Durante siglos, la Gran Muralla de China ha monopolizado la imaginación colectiva cuando se trata de construcciones colosales en Asia. Pero lo que pocos saben es que, más allá de las planicies mongolas, se extiende otra muralla, más modesta en apariencia pero igual de fascinante en su historia. Ahora, una investigación liderada por arqueólogos de la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Nacional de Mongolia ha sacado a la luz sorprendentes revelaciones sobre esta estructura, transformando lo que sabíamos —o creíamos saber— sobre la geopolítica medieval en Asia.
Esta muralla, conocida como el Sistema de Murallas Medievales (MWS, por sus siglas en inglés), se extiende a lo largo de unos 4.000 kilómetros a través de Mongolia, China y Rusia. Una parte significativa de este sistema, el llamado Arco Mongol, ha sido objeto de intensas excavaciones desde 2018, culminando en los últimos descubrimientos que han dejado perplejos a los investigadores.
Lo que se pensaba que era una fortificación estrictamente militar, como su hermana china, resultó ser algo muy diferente.
Un muro que no pretendía frenar ejércitos
Las excavaciones realizadas en la provincia mongola de Sukhbaatar, particularmente en el sitio denominado MA03, han revelado que la supuesta muralla no era, en realidad, una barrera infranqueable. En muchos tramos, lo que se conserva es un simple foso de apenas unos metros de ancho y profundidad, acompañado por montículos de tierra. En algunos casos, ni siquiera hay muro visible. Esto llevó al equipo de arqueólogos a replantearse su función.
La evidencia sugiere que más que un sistema defensivo pensado para repeler invasiones a gran escala, el MWS era una frontera simbólica, una especie de "marca territorial" destinada a controlar el paso de personas, ganado y mercancías. De hecho, su diseño permitía el tránsito, pero probablemente lo canalizaba hacia ciertos puntos estratégicos —las puertas— donde se podía ejercer vigilancia.
La muralla servía, entonces, más como una herramienta de gestión territorial y económica, que como una barrera militar al estilo de los castillos europeos o las propias fortificaciones chinas. A esto se suman los descubrimientos de fortalezas y recintos como el de MA03, donde se han encontrado sistemas de calefacción sofisticados, monedas de la dinastía Song y restos de herramientas agrícolas, lo que indica una presencia humana constante, posiblemente durante todo el año.

Una vida cotidiana en los márgenes del imperio
Lo más intrigante de la excavación fue descubrir cómo se vivía en este límite del mundo conocido. El recinto de MA03 —una estructura rectangular con muros de tierra compactada y piedra, acompañado de fosos exteriores e interiores— no solo tenía una función logística o simbólica, sino que también era un lugar habitado.
Dentro del recinto, los arqueólogos hallaron un sistema de calefacción de piedra que revela la existencia de un espacio doméstico o al menos habitable durante el riguroso invierno estepario. Se encontraron además fragmentos de cerámica, herramientas de hierro, restos de animales y, muy significativamente, un arado de hierro, lo que apunta a una economía mixta de ganadería, caza y agricultura.
Esto contrasta con la imagen tradicional de los pueblos esteparios como nómadas exclusivamente pastores. El hallazgo de un sistema de calefacción al estilo kang (plataformas térmicas conocidas en China y Corea) sugiere la adopción de tecnologías foráneas y una integración cultural más profunda de lo que se pensaba.
La vida en MA03, lejos de ser una existencia militarizada, parece haber sido la de una pequeña comunidad adaptada al clima, al terreno y a las exigencias del poder central. Y es precisamente esta cotidianidad lo que da valor a los restos arqueológicos: son ventanas abiertas a una forma de vida que hasta ahora había permanecido en silencio.
Enterramientos y memoria: cuando el muro se convierte en legado
Un hallazgo adicional aportó una dimensión completamente nueva a la función simbólica del MWS. Durante la excavación, los arqueólogos descubrieron una tumba posterior a la ocupación del recinto. Un hombre adulto fue enterrado cuidadosamente dentro del recinto, mucho después de que la estructura dejara de estar en uso.
Este entierro, que se produjo alrededor del año 1440 —más de dos siglos después de la ocupación original de MA03—, sugiere que el lugar conservó una carga simbólica o espiritual significativa en la memoria colectiva de las poblaciones locales. Los restos fueron depositados con objetos personales, tejidos y una cesta de corteza de abedul, lo que indica un rito funerario cuidado y posiblemente conectado con tradiciones más antiguas.
Este fenómeno no es único: en otras partes del sistema de murallas también se han encontrado reutilizaciones similares, lo que da a entender que estas estructuras no solo sobrevivieron en el paisaje físico, sino también en la memoria cultural de las comunidades nómadas.

Un símbolo del poder Jin… y de sus límites
El periodo en que se construyó esta sección de la muralla coincide con la dominación de la dinastía Jin, una potencia fundada por los jurchen —pueblos de las estepas del noreste asiático— que dominaron vastas regiones del norte de China y Mongolia entre los siglos XII y XIII. Esta dinastía, que adoptó estructuras de poder mixtas entre lo nómada y lo sedentario, se enfrentó tanto a enemigos externos como a la necesidad de controlar territorios fronterizos de difícil administración.
El MWS puede interpretarse como una de las soluciones que los Jin emplearon para proyectar su poder: marcar presencia, vigilar movimientos y regular los intercambios económicos en la periferia de su imperio. Sin embargo, ese control no fue eterno. A comienzos del siglo XIII, los Jin fueron derrotados por el ascenso imparable del Imperio Mongol, y con ello, esta muralla fue olvidada.
Hoy, siglos después, su redescubrimiento devuelve protagonismo a una historia marginada por las grandes narrativas. Ya no se trata solo de levantar muros para dividir, sino de comprender cómo esas líneas trazadas en la tierra revelan estrategias de poder, organización y convivencia en uno de los territorios más vastos y complejos del mundo medieval.
Referencias
- Shelach-Lavi G, Amartuvshin C, Heimberg D, et al. Life along the medieval frontier: archaeological investigations of the south-eastern long wall of Mongolia. Antiquity. Published online 2025:1-20. doi:10.15184/aqy.2025.49