Por qué algunas personas cuelgan bolsas de agua o CD’s en sus casas: la verdad detrás de un curioso fenómeno

Hay quien cree que colgar bolsas de agua ahuyenta a las moscas, los CDs evitan que los pájaros se coman las plantas, y las garrafas de agua repelen a los perros para que no orinen en un lugar… ¿cuál de todas es cierta?
Por qué algunas personas cuelgan bolsas de agua o CD’s en sus casas: la verdad detrás de un curioso fenómeno

Cuando se trata de evitar que ciertos animales tengan comportamientos que los humanos consideramos molestos, abundan los remedios caseros. Es frecuente, especialmente en casas de pueblo, encontrar bolsas transparentes llenas de agua colgadas en puertas y ventanas, para evitar supuestamente la entrada de moscas ataquen las vides o los árboles frutales, no hay nada como colgar algunos compact disc, o fragmentos de cinta magnética de un viejo VHS. Y para evitar que los perros orinen en la puerta de casa, lo mejor es dejar una garrafa llena de agua. ¿Pero funcionan realmente? ¿Son remedios eficaces?

Bolsa de agua para repeler moscas… ¿Funciona? — AlessandroZocc/iStock

Bolsas de agua para las moscas

Dice el refrán que en boca cerrada no entran moscas, y lo mismo se aplica a una ventana. Pero toda casa necesita ventilación, y si dentro de casa hace más calor que fuera, el interior se convierte en un imán para moscas, mosquitos y otros insectos molestos. Para evitar esta situación, sin tener que usar insecticidas, repelentes o aparatos eléctricos, según una costumbre muy popular, lo mejor es colgar bolsas de plástico transparentes llenas de agua en las ventanas. Algunos meten una moneda en la bolsa… no queda muy claro por qué.

Las moscas basan gran parte de su actividad en el sentido de la vista. Por ello, según quién cuente la historia, la bolsa de agua colgada puede funcionar de dos formas distintas. Hay quien dice que el agua actúa como un prisma, descompone el haz de luz en sus componentes en diferentes longitudes de onda, como un arcoíris, y despista a la mosca, que evitaría pasar por esa zona donde su visión queda inutilizada. Otros afirman que las bolsas reflejan una imagen deformada del animal, que se asustaría al ver semejante monstruo, y huiría sin atravesar el umbral.

Ninguna de las dos hipótesis tiene fundamento científico. Por un lado, el ojo de una mosca, compuesto por múltiples subunidades llamadas ommatidios, ya descompone la luz en sus componentes, de modo que no hay motivo para que tal fenómeno despiste a la mosca. Y por otro lado, las moscas no suelen asustarse por la imagen de animales mucho más grandes que ellas. Prueba de ello es que las moscas siguen molestando a los humanos y a otros animales aún más grandes, como la vaca, el rinoceronte o el elefante.

De hecho, según un estudio relativamente reciente, en el que contaban mediante la captura las moscas que accedían a distintas estancias en idénticas condiciones, algunas con bolsa de agua y otras sin ella. El resultado: no había diferencia en la cantidad de moscas capturadas en unas y otras estancias. La bolsa no parece que sirva para nada.

Si quieres evitar que entren moscas en casa, sin usar repelentes químicos o eléctricos, la mejor opción es instalar mosquiteras en las ventanas.

Colgar CDs para evitar a los pájaros… ¿Funciona? — Helin Loik-Tomson /iStock

CDs y VHS para las aves

Hasta la década de 1990, era habitual encontrar fragmentos de cinta magnética de VHS colgando de frutales. Su función: que las aves, consumidoras habituales de frutos y semillas, no atacasen la producción. Con la llegada de nuevas tecnologías, los trozos de cinta negra y brillante se fueron sustituyendo por discos compactos.

Según se dice, el motivo también tiene que ver con el sentido de la vista, muy desarrollado en las aves frugívoras. Cintas y CDs se mueven fácilmente con el viento, y reflejan la luz de forma relativamente aleatoria, según la orientación en cada momento y cómo incida el sol. El movimiento de esos reflejos sería lo que, de algún modo, ahuyentaría a las aves. Otros objetos empleados con este fin son maquetas de aves rapaces, como búhos o halcones, espejos, o el popular espantapájaros.

El problema de estos métodos es que las aves observan y aprenden. El espejo estático puede ser una distracción temporal que fomente la sensación de competencia: muchas aves no reconocen su propio reflejo, y pueden pensar que, al llegar, ya hay otros animales en el árbol. Pero el efecto se pierde rápido: en cuanto el pájaro se de cuenta de que la comida sigue ahí, ignorará su propio reflejo. Lo mismo sucede con objetos como maquetas o espantapájaros: la mayoría de las aves no tardan en darse cuenta de que es un objeto inmóvil incapaz de hacerles daño, y lo ignoran.

Las cintas y los CDs, sin embargo, sí parecen tener más utilidad. Al moverse de forma aleatoria —por el viento—, y lanzar reflejos impredecibles, la mayoría de aves pueden asustarse. Pero solo es un efecto temporal. Si el disco está siempre en el mismo sitio, se acostumbrarán a que en ese punto hay una fuente de luz molesta, aún impredecible, e ignorarla. Por eso funcionará mejor si, de vez en cuando, se cambian de sitio y de cantidad.

El CD es mejor opción que la cinta VHS; es más duradero, y la cinta, a medida que se desgasta, pierde su brillo y su efectividad. Las aves pueden llegar a picotearla si está muy desgastada, atraídas por la curiosidad de algo que se mueve serpenteante. En todo caso, conviene retirar los CDs antes de que se estropeen, para evitar contaminar el entorno con plásticos.

En definitiva, la humanidad lleva lidiando con los pájaros desde que inventó la agricultura, y hasta la fecha, ningún método es infalible. Las aves son seres inteligentes, capaces de comprender patrones y anticiparse. Cualquier método, por innovador que parezca, funcionará durante un tiempo, pero a la larga terminan comprendiendo su naturaleza e ignorándolo.

Garrafas en la calle para evitar que los perros orinen… ¿Funciona? — Neme Jimenez /iStock

La garrafa de agua para evitar los orines

El último de los grandes recursos del pueblo para evitar que los perros orinen en la pared o en la puerta de la casa consisten en disponer garrafas llenas de agua. Algunos aseguran que debe llenarse hasta la mitad. Quienes lo usan, aseguran que es eficaz. Nadie ha sido capaz de explicar cómo funciona —hay gente que asegura que se genera una especie de ‘campo de fuerza’—.

No existen artículos científicos que confirmen o rechacen este remedio, pero cualquiera que haya tenido perro alguna vez —sobre todo, si es un macho—, sabe que una simple garrafa de agua no supone ningún impedimento para que levante la pata trasera y orine.

Puede que el recipiente con agua despierte la curiosidad del animal, y se acerque a comprobar si puede beberla. Pero en cuanto verifique que no es así, ignorará el recipiente y orinará, como siempre, donde le apetezca —o, más probablemente, donde otro perro haya orinado antes—. En algunos casos, la propia forma de la garrafa puede ser, incluso, un lugar atractivo en el que dejar su marca. Sobre todo, si otros lo han hecho antes.

Poner carteles pasivo-agresivos amenazando a perros o dueños tampoco suele funcionar. Si se quiere evitar que los perros orinen en un lugar específico, lo mejor es mantener ese lugar bien limpio de orines anteriores, y limpiarlo inmediatamente cuando un nuevo perro orina —tarea responsabilidad del dueño—.

Además, existen en el mercado productos diseñados específicamente para evitar que los perros orinen; los más eficaces —y menos tóxicos— son los que cuentan en su composición con metil-nonil-cetona, un compuesto químico con un olor penetrante que resulta molesto para perros y gatos. Basta con esparcir de vez en cuando una pequeña cantidad, para que el olor impregne la superficie y los animales prefieran obviar ese lugar durante cierto tiempo —hasta que el compuesto termine por evaporarse—.

Referencias:

  • Harris, C. 2019. A Common Method of Barn Fly Control: Debunked. Journal of Student Research.
  • Marsh, R. E. et al. 1992. Scarecrows and predator models for frightening birds from specific areas. Proceedings of the Vertebrate Pest Conference, 15(15).
  • Wolski, T. R. et al. 1984. The effectiveness of animal repellents on dogs and cats in the laboratory and field. Applied Animal Behaviour Science, 12(1), 131-144. DOI: 10.1016/0168-1591(84)90103-5

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