Un diente de reno hallado en Atapuerca adelanta en decenas de miles de años la llegada de la fauna glacial a la península ibérica, reescribiendo lo que sabíamos sobre los fríos extremos del Pleistoceno

Atapuerca vuelve a sorprendernos con el hallazgo de un diente de reno que revela que la península ibérica vivió fríos extremos mucho antes de lo que imaginábamos.
Recreación artística hiperrealista de la fauna glacial en Atapuerca hace 300.000 años
Recreación artística hiperrealista de la fauna glacial en Atapuerca hace 300.000 años, con renos y otros herbívoros del Pleistoceno. Foto: ChatGPT-4o/Christian Pérez/Jan van der Made

En el corazón de la sierra de Atapuerca, donde los sedimentos guardan la memoria de cientos de miles de años, ha aparecido un testigo silencioso de una Europa helada: un diminuto diente de reno. A simple vista podría parecer un hallazgo menor, pero este fósil, recuperado en la Galería del complejo arqueológico, reescribe un capítulo clave de la historia natural de la península ibérica. Según el estudio publicado en la revista Quaternary por Jan van der Made y su equipo (MNCN-CSIC, CENIEH e IPHES-CERCA), se trata de la evidencia más antigua de fauna glacial en España, con una antigüedad estimada de entre 243.000 y 300.000 años (MIS 8 del Pleistoceno medio).

El pequeño molar deciduo, perteneciente a una cría de Rangifer, apareció en la unidad GIIIa de Galería, en el mismo estrato que un fragmento craneal humano y restos de industria lítica. La imagen que emerge es poderosa: mientras el clima de la península se endurecía bajo condiciones glaciales, grupos humanos primitivos compartían territorio con renos, grandes herbívoros adaptados a las duras estepas de hielo que entonces se expandían desde el norte de Eurasia.

Cuando la península ibérica fue refugio y frontera

Durante el Pleistoceno, Europa vivió una sucesión de glaciaciones que transformaron el continente en ciclos de expansión y retirada del hielo. Cada enfriamiento arrastraba hacia el sur ecosistemas fríos como la llamada “Estepa de los Mamuts”, donde convivían mamuts lanudos, rinocerontes peludos y renos. Hasta hace poco, se pensaba que estas faunas solo habían llegado a la península ibérica durante la penúltima glaciación, alrededor de 191.000-123.000 años atrás (MIS 6). El hallazgo de Atapuerca adelanta en decenas de miles de años esa frontera biogeográfica.

La península siempre fue un mosaico climático complejo: montañas, valles y mesetas que ofrecían refugio a especies templadas durante los fríos extremos y, a la vez, pequeñas “ventanas” para la llegada de fauna glacial. Por ello, la presencia de un reno en Burgos durante MIS 8 no solo marca el registro más meridional conocido para su época, sino que demuestra que los fríos del norte habían conquistado el corazón de Iberia mucho antes de lo que se creía.

Este escenario convierte a Atapuerca en un testimonio único de esa interacción entre clima, fauna y humanos. El descubrimiento, como destaca el equipo en su estudio, permite trazar la expansión progresiva de la fauna glacial hacia el sur a lo largo de los ciclos climáticos, siguiendo un patrón que acabaría llevando estos animales incluso hasta la actual provincia de Granada en el último máximo glacial.

El fósil del reno de Atapuerca, consistente en un tercer molar de leche superior de una cría
El fósil del reno de Atapuerca, consistente en un tercer molar de leche superior de una cría (arriba). Mapa de distribución de la especie (abajo). Fotos: Jan van der Made/Ignacio A. Lazagabaster

Un diente que cuenta una historia

A nivel paleontológico, el fósil es tan modesto como revelador: un tercer molar de leche superior (D3). Sin embargo, su morfología lo distingue de otros cérvidos como ciervos y corzos. Comparado con colecciones de referencia europeas y actuales, el equipo lo atribuyó inequívocamente a Rangifer, el mismo género que hoy conocemos en los renos árticos.

El sedimento que lo envolvía no contenía solo huesos: industria lítica achelense y restos humanos acompañaban al pequeño testigo glacial. La combinación de fauna y tecnología permite vislumbrar una escena remota: grupos de homínidos del Pleistoceno medio, probablemente descendientes de Homo heidelbergensis, se movían por una meseta fría, entre herbívoros adaptados al hielo, cazando y carroñeando para sobrevivir.

Estos niveles de Galería no eran campamentos permanentes. El yacimiento funcionaba como una trampa natural, un pozo vertical en el que caían animales, cuyos cadáveres eran aprovechados por los humanos en visitas esporádicas. Que el diente del reno aparezca allí sugiere que el animal murió de forma natural, y que su especie ya formaba parte del ecosistema local sin necesidad de transporte humano.

Glaciaciones y supervivientes

El hallazgo de Galería encaja en una historia más amplia: la lenta conquista de Iberia por la fauna glacial. Según el estudio, tras MIS 8, cada ciclo frío llevó a estos animales un paso más al sur. Durante MIS 6, sus huellas alcanzan Madrid; en el último máximo glacial, llegaron hasta Andalucía oriental. Paralelamente, especies templadas como hipopótamos, elefantes de colmillos rectos (Palaeoloxodon) o ciervos quedaron relegadas a refugios cada vez más estrechos en el sur.

Este juego de avances y retrocesos no solo afectó a los animales. La población del Pleistoceno medio debieron adaptarse a cambios drásticos en su entorno: inviernos más largos, recursos limitados y un paisaje de tundra y estepa. La presencia simultánea de herramientas líticas y restos humanos junto al reno sugiere que estas poblaciones estaban ya familiarizadas con climas gélidos, mucho antes de que los neandertales dominasen Europa occidental.

En la imagen el equipo de investigación: De izquierda a derecha Paula García Medrano (IPHES-CERCA), Jan van der Made (MNCN-CSIC), Isabel Cáceres (IPHES-CERCA) e Ignacio Aguilar Lazagabaster (CENIEH). Foto: Maria D. Guillén/IPHES-CERCA

La importancia de un hallazgo silencioso

El valor de este descubrimiento va más allá de su rareza. Permite reconstruir con precisión la cronología de los niveles de Galería, afinar las correlaciones con los estadios isotópicos marinos (MIS) y entender la dinámica de la expansión glacial. Además, abre preguntas sobre la resiliencia de las poblaciones humanas y animales frente a climas extremos en un territorio que, miles de años después, se convertiría en un refugio crucial durante los ciclos glaciares.

El reno de Atapuerca es, en definitiva, un fragmento diminuto de un relato mayor: cómo el clima modeló la vida en Europa, empujando fronteras invisibles de hielo, fauna y humanidad.

Referencias

  • van der Made J, Lazagabaster IA, García-Medrano P, Cáceres I. Southernmost Eurasian Record of Reindeer (Rangifer) in MIS 8 at Galería (Atapuerca, Spain): Evidence of Progressive Southern Expansion of Glacial Fauna Across Climatic Cycles. Quaternary. 2025; 8(3):43. DOI:10.3390/quat8030043

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