Residencias de lujo en la Roma Antigua: un vistazo a las opulentas villas y su estilo de vida

Adéntrate en el esplendor de la Antigua Roma y descubre un mundo de opulencia y lujo en las villas de la élite romana. El epicentro de la alta sociedad romana, donde el esplendor arquitectónico se combinaba con un estilo de vida suntuoso.
Cromolitografía del interior de la Casa de Salustio, ubicada en Pompeya (siglo IV a.C.)

Quizá la definición más extendida de villa sea la de una casa de campo lujosa con extensas parcelas de terreno para el cultivo. Eran pequeñas ciudades a las afueras de la ciudad. ¿Tenemos algo parecido en la actualidad? Sí, nuestros cortijos, dehesas, masías, etc. Todas ellas son herederas directas del concepto de villa romana.

A las afueras de la ciudad

La villa era una casa situada en la periferia de las urbes que podía estar dedicada al recreo, en cuyo caso era una villa urbana, o bien servir para gestionar una explotación agrícola o ganadera, y entonces se denominaba villa rústica. Sin embargo, esta última es la que más se ha relacionado con el término villa, ya que, además de ser mucho más compleja que la urbana, es la que más datos ha aportado a la historia a través de las excavaciones arqueológicas y de los textos latinos.

La villa rústica es una modesta construcción o una mansión lujosa en el campo al servicio de una explotación agrícola (fundus). Constituye un conjunto arquitectónico formado por una serie de estancias que cuentan con las comodidades propias de la ciudad para no tener que visitar la urbe, llena de ruido e intrigas políticas.

Aun así, como explica Catón (político y escritor romano del siglo II a.C.) en De Agri cultura, la función principal de la villa era la explotación agroganadera de un terreno: “Cuando vayas a comprar una finca, visita repetidamente el lugar elegido, y mira bien a tu alrededor... Asegúrate de que tiene buen clima, no propenso a tormentas. 

El terreno ha de ser bueno y con fuerza natural. Si fuera posible, debería estar al pie de una colina, orientado al mediodía, en un lugar sano y donde sea fácil contratar peonaje. Debe tener agua abundante y hallarse cerca de una población floreciente, o del mar, o de un río navegable, o de una calzada buena y frecuentada...”. Todo un paraíso.

Frescos de la Casa de la Huerta (Pompeya), que pretenden dar la sensación de un jardín nocturno. Foto: GETTY

Riqueza arquitectónica: las variadas estancias de las villas romanas

Es el propio Catón quien, en su obra, diferencia muy bien la pars urbana de la pars rústica como los elementos que tiene que tener una villa. Columela (escritor romano del siglo I a.C.), en su obra De Re Rustica, habla de una tercera parte de la villa: la pars fructuaria, que estaría dedicada al almacenamiento y elaboración de productos.

A su vez, dentro de cada una de las partes existían edificaciones características y de gran valor arquitectónico y artístico:

  • Pars urbana: identificada con la domus (casa) principalmente. Las habitaciones se organizan alrededor de un patio o atrium, comúnmente porticado. Es la zona noble de la villa, por lo que debe ser lo suficientemente cómoda tanto para los domini (dueños) como para los huéspedes, con el fin de que los visitaran con asiduidad. Por esta razón, se construyen edificaciones propias de la urbe como, por ejemplo, el balneum (baños), que recuerda a las termas urbanas y que se hacía con todo lujo de detalle (en algunas ocasiones, son auténticas obras de ingeniería y arte).
  • Pars rústica: la zona donde habita la mano de obra esclava, se estabula a los animales y se guardan los instrumentos de las labores agrícolas. En un primer momento, la vivienda de los trabajadores encargados del resto estaba situada en esta zona, pero con el tiempo pasó a estar dentro de la domus, aunque separada de la de los señores. Es un área más humilde en cuanto a los materiales y a las habitaciones, dedicadas casi en exclusividad al trabajo de los esclavos. En cuanto a los animales, se guardaban en establos y corrales.
  • Pars fructuaria: dedicada por completo a las actividades de elaboración y almacenamiento de los productos del campo. Columela divide esta zona en molino y despensas para el aceite (torcularium y cella olearia), molino y lagar (forus calcatorum y cortinale), bodega de vino (cella vinaria), graneros (tabulatum) y despensas. Además, disponía de hornos para tostar el cereal, perfectamente situados para que no supusieran ningún problema de humos ni olores en la pars urbana. Y, por último, estaban los cultivos que rodeaban las edificaciones y constituían el entorno.
Reconstrucción del triclinium de la Villa de los Misterios. Foto: masdearte.com

Roma en su esplendor: villas romanas que reflejan majestuosidad

En los alrededores de Pompeya existían varias villas suburbanas, como es el caso de la llamada Villa de los Misterios, situada en las cercanías de Porta Herculano y unida a esta a través de una vía repleta de monumentos funerarios. Su construcción data del siglo II a.C., aunque, como el resto de las casas pompeyanas, tuvo reformas posteriores. 

Siguiendo el modelo habitual de las villas, estaba ligada a la explotación agrícola y contaba también con una rica y fastuosa parte residencial. Con criterios arquitectónicos helenísticos, la pars urbana fue concebida como un gran espacio escalonado por medio de un criptopórtico arqueado sobre el que se situaba la vivienda y una terraza panorámica para disfrutar de las vistas de toda la villa y de la propia bahía de Nápoles. 

Es un claro ejemplo de villa pensada para el disfrute de los propietarios y huéspedes. La parte de la producción o pars rústica se ha estudiado mucho gracias a las diferentes excavaciones realizadas, que han sacado a la luz, por ejemplo, el torcularium (molino). Este se ha reconstruido en base a los restos conservados, pero sustituyendo la madera. Desde él, el jugo de la uva caía directamente a través de una canalización en la zona de la bodega y se conservaba en los dolia (grandes recipientes de cerámica para almacenaje).

No obstante, a pesar de la magnificencia de la construcción, la Villa de los Misterios es más conocida por sus pinturas murales, ya que conforman uno de los conjuntos de decoración parietal más impresionantes de Pompeya. Incluso el nombre de “misterios” otorgado a las pinturas de esta villa suburbana tiene que ver con la interpretación que se ha dado al significado de las escenas: en ellas se ha querido ver la representación de un culto dionisíaco de carácter mistérico, es decir, una serie de ritos iniciáticos femeninos destinados a la adoración de Baco, dios del vino y la danza. 

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