Vivimos en un mundo dinámico y cambiante, el clima se está viendo alterado por las actividades humanas, y como resultado, zonas que antes eran óptimas para determinados cultivos, ya no lo son. Más pronto que tarde, muchas especies agrícolas que hoy se cultivan deberán desplazarse a otros lugares, y las tierras que queden atrás serán ocupadas por otras especies.
Buscando una agricultura para el siglo XXI
La biodiversidad está en peligro, la fauna silvestre cada vez encuentra menos recursos para abastecerse. Hecho que, sumado a la invasión del ser humano sobre el entorno natural, aumenta la probabilidad de que los animales salvajes entren en contacto con los terrenos agrícolas y se adentren en los cultivos, con las consecuencias indeseables de pérdidas en la productividad.
Son desafíos que la —mal llamada— agricultura ecológica ha tratado de abordar sin éxito. Por supuesto, esta forma de producción tiene algunos puntos positivos, como el ahorro de agua y la menor emisión de gases de efecto invernadero, pero estas virtudes no compensan los problemas que acarrea —como un mayor uso del suelo y una menor productividad—. Además, los niveles crecientes de contaminantes exigen la minimización del uso de fertilizantes y pesticidas, y en su caso, que los empleados se degraden rápidamente sin acumularse en el medio.
Una agricultura integral, que aúne los puntos positivos de diversas modalidades, que incluyan la agricultura regenerativa, la rotación de cultivos, la hidroponía y, por qué no, la mejora genética, con la que desarrollar plantas resistentes a condiciones climáticas adversas o a parásitos y otros patógenos. Todo ello acompañado de una rigurosa monitorización que siga los métodos de la ciencia, y vaya acompañado por las últimas tecnologías, como el machine learning y la inteligencia artificial, bajo la supervisión de técnicos y especialistas bien formados.
Si la humanidad actuase de forma racional, estos modelos integrativos serían los de la agricultura del futuro. Una de las técnicas que puede aportar ventajas en el proceso es el método Fukuoka y, en concreto, la técnica de las bolas de arcilla, o nendo dango.

Los principios del método fukuoka
Masanobu Fukuoka fue un visionario agricultor, biólogo y filósofo japonés que desafió las convenciones de la agricultura convencional. Nacido en 1913 en la Ciudad de Iyo, Japón, Fukuoka fue descendiente de una familia con siglos de tradición agrícola, pero su camino lo llevó a cuestionar la sabiduría ancestral de sus antepasados, pero también las propuestas de la agronomía moderna.
A la edad de 25 años, guiado por su intuición, abandonó su carrera de investigación —pero no así sus amplios conocimientos y su curiosidad científica— y regresó a la granja familiar en la Isla de Shikoku, Japón. Desde entonces, dedicó su vida a desarrollar un sistema de cultivo que algunos calificarían de revolucionario, pues no requería arado, pesticidas ni fertilizantes. Su procedimiento, conocido como el método Fukuoka, se convirtió en una referencia global en la búsqueda de una agricultura más sostenible.
Los principios fundamentales del método Fukuoka desafían las prácticas convencionales. Algunos conocen el método con el sobrenombre de “la agricultura del no-hacer”. Entre otras cosas propone no arar el suelo; abstenerse de usar abonos y fertilizantes; no eliminar malas hierbas —solo controlarlas—; minimizar los pesticidas; y no podar las plantas.

Evidentemente, tales acciones parecen un retraso respecto a las técnicas convencionales, pero Fukuoka propuso otras alternativas que pueden ser interesantes. En lugar de arar la tierra, propone mantener la estructura del suelo. La remoción causada por la retirada de las plantas unido al mantenimiento de las poblaciones de invertebrados del suelo son, según Fukuoka, acciones suficientes para la salud del suelo y su estructura. También propone la técnica del mulching, depositar los restos de la cosecha anterior sobre el suelo, de modo que genere un manto de hojarasca que proteja el suelo de las inclemencias, y seguir desde ahí, el curso natural de los acontecimientos.
Por otro lado, Fukuoka propone la siembra de otras plantas junto a la que se quiere cultivar. Su preferencia son legumbres de bajo porte, especialmente, el trébol. Esta planta germina muy rápido, genera una primera cobertura vegetal que impide la germinación de ‘malas hierbas’ y presenta nódulos en las raíces, en simbiosis con bacterias nitrificantes que nutren el suelo. Las poblaciones de insectos patógenos se intentan controlar empleando insectos, arácnidos y otros enemigos naturales.
Los resultados del método Fukuoka superaron las expectativas. Sus terrenos, sin arar ni utilizar pesticidas, producían cosechas de arroz más grandes y de mejor calidad que los métodos tradicionales. Este enfoque respetuoso con la naturaleza se tradujo en una mayor productividad y además rejuveneció el suelo y favoreció la biodiversidad.
Sin embargo, el método dista mucho de ser perfecto, adolece de muchos de los problemas que presentan otras técnicas agrícolas basadas en ciclos naturales. La eficacia del método puede verse influida por factores como la lluvia, la temperatura y las condiciones geológicas. Además, el hecho de que el método dependa de la óptima actividad microbiana y de basarse en los ciclos complejos de la naturaleza puede plantear problemas en regiones donde los principios básicos del método no sean fácilmente aplicables, como suelos empobrecidos o entornos demasiado áridos.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que la transición de una forma de agricultura convencional a los métodos de Fukuoka inicialmente puede suponer pérdidas en el rendimiento de los cultivos, y el cumplimiento estricto de esas técnicas un reto y años de adaptación.
Pero Fukuoka aún tenía un as bajo la manga: la nendo dango, o “técnica de las bolas de arcilla”.
'Nendo dango', las bolas de arcilla multiusos
Uno de los mayores problemas que enfrenta un agricultor son los pájaros. No son pocas las aves que se alimentan de semillas, y un campo de cultivo recién sembrado es un bufé libre para ellas. Es en este contexto, donde entran en juego las bolas de arcilla de Fukuoka.
La técnica de las bolas de arcilla, o nenda dango, se basa en crear pequeñas esferas de sustrato fértil que contenga una o unas pocas semillas de la planta que se va a cultivar, y recubrirlas de arcilla, que luego se endurecerá. Esta técnica tiene varias ventajas significativas que vale la pena explorar.
Por un lado, la semilla se mantiene en un entorno estable de temperatura y humedad, protegida de las inclemencias, y fácil de transportar. Además, permite introducir semillas variadas, por lo que se pueden incluir también las de trébol. Las bolas se pueden sembrar en el campo sin necesidad de arado, y se mantendrán fuera del alcance de aves y otros posibles depredadores. Si hubiera criaturas capaces de roer la cobertura arcillosa para consumir las semillas, Fukuoka propone mezclar la arcilla con polvo de cayena, que disuadiría a cualquier animal por su fuerte sabor picante.

Con las primeras lluvias fuertes, la arcilla se disuelve, el sustrato de su interior se hidrata, y las semillas pueden germinar. Primero lo harán las de trébol, creando la ya conocida cobertura protectora típica del método Fukuoka.
Las ventajas de las bolas de arcilla las convierte, además, en una excelente estrategia de reforestación del medio natural. Al poder seleccionar las semillas, y éstas encontrarse protegidas, pueden esparcirse por la zona a repoblar sin dificultad. La arcilla, el sustrato de su interior, la composición microbiana, todo puede ser controlado de tal manera que el contenido de la nenda dango sea el más apropiado para el lugar que se busca recuperar. La técnica no solo es respetuosa con el medio ambiente, sino que también ha demostrado ser exitosa en diversas aplicaciones, para la regeneración de áreas degradadas y la restauración de ecosistemas.
Sin duda, el método Fukuoka tiene sus limitaciones. Pero a pesar de ello, ha demostrado ser prometedor para mejorar la resiliencia al cambio climático, reducir la erosión del suelo, mejorar la retención de agua, promover la biodiversidad y evitar la depredación sobre las fases tempranas del cultivo. Ventajas que pueden incorporarse a las técnicas agrícolas más novedosas. Si a estas técnicas se suman el mulching, las rotaciones de los cultivos, la mejora genética y un uso racional de los fitosanitarios, tal vez se logre un modelo agrícola integrativo realmente eficiente y más sostenible.
Referencias:
- Hendrickson, J. R. et al. 2008. Principles of Integrated Agricultural Systems: Introduction to Processes and Definition. Renewable Agriculture and Food Systems, 23(4), 265-271. DOI: 10.1017/S1742170507001718
- Pamir, B. 2023. Back to Basics: Rediscovering Traditional Farming For Climate Resilience [OPEC Fund for International Development]. OPEC Fund for International Development.
- Parnwell, M. J. G. 2005. The Power to Change: Rebuilding Sustainable Livelihoods in North-East Thailand. The Journal of Transdisciplinary Environmental Studies, 4(2), 1-21.
- Paulo, R. et al. 2018. APPLYING NENDO DANGO TECHNIQUE FOR GERMINATION AND PRE-ESTABLISHMENT OF NATIVE SPECIES ON DEFORESTED AREAS. 64. DOI: 10.17707/AgricultForest.64.2.02
- Yasushi, M. 2019. The «Fukuoka» method. Japan International Cooperation Agency.