La epigenética: ¿una nueva forma de lamarckismo o una revolución en la biología?

¿Qué relación hay entre la epigenética y la antigua teoría de la herencia de los caracteres adquiridos de Lamarck? Descubre cómo la ciencia ha rescatado algunas de sus ideas.
La epigenética: ¿una nueva forma de lamarckismo o una revolución en la biología?

Medio siglo antes de que Charles Darwin y Alfred Rusell Wallace plantearan su teoría de la evolución mediante la selección natural, el naturalista francés Jean-Baptiste Lamarck ya proponía un mecanismo por el cual las especies podían cambiar a lo largo del tiempo. En su libro Filosofía zoológica, publicado en 1809, Lamarck planteaba que las distintas formas de vida no habían sido creadas tal y como se presentan, sino que su aspecto era el resultado de cambios acumulados, generación tras generación, y que su origen estaba en otras formas de vida más simples. Lo que hoy conocemos como evolución.

El cuello de las jirafas se usó —erróneamente— como ejemplo de lamarckismo —Byrdyak/iStock

La teoría propuesta por Lamarck fue la primera de carácter científico que pretendía explicar el proceso evolutivo, y se sostenía en varios pilares. Uno de ellos, el más conocido, es el de la herencia de los caracteres adquiridos; esto es, que cuando un organismo adquiere cierto rasgo a lo largo de su vida, su descendencia hereda ese rasgo. Pero no es el único mecanismo propuesto por Lamarck; según su planteamiento, existe también una forma de presión ambiental que, de algún modo, modela a los seres vivos, promoviendo el surgimiento de esos rasgos favorables que serán luego heredados. Para Lamarck, la necesidad crea la función, y la función crea el órgano.

Antes de continuar, es necesario indicar que si bien el proceso evolutivo es un suceso real, tal y como Lamarck asumía, y es fácilmente observable, los mecanismos que mueven la evolución propuestos por Lamarck no son correctos. Hoy sabemos que los motores de la evolución biológica son dos: la variación y la selección ambiental. Y no es la función la que crea al órgano; el órgano surge, y después, la necesidad modula su función.

Sin embargo, ciertos descubrimientos de las últimas décadas han despertado una nueva ola de lamarckismo, y la más relevante es, probablemente, la epigenética.

Metilación del ADN, clave en la epigenética — Selvanegra/iStock

Epigenética: los ‘post-it’ en el libro del ADN

Una de las analogías más eficaces para explicar qué es el genoma, es compararlo con un libro. Un libro de instrucciones extraordinariamente extenso, escrito solo con cuatro letras, A, C, G y T, que se compone de muchos capítulos, denominados genes, cada uno con un significado muy específico. Cuando una célula expresa un gen, no emplea directamente el ADN, sino que hace una copia de la secuencia a una molécula intermedia, llamada ARN, con la que trabaja para elaborar la proteína. En la analogía, en lugar de utilizar directamente el libro, hace una fotocopia del capítulo que necesita, y trabaja con ella. Así se conserva el libro del ADN en buen estado.

Si en la analogía, el gran libro de instrucciones es el ADN y la fotocopias son cadenas de ARN, la epigenética son post-it, anotaciones que se incorporan al libro, que se pueden poner y quitar. Esas anotaciones no tienen información genética en sí, solo dan instrucciones sobre cómo debe leerse (https://www.muyinteresante.com/naturaleza/60299.html) el capítulo en el que se encuentra. Por eso se denomina ‘epigenética’, literalmente ‘por encima de la genética’.

Si el ADN fuese un libro, las marcas epigenéticas serían ‘post-it’ con anotaciones sobre cómo leerlo —Maica/iStock

Dicho de otro modo, la epigenética implica cambios en la estructura química de la cadena de ADN, pero sin modificar la secuencia en sí. Esas alteraciones, esas marcas epigenéticas, inducen cambios en la expresión de los genes, que pueden ser activados o desactivados por distintos factores ambientales.

El punto clave es que un cambio epigenético que altere la expresión de un gen específico puede ser hereditario y los descendientes mantendrán esa expresión génica alterada. Es una herencia de caracteres adquiridos. ¿Y eso era sinónimo de lamarckismo, no?

No, la epigenética no es lamarckista

Aparentemente, la herencia de rasgos adquiridos por epigenética parecerían un ejemplo de lamarckismo. Pero nada más lejos de la realidad: entre la propuesta de Lamarck y la herencia epigenética hay diferencias conceptuales. La más importante es que, según la teoría de Lamarck, la herencia de rasgos adquiridos es una propiedad inherente a los seres vivos, mientras que en la epigenética es una propiedad emergente del proceso evolutivo.

Expliquemos esto.

Jean-Baptiste Lamarck — C.Thévenin

En la teoría de Lamarck, la herencia de los caracteres adquiridos se considera inherente a los seres vivos, es decir, las características desarrolladas a lo largo de la vida se transmiten ineludiblemente a su descendencia. Para Lamarck, esta herencia es la causa misma del proceso evolutivo, y por lo tanto, la evolución no interviene en la herencia.

En contraposición, la epigenética aborda la herencia de rasgos adquiridos de una forma muy distinta. Las marcas epigenéticas son respuestas adaptativas que pueden influir en la expresión génica, pero no representan una propiedad intrínseca de los organismos, sino una propiedad emergente del proceso evolutivo. Dicho de otro modo, la herencia de marcas epigenéticas no es la causa del proceso evolutivo, sino que es el proceso evolutivo el que interviene en la viabilidad o no de esa herencia adquirida.

La selección ambiental como marco de referencia

Tal y como entendemos hoy la evolución biológica, los dos motores principales de la evolución son la variación y la selección ambiental. Para Lamarck, la variación está causada por la presión del entorno, que modifica en vida los rasgos de los seres vivos y luego los cambios son heredados. En el lamarckismo no existe una selección ambiental.

Nada escapa de la selección natural —Duncan1890/iStock

Sin embargo, la epigenética es una variación hereditaria que se da en los seres vivos, como sucede con las mutaciones o la transferencia horizontal de genes —que también es, por cierto, herencia de rasgos adquiridos—. Una forma más de variación, siempre sometida a la presión selectiva del entorno. Es el entorno, ya sea como selección natural, sexual o artificial, el que selecciona a los seres vivos en función de su nivel de aptitud. El relojero ciego que elige qué variantes permanecen y cuáles no.

Sin duda, la epigenética ha sido un descubrimiento revolucionario en biología y, más particularmente, en el estudio de la evolución biológica; pero asimilarlo a una especie de lamarckismo es injusto: se trata de una mala comprensión de los postulados de Lamarck, y a la vez, una forma de menosprecio de la epigenética.

La herencia de caracteres adquiridos, ya sea por epigenética o por cualquier otro mecanismo, conocido o no, no es el navegante principal que marca el rumbo evolutivo que planteaba Lamarck. Sigue siendo, sin embargo, un engranaje más de un motor mayor, que es la variación en las poblaciones, y sigue estando sujeta al mandato ineludible de la selección ambiental.

Referencias:

  • Loison, L. 2018. Lamarckism and epigenetic inheritance: a clarification. Biology & Philosophy, 33(3), 29. DOI: 10.1007/s10539-018-9642-2
  • Loison, L. 2021. Epigenetic inheritance and evolution: a historian’s perspective. Philosophical Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences, 376(1826), 20200120. DOI: 10.1098/rstb.2020.0120

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