Así era el ‘meme’ que los predicadores medievales usaban en el siglo XII… y malinterpretamos durante 800 años por un error de copia

Un pequeño error de copia en un manuscrito del siglo XII ha resuelto uno de los enigmas más antiguos de la literatura medieval inglesa.
Extracto del Cantar de Wade
El error de una sola letra distorsionó durante siglos una leyenda mencionada en Los cuentos de Canterbury. Foto: Universidad de Cambridge/Christian Pérez

Durante más de un siglo, el fragmento de un sermón medieval escondido en un manuscrito de Cambridge ha sido el objeto de perplejidad, frustración y fascinación para filólogos, historiadores y expertos en literatura inglesa. Allí, en medio de un texto eclesiástico del siglo XII, aparecían unos versos en inglés antiguo que durante décadas se interpretaron como una referencia a elfos, duendes y criaturas sobrenaturales. Una lectura que encajaba con una visión fantasiosa y mítica de las leyendas medievales. Sin embargo, un reciente estudio publicado en The Review of English Studies por los investigadores Seb Falk y James Wade ha logrado dar un giro inesperado a esta historia, que ahora revela una realidad mucho más terrenal y caballeresca.

El hallazgo cambia radicalmente lo que se pensaba sobre una obra literaria perdida llamada "The Song of Wade" (El Cantar de Wade), que fue tan popular en su tiempo que incluso Geoffrey Chaucer —el célebre autor de Los cuentos de Canterbury— hizo referencia a ella en al menos dos de sus obras. Durante siglos, las menciones a Wade parecían guiños a una narrativa mitológica repleta de monstruos, gigantes y hechicería. Pero todo indica que estábamos equivocados: Wade no era un héroe de epopeyas sobrenaturales, sino un caballero cortesano inmerso en intrigas, pasiones y rivalidades. Un giro que no solo resuelve un antiguo enigma literario, sino que ofrece una ventana inesperada al uso de la cultura popular en los púlpitos medievales.

La pista perdida en un sermón de hace 800 años

Todo parte del manuscrito Peterhouse MS 255, conservado en Cambridge, una colección de sermones en latín fechados entre los siglos XII y XIII. En 1896, el reconocido medievalista M. R. James encontró, con asombro, que uno de estos sermones incluía un pequeño fragmento en inglés. Consultó entonces a Israel Gollancz, especialista en filología inglesa, y ambos concluyeron que esos versos pertenecían a un poema perdido del que solo quedaban rumores: el famoso Cantar de Wade.

Durante más de 130 años, académicos de todo el mundo intentaron descifrar qué decían exactamente esos versos. Las palabras estaban mal conservadas, la caligrafía era incierta, y los errores del copista medieval complicaban aún más la tarea. Durante décadas, se asumió que el texto mencionaba criaturas como “elves” (elfos) y “sprites” (duendes o espíritus del agua). Esta lectura encajaba con una tradición mitológica que hacía de Wade un héroe fantástico, hijo de una sirena y poseedor de una barca mágica llamada Guingelot.

Pero Falk y Wade decidieron hacer algo que nadie antes había intentado en profundidad: leer el sermón completo, en su contexto original. No se limitaron a los versos sueltos, sino que examinaron cómo se integraban dentro del discurso del predicador. Fue entonces cuando detectaron un error clave que lo cambia todo.

Extracto del manuscrito donde se conserva el único fragmento conocido del Cantar de Wade
El manuscrito donde se conserva el único fragmento conocido del Cantar de Wade. Fuente: Universidad de Cambridge/Christian Pérez

El error que cambió siglos de interpretación

El cambio fue mínimo, casi imperceptible, pero de enormes consecuencias. El copista medieval confundió las letras w y y, un error común en la escritura del inglés antiguo, donde ambos caracteres eran fácilmente intercambiables. Este pequeño fallo hizo que durante más de un siglo se leyera “ylves” (elfos) en lugar de “wlves” (lobos). Y donde se pensaba que se hablaba de duendes acuáticos, en realidad se hacía referencia a serpientes de agua, criaturas mucho más cercanas a la realidad simbólica del bestiario medieval.

Con estas correcciones, el pasaje ya no remite a un mundo mágico, sino a un entorno mucho más familiar para los oyentes medievales: el de los animales simbólicos usados en los sermones para representar vicios y pecados humanos. Wade deja de ser un héroe mítico para convertirse en un caballero rodeado de enemigos humanos, astutos y violentos, encarnados en animales como lobos, víboras y serpientes marinas.

Este descubrimiento encaja sorprendentemente bien con las menciones que hace Chaucer a Wade en Troilus and Criseyde y The Merchant’s Tale, dos obras fundamentales de la literatura inglesa. En ambos casos, el autor menciona a Wade en contextos de intriga amorosa y cortesana, no en pasajes fantásticos. La nueva lectura de los versos refuerza esta interpretación: Wade sería un héroe de romance caballeresco, no de leyenda pagana.

Fulco de Neuilly predicando en el norte de Francia entre los años 1199 y 1201
Fulco de Neuilly predicando en el norte de Francia entre los años 1199 y 1201 (izquierda). Ilustración de una serpiente siendo hechizada por la música de un encantador en un bestiario del siglo XIII (derecha).

Un "meme" medieval desde el púlpito

Uno de los aspectos más llamativos del hallazgo es que este fragmento aparece dentro de un sermón, un texto destinado a la predicación religiosa. Y no es un sermón cualquiera. Los investigadores han identificado con razonables fundamentos que el autor más probable fue Alexander Neckam, un influyente teólogo y enciclopedista inglés del siglo XII. Neckam, muy familiarizado con la literatura popular de su tiempo, habría utilizado el Cantar de Wade como un ejemplo popular para conectar con su audiencia, del mismo modo en que hoy un predicador podría citar una canción famosa o una película para ilustrar un mensaje moral.

Esta estrategia no era común. En un momento de auge de la predicación como herramienta de control social y formación espiritual, incluir referencias al amor cortesano y la caballería dentro de un sermón sobre la humildad era una jugada arriesgada pero audaz. El sermón compara a los poderosos con lobos que devoran lo que no les pertenece, a los aduladores con zorros, y a los lujuriosos con cerdos glotones. En este contexto, la figura de Wade y su enfrentamiento con estas “bestias humanas” cobra un nuevo sentido: no es un cuento de hadas, es una crítica moral a la nobleza y su conducta.

Seb Falk y James Wade, responsables del nuevo estudio
Seb Falk y James Wade, responsables del nuevo estudio. Foto: Universidad de Cambridge

Reescribiendo a Chaucer… con una lupa paleográfica

El impacto de esta reinterpretación es más profundo de lo que parece. Durante siglos, los filólogos han debatido sin consenso por qué Chaucer mencionaba a Wade. Algunos pensaban que era una alusión críptica sin mayor importancia, otros lo consideraban un simple recurso retórico. Ahora, con esta nueva visión, las referencias cobran peso narrativo y simbólico. En Troilus and Criseyde (Troilo y Criseida), la historia de Wade es usada para despertar el deseo amoroso de una dama. En The Merchant’s Tale (El cuento del mercader), aparece cuando se debate sobre la conveniencia de casarse con mujeres jóvenes. Ambas escenas encajan mucho mejor si Wade era un héroe cortesano, no un semidiós fabuloso.

Aunque algunos académicos han llamado a la prudencia, lo cierto es que la nueva traducción y el análisis contextual aportan argumentos sólidos y verosímiles. Más que una revolución, es una relectura inteligente que devuelve la carne y los huesos a un personaje que durante siglos solo fue sombra.

Al final, esta historia no solo reescribe un poema olvidado. También nos recuerda el valor de mirar con ojos nuevos incluso lo que ya creíamos conocer. A veces, basta con corregir una letra para abrir la puerta a mundos que, como el de Wade, aún tienen mucho que contarnos.

El estudio ha sido publicado en The Review of English Studies.

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