Las celebraciones, fiestas y banquetes son un ingrediente esencial de la sociabilidad humana. Ahora, un hallazgo excepcional en el corazón del Zagros central, en el yacimiento neolítico temprano de Asiab (Irán occidental), ha permitido reconstruir un singular episodio de interacción social que ocurrió entre 9660 y 9340 antes de nuestra era. Los restos cuidadosamente dispuestos de diecinueve jabalíes salvajes (Sus scrofa), depositados junto a un cráneo de oso pardo y fragmentos de astas de ciervo rojo, constituyen el núcleo de un hallazgo único. Se trata de un “pozo de jabalíes” que atestigua la celebración de un banquete comunitarioa gran escala.
Este no ha sido el único descubrimiento. Los análisis isotópicos y de elementos traza realizados sobre cinco dientes bien conservados revelan que varios de estos animales procedían de lugares lejanos y que, por tanto, su transporte requirió un notable esfuerzo humano a través de terrenos montañosos.

El contexto arqueológico: el “pozo de jabalíes” de Asiab
En el yacimiento de Asiab, los arqueólogos identificaron los restos de diecinueve jabalíes, de ambos sexos y diferentes edades. Se habían depositado juntos y sellado en una fosa dentro de una construcción circular semisubterránea de unos veinte metros de diámetro, que pudo servir de estructura comunitaria. La disposición y el estado de los huesos sugieren que la matanza, el despiece y el consumo de la carne se realizaron como parte de un mismo evento, más que durante varias celebraciones a lo largo del tiempo.
La estimación del peso total en canal de los jabalíes (unos 700 kg) indica que la carne podría haber alimentado entre 350 y 1200 personas adultas. Es posible que parte de la carne se hubiese conservado mediante técnicas de secado al aire, lo que habría requerido conocimientos especializados para equilibrar flujo de aire, la temperatura y la humedad.

El jaballí, un animal poco habitual en la caza local
Aunque el jabalí aparece representado en la iconografía de otros yacimientos contemporáneos como Sarab (Irán) y Göbekli Tepe (Turquía), no era una presa habitual en la región en aquel periodo. Las comunidades cazaban, sobre todo, especies como la cabra montés (Capra aegagrus), el uro (Bos primigenius) o la perdiz chucar (Alectoris chukar). La rareza del jabalí en la dieta de estas poblaciones, unido a su comportamiento feroz, refuerza la interpretación de que su consumo en Asiab expresa un marcado componente simbólico.
El enfoque científico: una batería de análisis complementarios
El estudio aplicó un conjunto de técnicas de alta resolución para determinar el origen y los patrones de forrajeo de los animales. Se analizaron dos segundos molares y tres terceros molares, prestando especial atención a las micromarcas de crecimiento del esmalte para guiar los muestreos isotópicos.
Se midieron 165 valores de isótopos estables de oxígeno (δ¹⁸O) y 107 cocientes isotópicos de estroncio (⁸⁷Sr/⁸⁶Sr), además de mapear la concentración de bario (Ba) en el esmalte. Estos indicadores han permitido reconstruir tanto el lugar donde se formaron los dientes como ciertos hábitos estacionales de alimentación.

Origen geográfico: evidencias de transporte a larga distancia
Los resultados muestran dos grupos de animales distintos. Cuatro de los jabalíes (ASB133, ASB174, ASB360 y ASB402) presentan valores isotópicos compatibles con zonas situadas al menos a unos 70 km en línea recta de Asiab, mientras que el quinto (ASB449) parece de procedencia local. Este último nació a finales del verano, mientras que los demás lo hicieron en primavera, lo que refleja diferentes ciclos reproductivos.
Considerando la orografía montañosa de la zona y el peso de la carne, el transporte de animales enteros o de partes significativas de su cuerpo implicaba tener que recorrer distancias de dos o más jornadas a pie. Por ello, los investigadores han planteado tres posibles escenarios. Quizás los habitantes de Asiab viajaron lejos para cazar; puede que las comunidades foráneas trajeran los animales como regalo o tributo; o tal vez se transportaron solo ciertas partes de los animales, como las cabezas, para ser depositados ritualmente.

Patrones de forrajeo y dispersión
Las variaciones en la concentración de bario han revelado tanto picos estacionales del consumo de determinados alimentos como cambios en la ubicación geográfica de los animales. Esto apunta a la existencia de sondas de jabalíes en áreas territoriales dispersas. Esta diversidad sugiere que los animales cazados procedían de distintos entornos. Capturarlos, por tanto, tuvo que nevcesitar una logística coordinada y eficaz para conseguir transportarlos hasta Asiab.
Dimensión simbólica y redes sociales
El estudio interpreta el esfuerzo humano para conseguir carne de jabalí como un elemento esencial de los rituales destinados a reforzar los lazos sociales y a expresar la conexión simbólica con los animales. Las prácticas de la caza y el transporte de los animales no solo se explican por las necesidades alimenticias, sino también por la lógica social de la reciprocidad y el prestigio. Aportar jabalíes —animales peligrosos y poco habitules en la dieta cotidiana— a un evento comunal habría sido un gesto de alto valor social y ritual.
La magnitud del festín y la procedencia diversa de los animales muestran, además, que Asiab fue un punto de convergencia para comunidades dispersas, que compartían ceremonias complejas durante la transición hacia la agricultura. Este patrón coincide con evidencias procedentes de otros lugares del Próximo Oriente, donde el banquete y la comensalidad funcionaban como catalizadores de cohesión social y, posiblemente, también sirvieron para introducir innovaciones económicas.

Un precedente para la domesticación
El protagonismo del jabalí en contextos simbólicos y su transporte para rituales sugiere que estas prácticas pudieron, igualmente, allanar el camino hacia su domesticación posterior. Según el equipo de investigación, la inversión de tiempo y energía para obtener y trasladar estos animales indica que su valor social y cultural antecedió a su aprovechamiento ganadero sistemático.
El significado cultural de los alimentos
El hallazgo y estudio del “pozo de jabalíes” de Asiab ha permitido reconstruir una parte del mundo simbólico y logístico del Neolítico temprano en los Zagros. Las comunidades de hace 11.000 años estaban dispuestas a movilizar numerosos recursos humanos y materiales para celebrar banquetes comunales, útiles para fortalecer las redes de contacto. El transporte de jabalíes desde lugares remotos refleja un entramado de interacciones que trascendía el ámbito local. Así, la arqueología no solo recupera huesos y dientes, sino también los ecos de un mundo en el que la comida y el ritual se entrelazaban para tejer las primeras redes complejas de las comunidades humanas sedentarias.
Referencias
- Vaiglova, P., Kierdorf, H., Witzel, C. et al. 2025. "Transport of animals underpinned ritual feasting at the onset of the Neolithic in southwestern Asia". Communications, Earth and Environment, 6: 519 (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s43247-025-02501-z