Reescriben la historia de los terópodos con un hallazgo insólito: encuentran un nuevo dinosaurio bípedo con dos dedos y garras como cuchillos curvos de 90 millones de años

Un dinosaurio de dos dedos con garras gigantes descubiertas en Mongolia desafía las ideas previas sobre la evolución de los terópodos y su diversidad anatómica.
Descubren un dinosaurio con dos garras gigantes y una función inesperada
Descubren un dinosaurio con dos garras gigantes y una función inesperada. Foto: Masato Hattori / Christian Pérez

En las áridas extensiones del desierto del Gobi, donde el viento barre capas de arena que han guardado secretos durante millones de años, un descubrimiento excepcional surgió en medio de una excavación rutinaria cerca de un futuro oleoducto. Fue en 2012 cuando un equipo de paleontólogos mongoles desenterró un fósil que, en apariencia, parecía uno más entre los muchos hallados en la prolífica Formación Bayanshiree. Sin embargo, lo que al principio parecía una curiosidad más del Cretácico, acabaría por desafiar buena parte de lo que creíamos saber sobre la evolución de los dinosaurios terópodos: se trataba de un nuevo género, Duonychus tsogtbaatari, una criatura singular que nos habla de adaptación, convergencia evolutiva y una anatomía tan inesperada como eficaz.

Un terópodo que no encaja en el molde

Para entender la relevancia de Duonychus tsogtbaatari, hay que situarlo dentro del grupo al que pertenece: los tericinosaurios, una familia de dinosaurios que, pese a ser terópodos –es decir, emparentados con los grandes carnívoros como Tyrannosaurus rex–, adoptaron una dieta herbívora u omnívora, desarrollando cuellos largos, cuerpos voluminosos, cabezas pequeñas y garras enormes. Hasta la fecha, todos los tericinosaurios conocidos conservaban una característica común: tres dedos funcionales en sus extremidades anteriores, rematados por unas garras curvadas y amenazantes, pero usadas para alimentarse de vegetación.

Lo que hizo especial al fósil hallado en Mongolia no fue solo su grado de conservación, sino que aquel animal tenía solo dos dedos en cada extremidad anterior. Un diseño anatómico inédito entre sus parientes, que evidenciaba una pérdida total del tercer dedo funcional y una profunda transformación en la estructura de la extremidad. El nombre del nuevo dinosaurio no podía ser más elocuente: Duonychus, literalmente “dos garras” en griego.

Pero no es solo la reducción digital lo que ha fascinado a los científicos. En uno de los dedos de la extremidad izquierda, el equipo de investigadores encontró una rara joya paleontológica: una garra con su vaina queratínica original, perfectamente conservada en tres dimensiones, algo prácticamente inexistente en el registro fósil de los terópodos. Esta estructura, hecha del mismo material que nuestras uñas, revela que las garras de Duonychus eran mucho más largas y afiladas en vida que lo que sugieren los huesos que nos han llegado.

Recreación artística de cómo habría sido Duonychus tsogtbaatari en vida, utilizando sus enormes garras para atraer ramas hacia su hocico
Recreación artística de cómo habría sido Duonychus tsogtbaatari en vida, utilizando sus enormes garras para atraer ramas hacia su hocico. Ilustración: Masato Hattori

El arte de perder un dedo

La evolución no sigue caminos rectos, y Duonychus es una prueba viva (o mejor dicho, fosilizada) de ello. La pérdida de un dedo funcional en su linaje no es un hecho aislado. Dentro de los terópodos, se han documentado al menos cinco eventos independientes de reducción a dos dedos, lo que sugiere que esta transformación morfológica respondía a presiones adaptativas específicas. En Duonychus, como en los tiranosaurios y en ciertos ovirraptorosaurios, el tercer dedo simplemente dejó de tener utilidad.

Pero si el brazo de T. rex es pequeño y aparentemente inútil, el de Duonychus era robusto, móvil y funcional. Todo apunta a que sus dos garras eran verdaderas herramientas de precisión: podía flexionar las falanges con fuerza, como si de una garra de perezoso o un gancho quirúrgico se tratara. Los estudios de movilidad articular indican que este dinosaurio podía flexionar sus dedos hasta casi los 90 grados, un rango que le habría permitido sujetar ramas, rasgar arbustos o incluso defenderse con eficacia, a pesar de su naturaleza no carnívora.

Un dinosaurio bípedo que usaba sus extremidades anteriores como ganchos vegetales

Lejos de la imagen clásica del terópodo cazador, Duonychus tsogtbaatari era un animal de unos tres metros de largo y 260 kilos de peso, que probablemente se desplazaba de forma bípeda y usaba sus extremidades anteriores de forma activa durante la alimentación. Su habilidad para agarrar ramas de hasta diez centímetros de diámetro sugiere una dieta basada en hojas, brotes y vegetación densa. Esta técnica de “enganche y tracción”, también observada en otros tericinosaurios, alcanza su máxima expresión en Duonychus, que parece haber especializado su cuerpo entero en este modo de forrajeo.

Este comportamiento se refleja no solo en sus garras, sino en la disposición del hombro, la curvatura del húmero y la articulación del carpo, todos adaptados para facilitar un movimiento de tracción y sujeción. A diferencia de sus primos como Therizinosaurus, que mantenían tres dedos, Duonychus parece haber optimizado sus dos restantes para maximizar la fuerza y precisión, sacrificando la versatilidad por la eficiencia.

Comparativa del movimiento de brazos y dedos entre distintos terizinosaurios: mientras la figura A muestra a Segnosaurus y la D a Therizinosaurus, las restantes ilustraciones corresponden a Duonychus tsogtbaatari
Comparativa del movimiento de brazos y dedos entre distintos terizinosaurios: mientras la figura A muestra a Segnosaurus y la D a Therizinosaurus, las restantes ilustraciones corresponden a Duonychus tsogtbaatari. Fuente: Kobayashi, Yoshitsugu et al., iScience, (2025)

Un fósil excepcional nacido de un hallazgo accidental

El esqueleto parcial de Duonychus fue hallado en una situación poco común para la paleontología: no durante una expedición científica, sino como parte de unas obras de infraestructura hidráulica en el sur de Mongolia. El lugar exacto, Urlibe Khudak, se sitúa en una zona rica en sedimentos del Cretácico superior, donde afloran capas que datan de hace entre 95 y 89 millones de años. El fósil fue recuperado bajo presión de tiempo, lo que limitó la extensión de la excavación, pero no la calidad del hallazgo.

Los restos incluyen varias vértebras, costillas, cintura pélvica, brazos completos y, por supuesto, ambas manos. Este nivel de conservación permitió no solo describir una nueva especie, sino también realizar análisis funcionales en detalle, modelando la movilidad del brazo, la morfología de las garras y hasta su posible rango alimenticio.

Reescribiendo el árbol familiar de los tericinosaurios

Desde el punto de vista filogenético, Duonychus se sitúa dentro de los tericinosaurios más evolucionados, junto a géneros como Nanshiungosaurus o Therizinosaurus, pero forma una rama separada de otros dinosaurios contemporáneos del Gobi, como Segnosaurus o Erlikosaurus. Esto revela que la diversidad de formas en este grupo era mucho mayor de lo que se pensaba, y que múltiples linajes coexistieron en el ecosistema de la Formación Bayanshiree.

Más allá del número de dedos, el estudio también resalta cómo diferentes especies de tericinosaurios desarrollaron adaptaciones específicas en la estructura del carpo, el húmero o incluso la pelvis, reflejo de nichos ecológicos diferenciados en un mismo hábitat. La coexistencia de varias especies tan distintas sugiere una especialización ecológica compleja, tal vez por estratificación en los niveles de vegetación o diferencias en el comportamiento alimenticio.

Una de las garras del dinosaurio fue hallada con su vaina de queratina original sorprendentemente intacta
Una de las garras del dinosaurio fue hallada con su vaina de queratina original sorprendentemente intacta. Fuente: Yoshi Kobayashi / Universidad de Hokkaido

Un recordatorio de lo extraño que puede ser el pasado

Duonychus tsogtbaatari es una criatura que parece sacada de una historia de ciencia ficción: un dinosaurio bípedo, herbívoro, con brazos semejantes a tenazas y garras curvas como cuchillos. Su hallazgo no solo amplía nuestro conocimiento sobre los tericinosaurios, sino que obliga a repensar la diversidad morfológica de los terópodos y los caminos evolutivos que siguieron.

En definitiva, el hallazgo de Duonychus nos recuerda que la historia de la vida está llena de experimentos evolutivos inesperados, y que cada fósil bien conservado no es solo una ventana al pasado, sino una puerta a nuevas preguntas.

Referencias

  • Kobayashi Y, Zelenitsky DK, Fiorillo AR, Chinzorig T. Didactyl therizinosaur with a preserved keratinous claw from the Late Cretaceous of Mongolia. iScience. 2025;26(3):112141. doi:10.1016/j.isci.2025.112141

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