¿Realmente el vegetarianismo es genético? Esto es lo que dice la ciencia

Muchas personas eligen una dieta vegetariana o vegana por diferentes razones, pero ¿hay alguna influencia genética en esta decisión? Descubrimos qué dice la ciencia al respecto y cómo la genética y el ambiente interactúan en nuestra alimentación.
Vegana

Ya sea por gusto, por motivos medioambientales o por la toma de conciencia del máximo bienestar animal, cada vez más gente opta por una dieta vegetariana o vegana. Opciones nutricionales que, en ocasiones, implican una forma de vida que involucran a muchos otros aspectos cotidianos, perfectamente válidos. De hecho, siempre que la dieta esté adecuadamente equilibrada, y en el caso de veganos estrictos, se reciban suplementos de vitamina B12, una dieta vegetariana o vegana es perfectamente saludable.

Recientemente, a raíz de una publicación científica en la revista Plos One, de mano de Nabeel R. Yaseen y colaboradores, ha surgido la idea de que, de alguna manera, este tipo de dietas está genéticamente determinado. ¿Es cierto? ¿Son los genes, los responsables de que una persona opte por una dieta vegetariana? Como suele suceder, la respuesta a esa pregunta no es simple.

Comida vegana — Magda Tymczyj/iStock

El determinismo genético

En biología se suele definir un organismo como el resultado de la interacción de dos motores básicos: la genética y el ambiente. Algunos aspectos de nuestra vida están absolutamente determinados por la genética, como el grupo sanguíneo o el color de ojos al nacer, pero lo habitual es que esos rasgos con una base genética han sido moldeados, modulados o modificados por el ambiente.

Por ejemplo, personas de gran estatura normalmente tienen hijos de elevada estatura, una clara tendencia genética; sin embargo, la salud y la buena alimentación durante el período de crecimiento es también un condicionante fundamental. Dos personas genéticamente determinadas para tener la misma estatura, pueden llegar a ser adultos de estatura muy diferente. Algo similar sucede con el color de la piel: aunque los genes determinan en gran medida la concentración de melanina, personas con la misma carga genética en ese sentido pueden tener distinto color de piel según su exposición al sol.

¿Vegetarianismo genético o ambiental?

Para responder a la pregunta inicial, en primer lugar habrá que saber los motivos que han llevado a una persona a llevar una dieta vegetariana.

Si la razón subyacente tras el vegetarianismo es el gusto, los genes pueden generar una mayor preferencia por unos alimentos u otros. De este modo, es posible que, genéticamente, una persona muestre mayor gusto o aversión hacia la carne, el pescado o los vegetales. Sin embargo, es un hecho bien conocido que el sentido del gusto se puede educar, y alimentos que causan aversión de niños, de adultos se perciben como un manjar.

Otros posibles motivos que llevan a una persona a ser vegetariana son netamente distintos: la sensibilidad ambiental y la preocupación por el bienestar animal. En el primer caso, la decisión tiene que ver con la toma de conciencia del verdadero impacto ambiental de la ganadería, tanto por las emisiones de gases de efecto invernadero como por el uso –o abuso– del suelo y del agua. En cuanto al bienestar animal, lo que mueve es la voluntad animalista de reducir al mínimo el sufrimiento animal y desechar la idea de que los animales deban ser sujetos a disposición del ser humano.

Ambas posiciones son de carácter ético, y en ese campo, nada indica que la genética tenga un papel determinante.

Cadena de ADN — D3Damon/iStock

¿Qué dice realmente el estudio?

El estudio al que se ha hecho referencia, recientemente publicado en la revista científica Plos One, fue realizado por un equipo de investigación, liderado por Nabeel R. Yaseen, de la Universidad del Noroeste, en Chicago, Estados Unidos. Una de las especificaciones iniciales de los autores dice que «existen numerosas pruebas que apuntan a la heredabilidad de las preferencias dietéticas». En este sentido, están reconociendo que no abordan el vegetarianismo como resultado de un pensamiento ecologista ni animalista, sino como mera preferencia.

Esta preferencia sí puede ser determinada, o como mínimo influenciada, por la genética, sobre todo en tres aspectos: la percepción del sabor —que puede modificarse por el ambiente, como se ha indicado—, los efectos fisiológicos de los alimentos y la forma en que son metabolizados. Estos dos últimos son más difíciles de modificar por causas ambientales.

En el estudio, han tomado una muestra de 5324 vegetarianos estrictos de Reino Unido y los han comparado con una cantidad altísima de casos control: nada menos que 329 455. Empleando la misma tecnología que usan las empresas de análisis genéticos, han identificado un polimorfismo de nucleótido simple (SNP, por sus siglas en inglés) asociado estrechamente al veganismo, y otras 201 variantes que sugieren una influencia adicional.

Un SNP se define como una posición concreta de la secuencia genética, caracterizado por una sola letra, que permite identificar variantes genéticas. Letras del genoma que sirven como indicadores de que el gen en el que se encuentran está alterado o cambiado de algún modo.

Esta asociación se ha reforzado mediante técnicas más avanzadas, que permiten identificar esos genes alterados y sus funciones en el organismo. Según los autores, se han identificado varios genes con funciones relevantes en el metabolismo de las grasas y en la función cerebral —asociada con la percepción de los sabores—, y cuyas alteraciones están asociadas con el vegetarianismo.

Sin embargo, hemos de recordar siempre que una correlación no implica siempre causalidad, y la genética no lo es todo.

Vegana — SolStock/iStock

La genética no lo es todo

El ser humano sigue siendo el resultado de la interacción entre genes y ambiente. Y eso es de importancia capital en algo tan personal y, a la vez, de un carácter cultural tan fuerte como la dieta. Los genes pueden hacer que una persona tenga un metabolismo de las grasas o una percepción del sabor que le predispone a seguir una dieta vegetariana. Pero esa misma persona puede, por cultura o por educación, mantener una dieta omnívora. Y del mismo modo, muchas personas que siguen una dieta vegana estricta aunque su genética no indique tal cosa, lo hacen movidos exclusivamente por ética personal.

Al margen de la genética, en el vegetarianismo interviene también psicología y una tendencia social y cultural muy fuerte, y eso es innegable.

Referencias:

  • Nezlek, J. B. et al. 2020. Vegetarianism as a social identity. Current Opinion in Food Science, 33, 45-51. DOI: 10.1016/j.cofs.2019.12.005
  • Rosenfeld, D. L. 2018. The psychology of vegetarianism: Recent advances and future directions. Appetite, 131, 125-138. DOI: 10.1016/j.appet.2018.09.011
  • Yaseen, N. R. et al. 2023. Genetics of vegetarianism: A genome-wide association study. PLOS ONE, 18(10), e0291305. DOI: 10.1371/journal.pone.0291305

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