Científicos descubren que los roedores comparten con nosotros una clave evolutiva que les dio ventaja frente a otros mamíferos y que apareció hace 50 millones de años

Un nuevo estudio científico revela que un rasgo aparentemente insignificante fue clave para la expansión global de los roedores: sus uñas planas en los pulgares.
Las diminutas uñas de los roedores podrían haber sido la clave de su expansión por todo el planeta
Las diminutas uñas de los roedores podrían haber sido la clave de su expansión por todo el planeta. Foto: Istock

En los laboratorios del Field Museum de Chicago, un equipo de científicos ha estado revolviendo durante meses los cajones de madera que contienen miles de especímenes de roedores conservados. Lo que buscaban no era ni sus colmillos, ni sus huesos, ni su pelaje. Lo que querían observar con lupa —a veces, literalmente con microscopios— eran sus manos. O, más concretamente, sus pulgares.

Lo que encontraron fue una pista evolutiva que había pasado desapercibida durante décadas: una pequeña uña plana, similar a la humana, que muchos roedores tienen exclusivamente en sus pulgares. Este rasgo, aparentemente trivial, puede haber sido una de las claves para que este grupo de mamíferos —el más numeroso del planeta— conquistara prácticamente todos los ecosistemas del mundo.

El hallazgo, publicado en la revista Science el 4 de septiembre de 2025, fue liderado por la bióloga evolutiva Rafaela Missagia, de la Universidad de São Paulo, en colaboración con Anderson Feijó, curador de mamíferos del Field Museum. Ambos, junto a un equipo multidisciplinar, analizaron más de 430 géneros de roedores, cruzando datos anatómicos con observaciones de comportamiento y registros fósiles que se remontan a hace más de 50 millones de años.

Una herramienta evolutiva infravalorada

Los pulgares humanos, con sus uñas planas, se han relacionado históricamente con nuestras capacidades para manipular herramientas, escalar y realizar tareas finas. Hasta ahora, se creía que algo así era exclusivo de los primates. Sin embargo, como explica Feijó al Washington Post, “estamos demostrando con este estudio que los roedores también tienen una sorprendente habilidad manual, y creemos que su uña y pulgar han desempeñado un papel crítico en ello”

En otras palabras, los roedores no solo son expertos en roer y correr: también saben usar sus patas delanteras con una destreza que no se había valorado lo suficiente. Este pequeño detalle les habría permitido acceder a recursos que otros mamíferos no podían aprovechar.

Por ejemplo, los frutos secos. "Las nueces son una fuente de energía muy potente, pero abrirlas y comerlas requiere una destreza manual que muchos animales no poseen", señala Feijó. “Tal vez los pulgares con uñas permitieron a los roedores explotar este recurso único y diversificarse ampliamente, ya que no competían con otros animales por este alimento”.

Una imagen detallada muestra la mano completa de una rata canguro, donde se aprecian claramente las garras curvas en sus dedos y, en contraste, la uña plana y diminuta en su pulgar
Una imagen detallada muestra la mano completa de una rata canguro, donde se aprecian claramente las garras curvas en sus dedos y, en contraste, la uña plana y diminuta en su pulgar. Foto: Missagia et al. Science (2025)

Uñas y garras: una combinación ganadora

En la mayoría de los roedores analizados, los investigadores observaron una curiosa combinación: uñas planas en los pulgares y garras curvas en el resto de los dedos. Esta mezcla no es casual. Según el estudio, permite una dualidad funcional: la uña facilita el agarre fino y delicado (como sujetar una semilla o trepar con precisión), mientras que las garras siguen siendo útiles para excavar, defenderse o trepar de forma más agresiva.

El patrón no es uniforme. Roedores como el ratón pigmeo africano, el ratón cosechador eurasiático o el ratón trepador brasileño presentan pulgares bien definidos con uñas, mientras que especies como la capibara o el conejillo de indias han perdido el pulgar completamente. Este último grupo se alimenta exclusivamente con la boca y vive en hábitats donde la manipulación manual de los alimentos no representa una ventaja evolutiva.

La variabilidad anatómica permitió a los investigadores reconstruir el árbol familiar de los roedores, y el resultado fue sorprendente: alrededor del 86% de los géneros estudiados incluyen especies con pulgares ungulados, y los fósiles más antiguos ya muestran indicios de este rasgo. “Algunos de los primeros roedores conocidos, que vivieron hace unos 50 millones de años, tienen huesos del pulgar cortos y anchos, una forma más compatible con uñas que con garras”, explica Missagia.

Un rasgo compartido solo con los primates

Más allá de su impacto en la evolución de los roedores, este descubrimiento cuestiona ideas muy asentadas en biología. Hasta ahora, se pensaba que las uñas eran una especialidad evolutiva de los primates. Pero los roedores también las tienen, y de forma independiente. No se trata de una herencia común, sino de un caso de evolución convergente, en el que dos grupos animales desarrollan una solución similar para desafíos parecidos.

Esta coincidencia no es trivial. En ambos casos, uñas y pulgares se asocian con estilos de vida más complejos: vivir en árboles, manipular alimentos y explorar el entorno con mayor precisión. De hecho, el estudio encontró que las especies de roedores con uñas en los pulgares tienden a habitar en ambientes arbóreos o al menos por encima del suelo, mientras que los que tienen solo garras o carecen de pulgar prefieren excavar y vivir bajo tierra.

Los roedores que tienen uñas son más propensos a vivir en los árboles, afirma Missagia. Un ejemplo claro es la ardilla voladora Ezo, que vive en los bosques del norte de Japón. Este animal combina garras afiladas para sujetarse con uñas planas para agarrar y manipular alimentos.

Para llegar a estas conclusiones, el equipo utilizó cientos de especímenes conservados en museos, incluidas piezas del Natural History Museum de Londres. Las colecciones de mamíferos del museo fueron cruciales para esta investigación, afirmó Paula Jenkins, coautora del estudio. “Nos permitieron investigar cientos de géneros distintos de roedores y encontrar relaciones evolutivas ocultas”.

Las observaciones fueron complementadas con análisis de imágenes de roedores vivos, registros en bases de datos como iNaturalist, artículos científicos, vídeos y hasta libros de texto. El resultado es uno de los estudios más exhaustivos hasta la fecha sobre una parte del cuerpo que muy pocos se habían molestado en mirar con atención.

La mano de una rata canguro, con su característico pulgar y uña plana, ilustra cómo algunos roedores emplean sus extremidades delanteras para sujetar y manipular su alimento
La mano de una rata canguro, con su característico pulgar y uña plana, ilustra cómo algunos roedores emplean sus extremidades delanteras para sujetar y manipular su alimento. Foto: Missagia et al. Science (2025)

Un pequeño gesto que cambió la historia

Este estudio no solo amplía nuestro conocimiento sobre los roedores: también transforma la manera en que entendemos la evolución de la destreza manual en los mamíferos. Una uña de unos pocos milímetros, ubicada en un dedo muchas veces diminuto, pudo haber marcado la diferencia entre sobrevivir y conquistar.

Y en términos evolutivos, los roedores han conquistado el planeta: representan el 40% de todas las especies de mamíferos conocidas, con más de 2.500 especies actuales y presencia en todos los continentes, salvo la Antártida.

Quizá la próxima vez que veamos a una ardilla sujetando una bellota, o a un ratón manipulando un trozo de pan, podamos ver ese gesto como lo que realmente es: una demostración del extraordinario poder evolutivo que puede encerrar una simple uña.

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