítica en Antequera (1610-1623). Arenal 29, 1, 161-184. DOI: 10.30827/arenal.v29i1.9867.
  • Moreno Mengíbar, A. y Vázquez García, F. 1998. Crónica de una marginación. Historia de la prostitución en Andalucía desde el siglo XV hasta la actualidad. Baal.

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