Hallazgo histórico en China: las herramientas de madera más antiguas de Asia revelan una estrategia de supervivencia sorprendente

El hallazgo de herramientas de madera de hace 300.000 años en China revela una estrategia de supervivencia basada en plantas que reescribe lo que sabíamos sobre nuestros ancestros.
Una herramienta de madera encontrada durante las excavaciones en el yacimiento arqueológico de China
Una herramienta de madera encontrada durante las excavaciones en el yacimiento arqueológico de China. Foto: Bo Li

Durante décadas, la historia del ser humano se ha contado a golpe de piedra. Desde las hachas de mano del Paleolítico hasta las puntas de lanza halladas en Europa, la mayoría de los restos arqueológicos que tenemos de nuestros ancestros provienen de materiales resistentes a la erosión del tiempo. La piedra sobrevive. La madera, rara vez. Y por eso, el hallazgo que acaba de salir a la luz en la provincia de Yunnan, al suroeste de China, es tan extraordinario como revelador.

Un equipo internacional de investigadores ha desenterrado en el yacimiento de Gantangqing un conjunto de 35 herramientas de madera trabajadas por homininos hace entre 250.000 y 361.000 años, lo que las convierte en los utensilios de madera más antiguos descubiertos en toda Asia Oriental. Pero más allá de su antigüedad, lo verdaderamente impactante de este descubrimiento publicado en la revista Science es lo que revela sobre la vida de aquellos antiguos humanos: su dieta, su entorno y, sobre todo, su capacidad de planificación.

Tecnología vegetal en un mundo de piedra

Durante mucho tiempo, se ha considerado que las culturas paleolíticas de Asia Oriental eran tecnológicamente “conservadoras”, debido a la aparente simplicidad de sus herramientas de piedra. Sin embargo, el hallazgo de Gantangqing desafía de raíz esta percepción. Las herramientas encontradas —entre ellas palos cavadores, ganchos y punzones puntiagudos— muestran un nivel de elaboración y funcionalidad que obliga a reconsiderar el ingenio de estos grupos humanos.

Fabricadas principalmente con madera de pino y otras maderas duras, algunas herramientas presentan detalles minuciosos: tallas simétricas, bordes redondeados por el uso y evidencias microscópicas de haber sido utilizadas para excavar. Varias incluso conservan residuos de almidón de plantas comestibles, lo que sugiere que fueron empleadas para extraer rizomas, raíces y tubérculos del barro de la ribera lacustre.

Y aquí aparece uno de los aspectos más fascinantes del descubrimiento: estos primeros homininos no solo cazaban, también planificaban expediciones para recolectar recursos vegetales concretos, aprovechando el entorno de un lago lleno de vegetación acuática. En un momento de la prehistoria en que sus “primos” europeos usaban lanzas para cazar mamuts en climas fríos, estos habitantes del sur de China desarrollaron una estrategia de subsistencia más centrada en el mundo vegetal, y lo hicieron con herramientas especializadas.

Herramientas de madera de Gantangqing con más de 250.000 años de antigüedad
Herramientas de madera de Gantangqing con más de 250.000 años de antigüedad. Fuente: Jian Hui-Liu, Xing Gao, et al. Science (2025)

Un entorno privilegiado… y conservador

La clave de la conservación de estas piezas, únicas en el registro arqueológico de Asia, está en su entorno. Gantangqing se sitúa en una región de clima subtropical, en la cuenca del lago Fuxian, donde hace 300.000 años predominaban los pantanos, los bosques húmedos y una abundante biodiversidad vegetal. Gracias a los sedimentos ricos en arcillas pobres en oxígeno que se acumularon en esa época, las herramientas quedaron enterradas en condiciones anóxicas que impidieron su descomposición.

Este fenómeno, aunque poco frecuente, ya ha permitido el hallazgo de otras piezas de madera en lugares como Poggetti Vecchi (Italia) o Schöningen (Alemania), donde se descubrieron lanzas y palos cavadores de similar antigüedad. Pero lo que distingue a Gantangqing es la variedad y complejidad del conjunto, así como su enfoque en la recolección vegetal en lugar de la caza.

Entre las herramientas hay desde grandes palos que podrían requerir el uso de ambas manos, hasta pequeños instrumentos puntiagudos que caben en la palma y se habrían utilizado para cavar en el barro, como modernos palines de jardín. También aparecen ganchos curvos que, lejos de servir para colgar carne como podría imaginarse, muestran marcas de desgaste en los bordes que apuntan a un uso intensivo para cortar raíces.

Uno de los debates más persistentes en la arqueología de Asia ha sido la llamada “hipótesis del bambú”: la idea de que muchos de los primeros humanos en el continente fabricaban herramientas con bambú u otros materiales vegetales, pero que estos simplemente no se han conservado en el registro arqueológico por su fragilidad. El hallazgo en Gantangqing ofrece la primera evidencia sólida que respalda esta teoría.

Aunque las herramientas encontradas no son de bambú, sí demuestran que la elaboración de herramientas de madera era una práctica extendida y diversificada en esta región, lo que podría indicar que el uso de materiales orgánicos era mucho más común de lo que hasta ahora pensábamos.

En un paisaje en el que escaseaban las rocas adecuadas para tallar herramientas de piedra grandes, los antiguos habitantes de Gantangqing desarrollaron un repertorio tecnológico adaptado a los materiales disponibles. De hecho, los útiles líticos encontrados en el mismo yacimiento son pequeños y simples, lo que contrasta fuertemente con el nivel de diseño que presentan los utensilios de madera. Una señal clara de que la simplicidad aparente de los restos arqueológicos puede ser solo eso: aparente.

Otra estructura de madera, esta vez hallada en Zambia
Otra estructura de madera, esta vez hallada en Zambia. Foto: Prof. Larry Barham/Universidad de Liverpool

Un cambio de paradigma: del cazador al recolector planificado

La interpretación del equipo investigador es clara: los homininos de Gantangqing no improvisaban. Hacían viajes planificados a la orilla del lago, equipados con herramientas específicas, con el conocimiento de cuándo y dónde extraer determinados recursos vegetales. Esto implica capacidades cognitivas avanzadas, como la memoria ecológica, la planificación a largo plazo y el conocimiento detallado del entorno.

Este comportamiento resulta especialmente relevante si se compara con los hallazgos contemporáneos en Europa. Mientras en Schöningen se hallaron lanzas claramente orientadas a la caza de grandes animales, en Gantangqing vemos una estrategia completamente diferente: el aprovechamiento intensivo de los recursos vegetales subterráneos, como el taro o el ñame acuático.

Ambos enfoques —la caza especializada en el norte y la recolección vegetal en el sur— muestran la extraordinaria adaptabilidad del género Homo, capaz de diseñar respuestas muy distintas ante los desafíos ambientales de cada región.

¿Quiénes eran estos homininos?

El estudio no se aventura a identificar con certeza la especie responsable de estas herramientas. La datación sitúa los restos en un periodo anterior a la llegada de Homo sapiens al este de Asia. En esa región y época habitaron otras especies humanas arcaicas, como los Denisovanos, conocidos por su robustez física y sus habilidades técnicas. Si bien aún no se han hallado restos fósiles humanos directos en el yacimiento, el contexto y la cronología hacen plausible su implicación.

De ser así, el hallazgo añadiría una nueva dimensión al conocimiento de esta misteriosa especie humana, que hasta hace poco era un enigma y que hoy empieza a perfilarse como una figura clave en la evolución de la humanidad en Asia.

El descubrimiento de Gantangqing no solo amplía el mapa del uso de herramientas en la prehistoria, sino que obliga a reescribir parte del relato de nuestros orígenes. Muestra que hace cientos de miles de años, los humanos ya dominaban el uso de la madera con fines muy específicos, en contextos ecológicos diversos y con estrategias de vida complejas. También pone de relieve cuántas historias pueden haberse perdido simplemente porque el material con el que se contaron era demasiado frágil para resistir el paso del tiempo.

En definitiva, esta excavación es un recordatorio poderoso de que la arqueología sigue siendo, más que nunca, una ciencia de sorpresas.

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