Gala Placidia (Constantinopla, 388 -392–Roma, 450), pariente de Valentiniano I, Valentiniano II, Graciano, hija de Teodosio el Grande y Gala y, a su vez, hermana del también emperador Honorio, desde su nacimiento estuvo ligada a la corte imperial y, en parte, ese lujo y riqueza se aprecia en el Mausoleo de Rávena en el que se supone que estuvo enterrada y que es uno de los ocho monumentos de la ciudad incluidos en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco (1996).
Los acontecimientos que le tocó vivir —el saqueo de Roma a manos de Alarico en 410, su cautiverio bajo el gobierno visigodo y unión con Ataúlfo, su posterior matrimonio con el general Constancio, que sería elevado al rango de emperador, y su regencia una vez que su hijo Valentiniano III fue investido princeps siendo un niño— permitieron que su figura haya sido del interés de diferentes especialistas, viéndose casi siempre como un instrumento político a manos de los hombres de su tiempo.
Su vida puede reconstruirse a partir de fragmentos de diferentes crónicas y noticias aportadas por autores como Zósimo, Jordanes, Isidoro de Sevilla u Olimpiodoro. Las fuentes disponibles, en su mayoría autores cristianos, no compartieron la actitud entrometida, rebelde e, incluso, protagonista, que asumió en momentos puntuales de su vida.
Esta condición contraria a los conceptos patriarcales imperantes pudo deberse al ambiente en el que creció. La presencia de bárbaros en su entorno familiar y social fue constante, incrementándose especialmente durante su estancia en Roma bajo la supervisión de Estilicón.
Infancia y primeras alianzas
Educada en la corte de Constantinopla, se quedó huérfana durante su niñez. Gala falleció en el año 394 a causa del alumbramiento de uno de sus hijos y, un año más tarde, Teodosio fue asesinado en Milán, lugar al que hacía relativamente poco tiempo habían llegado Gala Placidia y su hermano Honorio.
Ello precipitó que, debido a la juventud del heredero imperial, de tan solo once años, el general Estilicón asumiera las riendas imperiales del Imperio romano de Occidente. Este último, casado con Serena, ansiaba establecer alianzas con la casa de Teodosio con el fin de consolidar su posición política.

Diseñó el matrimonio de Honorio con su hija María y después con Termancia, ambas uniones sin descendencia. Hizo lo propio con su hijo Euquerio, nombrado tributo y notario imperial, con Gala Placidia, que por entonces contaba con 7 años. Debido a la inmadurez de los contrayentes únicamente se pudo celebrar el compromiso en el año 399, reservándose el enlace hasta que llegasen a la madurez sexual; matrimonio que finalmente no se produjo.
La caída en desgracia de Estilicón en el año 408 condicionó que Honorio fuera conducido a Rávena con el fin de encontrar asilo, mientras que su hermana permaneció en Roma bajo las órdenes de Serena. La relación de ambas mujeres fue tensa. De hecho, en un momento dado se consideró que Gala Placidia y el Senado planificaron y ordenaron la ejecución de la esposa de Estilicón, acusada esta última de atraer a Alarico para que saqueara la ciudad.
No obstante, ese pasaje oscuro, donde la conducta de Serena hacia el pueblo romano pudo ser cuestionable, posibilitó que fuera finalmente eliminada, quedando Gala Placidia como la única superviviente de la estirpe de Teodosio en la capital.
El saqueo de Roma y la presencia de Gala Placidia en el Reino godo
Aunque las tropas comandadas por Alarico comenzaron a asediar Roma en diciembre de 408, esta acción se interrumpió al concedérsele un importante botín. Se retomó el 24 agosto de 410 y tras tres días de asedio, el 27, fue totalmente conquistada. La resistencia de la ciudad fue efímera.
A una indefensión militar se sumaba una profunda hambruna causada por el intenso bloqueo desarrollado por los godos en el puerto de Ostia, que había supuesto la interrupción de la entrada de alimentos. En ese año o, incluso, uno previo, en el 409, se inició el cautiverio de la hija de Teodosio. Precisamente, su situación como rehén de los godos y su posterior matrimonio con el rey Ataúlfo serían dos de los acontecimientos más conocidos de su vida.
Aunque había conseguido una importante hazaña tras la conquista de Roma y un gran botín repleto de riquezas, el rey visigodo Alarico falleció en 410 en Cosenza, siendo sucedido por su cuñado Ataúlfo. Las relaciones entre este último monarca y el hermano de Placidia parecían más favorables, sobre todo tras la firma de un acuerdo entre ambos en el que Honorio se comprometía a la entrega de grano al rey godo.
No obstante, el hijo de Teodosio se opuso a la concesión de los requerimientos pactados si no era restituida su hermana. A pesar de las presiones, Ataúlfo no solo se negó, sino que contrajo matrimonio con Gala Placidia en enero del año 414. La unión duró solo un año, pero este periodo fue suficiente para engendrar a un hijo, Teodosio, que fallecería pocos meses después cuando se encontraban instalados en Barcino.

A pesar de los trágicos acontecimientos que le tocó vivir, en palabras de Sivan, su estancia en tierras hispanas representó autoctonía y ortodoxia para Gala, pues se encontraba en el lugar de procedencia de sus ancestros. Aunque siempre se ha visto este periodo como una época complicada para la hija de Teodosio al encontrarse privada de libertad, Rosa Sanz apuntó que la realidad pudo ser bien distinta.
La Augusta seguía expuesta a los mismos peligros con los que tuvo que lidiar cuando estaba en Roma y, además, conservó sus sirvientes y estuvo rodeada de sus principales colaboradores. Asimismo, tendríamos que sumar las referencias de los autores cuando insistieron que su matrimonio con Ataúlfo fue consentido también por ella.
Esta aceptación por parte de Gala Placidia ha sido interpretada por la anterior autora como una prueba de que la Augusta mostró cierta sintonía con el pueblo godo, además de que pudo ser un claro acto de rebeldía contra Honorio y, sobre todo, contra los partidarios de este último por haberla abandonado en Roma.
Por tanto, aunque bien es cierto que los autores clásicos insistieron que era rehén del pueblo godo, hay pruebas suficientes para dudar de dicha situación; mucho más si tenemos presente que a partir de esta unión la actitud del rey con los romanos fue más tolerante, considerándose por Orosio como una acción propiciada por Dios, pues la divinidad había dispuesto que fuera prisionera Gala con el fin de proporcionar la futura paz para su pueblo.
La influencia de Placidia en lo que respecta a la tolerancia mostrada por el rey godo ha sido una de las facetas en las que más insistieron las fuentes literarias. Tras el asesinato de Ataúlfo a manos de los suyos, le sucedió Sigerico. Una de las primeras medidas emprendidas fue humillar a Gala Placidia haciéndola caminar delante de su caballo durante doce millas al igual que al resto de cautivos.
No obstante, el gobierno de Sigerico solo duró una semana, accediendo entonces al poder Walia, que mostró una actitud de respeto hacia la hija de Teodosio. Honorio llegó a un acuerdo con el general Constancio: si conseguía un pacto con el rey godo sería recompensado con la mano de su hermana; requerimiento que consiguió a cambio de la entrega de grano. El rey godo, por su parte, entregó a Galia Placidia en el año 416 en un lugar de los Pirineos.
Estancia en la Corte de Honorio y enlace con Constancio: los capítulos iniciales de Gala Placidia en su viaje político
Las fuentes literarias indicaron que desde el momento en el que supo que su hermano había concertado su compromiso con Constancio, la Augusta opuso resistencia. Este hecho podría interpretarse desde diferentes puntos de vista. Es posible que su unión con Ataúlfo fuera estrecha y, por lo tanto, no deseaba esposarse de nuevo, mucho más si se tiene presente su reciente viudez.
También cabe la posibilidad de que el origen humilde del candidato no fuera de su agrado, al igual que su físico, a lo que se sumaría la pertenencia de este último al círculo estrecho de Honorio. Estos individuos, además de ser los causantes de muchas de sus desgracias, pudieron estar relacionados directamente con el asesinato de su esposo e hijo.

A pesar de todo, en el año 417 fue forzada a contraer matrimonio con el general de Honorio, al que siempre chantajeó con el divorcio. De esta unión nacieron Justa Grata Honoria en el 418 y, un año más tarde, Valentiniano III. A instancias de la propia Placidia, su hijo fue nombrado nobilissimus y Constancio compartió la púrpura junto a Honorio.
El hijo de Teodosio no tuvo que soportar por mucho tiempo a su nuevo cuñado —con el que no estaba conforme en compartir el Imperio—, pues falleció en el año 421 a causa de una pleuritis, iniciándose a partir de entonces una supuesta relación amorosa entre los dos hermanos.
Esta situación provocó un profundo odio entre los sirvientes de Honorio, entre los que habría que destacar su nutriz Elpidia, su sierva Spadusa y el filósofo Leontio. Gala Placidia y su hijo fueron expulsados de Rávena, llegando en un primer momento a Roma, y finalmente fueron acogidos en 423 en la corte de Teodosio II en Constantinopla. Solo Bonifacio, general de África, se mantuvo fiel a la Augusta y fue uno de sus grandes aliados para promocionar a su hijo a la púrpura imperial.
Tras la muerte de Honorio en ese mismo año fue nombrado emperador Juan, a lo que Teodosio II respondió apoyando a Placidia y a Valentiniano III a partir de la organización de una expedición con el fin de restablecer el gobierno legítimo. En el 424 el hijo de Constancio fue nombrado César en Tesalónica, y tras ser decapitado el usurpador, en el 425, fue nombrado emperador de Occidente por el Senado de Roma, con tan solo 6 años.
Regencia y ocaso
Siendo emperador Valentiniano III, surgió la figura de Aecio, quien ayudó con un importante grupo de hunos al usurpador Juan; sin embargo, a consecuencia a la desaparición de este último, el general mostró apoyo a Gala Placidia y a su hijo para frenar las presiones de los bárbaros.
En este contexto destacó la figura de Bonifacio, que ejercía su poder en África, enfrentándose contra Aecio. Aunque Bonifacio fue quien salió victorioso del enfrentamiento, falleció a causa de las heridas, convirtiéndose Aecio en uno de los personajes más importantes del momento, hasta que finalmente fue asesinado a manos de Valentiniano III en el año 454.
Según Rosa Sanz, la regencia de Gala Placidia estuvo marcada por un acercamiento y colaboración. Los principales problemas a los que tuvo que hacer frente fueron la disputa entre sus generales por el control militar, los avances cada vez más presentes de los vándalos en las provincias africanas dirigidos por Genserico y las controversias religiosas.
En el año 437, Valentiniano III, que por entonces tenía 18 años, contrajo matrimonio con Licinia Eudoxia, hija de Teodosio II, lo que supuso el fin de la regencia de la Placidia. Fue entonces cuando se intensificó su faceta filantrópica y la construcción de iglesias. Terminaría falleciendo en Roma en el año 450, perdurando en la memoria su labor, especialmente durante la regencia de su hijo.

Gosvinta, una reina tirana en la Corte visigoda
Gosvinta fue utilizada, al igual que sus hijas, para las alianzas matrimoniales del momento. Esta situación no se redujo a casos aislados, sino que más bien respondió a una práctica bien arraigada durante el Imperio romano y que se siguió desarrollando en sucesivos periodos.
Los orígenes de esta reina se desconocen. Las primeras noticias que tenemos de ella se remontan a su matrimonio con Atanagildo, rey visigodo. El hecho de que este último se uniera con Gosvinta permite hipotetizar —como hicieron García Moreno o Castillo Lozano—, que pertenecía a uno de los grupos aristocráticos míticos que huyeron de Galia a Hispania tras la batalla de Vouillé (507), siendo descendiente, posiblemente, del clan de los baltos.
No obstante, como bien aseguró Valverde Castro, no deja de ser una hipótesis, pudiendo ser precisamente su unión con Atanagildo lo que la encumbró a la aristocracia del momento. De igual forma, también se ha especulado que pudo residir en un primer momento en la Bética, pues fue en Sevilla cuando su esposo inició su campaña contra Agila y tras la muerte de este último, en 555, consiguió la corona visigoda y trasladó la corte a Toledo.
Matrimonio con Atanagildo: la alianza matrimonial que marcó un capítulo en la España visigoda
La unión con Gosvinta pudo ser interesante para Atanagildo con el fin de contar con una plaza sólida que le permitiera obtener el éxito militar. Además de este dato que se obtiene a partir de especulaciones, la única información segura es que de este matrimonio nacieron Galsvinta y Brunequilda; mujeres que fueron fundamentales para la geopolítica del momento, pues se unieron con las casas merovingias de Neustria y Austrasia respectivamente.
A tenor del poema dedicado con Venancio Fortunato, fue un periodo doloroso para Gosvinta, pues a la separación de sus hijas se sumó el asesinato de la primera de ellas. No obstante, como señalaba Castillo Lozano, estamos ante un texto con amplios recursos literarios que impide aceptar su autenticidad. Sea como fuere, lo que está claro es que no tuvo que ser fácil para la reina ver morir a su hija, a lo que habría que añadir la muerte de su marido en 567.
Segundas nupcias con Leovigildo y rebelión de Hermenegildo
Tras el fallecimiento de Atanagildo y la proclamación de Liuva I como rey en la Narbolense, designó a su hermano Leovigildo como regente de los territorios hispanos, llegando a ser rey tras la desaparición del monarca que lo había promocionado en el año 572. Con el fin de consolidar su posición, se casó con la reina viuda, uniéndose con ello dos importantes facciones.

Este hecho permite valorar la importancia que tenía Gosvinta a nivel estratégico y político, a lo que habría que añadir que era la depositaria del tesoro regio que le había legado su primer marido. Con ello, Leovigildo estaba intentando asegurarse la fidelidad de un sector aristocrático importante, además de respeto, pues se unía con la mujer del que, en su momento, era legitimante monarca del territorio visigodo.
De hecho, este acercamiento también se aprecia en la unión producida en torno al 579 del hijo de Leovigildo, Hermenegildo, con Ingunda, nieta de Gosvinta al ser hija de Brunequilda. De esta forma, no solo se ligaban con la estirpe de la esposa de Leovigildo, sino también con la corte de Austrasia.
No obstante, aunque la unión parecía ventajosa, realmente se produjo uno de los episodios más dramáticos para Leovigildo, como fue la rebelión promovida por su propio hijo. El papel desarrollado en este conflicto por Gosvinta es problemático.
Las fuentes, especialmente Juan de Biclaro y Gregorio de Tours, la consideraron como una de las principales valedoras que apoyaron el alzamiento contra su marido, así como una mujer violenta que intentó por todos los medios que Ingunda abrazara el arrianismo, no llegando a conseguir su propósito, pues una vez que esta última se encontraba en Sevilla, convenció a Hermenegildo a que abandonara el credo arriano y adoptara la religión católica.
Este acontecimiento forma parte de la tradición negativa que ha perdurado de Gosvinta, pues su fanatismo religioso y contrario a la fe de Cristo no fue bien visto por los autores. La posición que asumió Recaredo que, al igual que su hermano Hermenegildo, fue asociado al gobierno por Leovigildo para que alguno de ellos le sucediese, motivó que Gosvinta se posicionara a favor del primogénito.
Sin embargo, esta versión plantea problemas para considerarla como auténtica, pues no se tiene constancia de que la reina fuera castigada por su marido tras apoyar la sublevación de Hermenegildo y tampoco tendría sentido que apoyara la facción católica cuando ella fue defensora a ultranza del arrianismo.
Bajo el gobierno de Recaredo
Una de las primeras acciones que emprendió el sucesor de Leovigildo fue adoptar a Gosvinta como madre. Más allá de un acto de piedad, como se ha visto por parte de la historiografía, pudo ser una manera de neutralizar posibles conflictos entre los partidarios de la reina viuda, especialmente aquellos instalados en la corte de Austrasia o los merovingios.

Este clima más favorable se materializó a partir del pretendido matrimonio de Recaredo con Clodosinda, hermana del rey austrasiano, que, aunque no se llegó a producir, trajo consigo el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos reinos. Según el Cronicón de Juan de Biclaro, en el año 589 Gosvinta se rebeló contra Recaredo con la ayuda del obispo Uldida, que ocupaba la sede episcopal de Toledo.
Dicha sublevación fue rápidamente solventada, pues al margen del autor anterior, ninguna otra fuente menciona el altercado. El prelado fue castigado, pues así ha quedado señalado, no haciéndose alusión al castigo que tuvo que sufrir Gosvinta. Todo ello hace pensar que es posible que, más allá de morir por causas naturales debido a su avanzada edad en el 589, como apuntó Castillo Lozano, pudo ser ejecutada.