Para conocer los primeros filósofos-médicos de la historia tenemos que viajar hasta la antigua Grecia Antigua, una civilización que daba una enorme importancia a la salud. Fue allí donde apareció Pitágoras de Samos (580-500 a. de C.). Sabemos que la escuela pitagórica buscaba, fundamentalmente, la salud, hasta el punto de que se convirtió en el símbolo del hombre.
Platón, sin duda el pensador más destacado del siglo IV a. de C., fue un estudioso de la medicina y del cuerpo humano. En su República abordó tanto la relación cuerpo-alma como la medicina, adentrándose en los fundamentos de la terapéutica. Allí también trató el tema de la eugenesia, una práctica que justificaba explicando que se realizaba por el bien del Estado.

Aunque Aristóteles no era médico, descendía de una familia de médicos, lo cual ayudó, en parte, a que abordase el tema de la salud en algunos de sus libros. En su Ética a Nicómaco, por ejemplo, explicó que estar sano no es cuestión de un capricho ni del azar, sino el resultado de llevar una vida saludable.
De Hipócrates a Galeno
En Asia Menor, que por aquel entonces era un amasijo de colonias griegas, nació Hipócrates de Cos, un personaje que es considerado el padre de la medicina, por separar definitivamente la ciencia de la superstición. Y es que a partir de él la enfermedad no se debe a un castigo divino, como se creía, sino a un desajuste en la naturaleza humana, y la tarea del médico es encontrar una explicación racional, abandonando las creencias mágico-religiosas.
Hipócrates no concebía el ejercicio de la medicina sin la filosofía, era preciso que el médico tuviera conocimientos de esta última y que los aplicara al ejercicio de su profesión. Además, se preocupó por el comportamiento que debe regular el código moral de la medicina, lo que ahora conocemos como ética.
Fue el creador del juramento hipocrático y defendió que, si se cumple, el médico es digno de alabanza, hasta el punto de convertirse en noble, en aristos, un vocablo griego del que deriva la palabra aristocrático.
En la época del imperio romano brilló con luz propia la figura de Galeno, un médico que vivió en el siglo II de nuestra Era. Para él era condición indispensable que un médico tuviese una sólida formación en filosofía, ya que era la única forma para que llegase a ser un buen profesional. En cuanto a la ética propuso asentarla sobre las virtudes aristotélicas de la moderación, la templanza y la prudencia.
Pensadores islámicos y judíos
Avicena, junto con Averroes, es el principal representante de la filosofía islámica. Su principal obra médica es el Canon de la medicina, un compendio estructurado en catorce volúmenes y con más de un millón de vocablos. Allí explica que el médico debe integrar toda la información en un proceso ordenado, empleando argumentos racionales y si existen dudas es preciso pensar “en voz alta” para evitar caer en el error. En su tratado daba mucha importancia al ejercicio, a la alimentación y al estilo de vida.
En cuanto a la vertiente filosófica, su obra más conocida es Libro de la curación, en donde aborda las llamadas “cuestiones divinas” y en donde señala que las almas no preexisten en el cuerpo y que, además, existen cinco tipos diferentes: divina, angélica, vegetativa, sensitiva y racional.
El principal pensador judío de la Edad Media fue Maimónides. Para él el alma humana tiene cinco partes: nutritiva, sensible, imaginativa, apetitiva y racional. Según este pensador las personas no nacemos con virtudes ni con vicios, los desarrollamos mediante un proceso de habituación, a través de la repetición, por eso tenemos la responsabilidad de cuidar la formación de nuestro carácter. Para él, de igual forma que el médico antes de curar necesita saber lo que está curando, quien trata el alma debe purificar los hábitos morales viciosos y conocer el alma en su totalidad, además de conocer qué es lo que la hace enfermar y qué la hace sanar.
En el ámbito médico consideraba que debe tratar a cada paciente de forma individual, inspirando confianza y seguridad, y defendía que hay que buscar una perfecta armonía en la relación médico-paciente.

Uniendo tradición y empirismo
Uno de los padres del liberalismo clásico fue John Locke, que también era médico. Fue uno de los primeros filósofos empiristas, defensor de que el conocimiento se origina de la experiencia, por lo que la ciencia y la filosofía tienen que tener un enfoque experimental.
En cuanto a la medicina, su empirismo contribuyó a que se convirtiera en una disciplina más experimental, por tanto, más científica. Sin duda alguna, su papel fue decisivo para que se sintetizara la tradición con la nueva metodología.
Referencias:
- Gargantilla, Pedro. Historia de la Medicina. Pinolia, 2023.
- Herreros, Benjamín. Médicos y filósofos en la Historia. Almuzara, 2023.