Niceto Alcalá-Zamora, el camaleón político

El que fuera Presidente de la República entre 1931 y 1936, cuando fue sustituido por Manuel Azaña, supo adaptarse al contexto político del país, pasando de ser un entusiasta monárquico a liderar el nacimiento del nuevo gobierno republicano
Niceto Alcalá-Zamora

Superviviente nato, quintaesencia del camaleón, capaz de adaptarse a los vaivenes de la turbulenta escena política de la España de la primera mitad del siglo XX, Niceto Alcalá-Zamora nació en la localidad cordobesa de Priego en 1877. Tras graduarse en Derecho por la Universidad de Granada, ingresó en el cuerpo de letrados del Consejo de Estado. Para entonces ya albergaba vivas inquietudes políticas. Monárquico y liberal entusiasta, se afilió al Partido Liberal Democrático y fue elegido diputado por primera vez en 1905. Tras ocupar diversos cargos de responsabilidad, sería nombrado ministro de Fomento en 1917 en el Gobierno de Manuel García Prieto y, posteriormente, ministro de la Guerra, antes del golpe de Estado de Primo de Rivera.

El partido de Alcalá- Zamora, Derecha Liberal Republicana, representó al republicanismo conservador en el Pacto de San Sebastián de agosto de 1930. Foto: Album.

Alcalá-Zamora fue uno de los más activos y firmes críticos y opositores al nuevo régimen y, por extensión, defraudado con Alfonso XIII, fue aproximándose paulatinamente a posiciones republicanas. Las defendió con vehemencia en el Pacto de San Sebastián de 1930 en representación de Derecha Liberal Republicana, partido en el que militaba entonces, con el que se pretendía fomentar una corriente de oposición a la monarquía y en favor de la proclamación de una república. 

Fue, de hecho, elegido presidente del Comité Ejecutivo, encargado de promover la causa, hasta que el 12 de abril de 1930 estuvo a punto de terminar en prisión a raíz de la fallida Sublevación de Jaca, de la que se le juzgó partícipe y corresponsable. Los vientos del cambio soplaron ya con fuerza incontenible en las elecciones municipales de 1931, cuando la rotunda victoria de los republicanos precipitó el exilio de Alfonso XIII. Alcalá-Zamora se puso al frente del Gobierno Provisional que el 14 de abril de 1931 proclamó la II República.

La proclamación de la República, el 14 de abril de 1931, fue recibida por las clases populares con un estallido de alegría. Esta foto recoge la celebración en la Puerta del Sol (Madrid). Foto: Getty.

Presidente de la República

La quema de conventos de mayo de ese mismo año, la proclamación de la República Catalana y la intensa actividad de los anarquistas pusieron en jaque al Gobierno del cambio. Alcalá-Zamora, debido al progresivo escoramiento hacia la izquierda, decidió dejar el gobierno en octubre. Con todo, seguía siendo uno de los políticos más influyentes del país, incluso fuera de la primera línea, y, para evitar que aglutinara en torno a sí el descontento de los críticos, los socialistas y los partidarios de Azaña le ofrecieron la presidencia de la República. Pronto, no obstante, surgieron las tensiones con el azañismo, en un intento fallido de orientar la acción del gobierno hacia políticas moderadas. 

Tras la victoria de la CEDA en las elecciones de noviembre de 1933, el presidente hizo todo lo que estaba en su mano para apartarlos del poder, firmando la disolución de las Cortes en enero de 1936 y apostando por robustecer el centro político. Pero la victoria del Frente Popular en las elecciones de 1936 selló su destino. Considerado un freno conservador a las ambiciones del Frente, fue votada su destitución como presidente de la República. Era el fin de su carrera política y el momento de emprender el camino del exilio, primero hacia Francia y finalmente hacia Argentina, donde se ganó la vida precariamente como escritor e impartiendo conferencias hasta su fallecimiento en 1949. Sólo regresó a España ya dentro de un ataúd, y fue enterrado en el madrileño cementerio de La Almudena.

Los diarios robados

Niceto Alcalá-Zamora escribió unos diarios, un documento histórico de valor incalculable, entre el 1 de enero de 1936 y el 8 de abril del mismo año. Sin embargo, su rastro se perdió por completo hasta el año 2008. Fue entonces cuando un arquitecto valenciano, acuciado por las deudas, contactó con el historiador Jorge Fernández-Coppel y aseguró estar en posesión de los diarios del expresidente de la República, ofreciéndoselos por un total de ochenta mil euros. 

La portada de la primera parte de los diarios (La Esfera de los Libros, 2011). Foto: ASC.

Fernández-Coppel puso el hecho en conocimiento de la Guardia Civil, que montó un dispositivo para recuperarlos con el propio historiador como cebo, que se citó con el arquitecto en un restaurante valenciano acompañado de cuatro policías de paisano. Al parecer, según contó el ilegítimo propietario de los diarios, su padre, soldado del Gobierno de la República, se hizo con los documentos en Valencia cuando se produjo el colapso del régimen y el arquitecto los heredó, pero su precaria situación económica le había obligado a venderlos.

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