Tomate de árbol: Un superalimento exótico para tu dieta

El tomate convencional se obtiene de una mata trepadora que, extendida, puede alcanzar los dos metros, pero en los bosques templados y subtropicales de la región andina hay otra especie de tomate que sale de los árboles.
Tomate de árbol

El tomate es, sin lugar a dudas, una de las frutas más versátiles y populares de la gastronomía española e hispanoamericana. Se puede consumir crudo, triturado, cocido, frito, asado, seco, deshidratado, liofilizado o concentrado. Su presencia en la cocina va desde una ensalada fresca hasta el ingrediente principal de una buena salsa que aporta un sabor inconfundible a una amplia variedad de platos, con un agradable punto umami. Un producto central en la dieta mediterránea.

El tomate de árbol, a menudo eclipsado por su pariente más conocido, el tomate común, es una joya botánica que merece ser explorada. Conocido científicamente como Solanum betaceum, este fruto no solo se destaca por su origen en los majestuosos Andes, sino también por sus singulares características que lo diferencian del Solanum lycopersicum. Su capacidad para crecer en forma arbórea y su rico perfil nutricional han llamado la atención de cocineros e investigadores interesados en ampliar la diversidad de alimentos. A continuación, se profundiza en su origen, cultivo, valor nutricional y en el papel que desempeña en la gastronomía.

Origen y características del tomate de árbol

El árbol del tomate: Solanum betaceum

El tomate de árbol, conocido como Solanum betaceum, pertenece al mismo género que el tomate común, pero exhibe notorias diferencias tanto en su forma de crecimiento como en sus rasgos botánicos. Originario de los bosques andinos, este árbol ha sido cultivado durante siglos en zonas de clima templado y en áreas subtropicales de altura. Su tronco puede alcanzar hasta seis metros de altura, una estampa imponente en comparación con la mata de tomate de árbol asociada al Solanum lycopersicum. Sus hojas son largas, simples y perennes, lo que le permite exhibir un follaje verde todo el año.

El fruto de este árbol es una baya carnosa que, a diferencia del tomate común, crece de manera solitaria o en pequeños racimos, con un número que puede llegar a las doce unidades. Su tonalidad varía desde el verde hasta un rojo intenso con veteados, al madurar. Esta variada paleta de colores refleja su abundancia de nutrientes. Además, el tomate de árbol se adapta a distintos rangos de altitud, desde zonas bajas hasta elevadas cumbres, algo que ha favorecido su cultivo en diferentes regiones.

Tomate — Denisfilm/iStock

Adaptabilidad y ciclo de vida

La adaptabilidad del tomate de árbol es uno de sus atributos más atractivos. La planta prospera en altitudes que van desde el nivel del mar hasta cerca de los 3000 metros, haciéndola apta para diversos climas. No obstante, evita las heladas intensas, por lo que prefiere zonas templadas para su crecimiento óptimo. En su entorno natural, el árbol del tomate es perenne, aunque puede comportarse como anual en regiones más frías donde las temperaturas bajan demasiado.

El ciclo de vida del árbol del tomate puede prolongarse hasta 12 años, lo que permite una producción de frutos casi constante, si bien con mayor abundancia en los meses de otoño e invierno. Esta resistencia y longevidad hacen que su cultivo sea atractivo para quienes buscan un suministro continuo de frutos exóticos. Requiere suelos arenosos o francos con un nivel moderado de materia orgánica, y es crucial preparar el terreno adecuadamente para obtener una cosecha estable y saludable.

Cultivo y propagación

Requisitos del suelo y clima

El tomate de árbol precisa suelos bien drenados, de preferencia arenosos o francos, con un contenido moderado de materia orgánica para sostener su crecimiento. Estos suelos facilitan el desarrollo radicular sin restricciones. Además, la planta demuestra sensibilidad a las heladas, así que es clave emplazarla en zonas libres de temperaturas extremadamente bajas.

El clima óptimo para este árbol es de tipo templado, con una humedad moderada que favorezca la permanencia de la planta en buenas condiciones. Es esencial manejar el riego con cuidado, pues el exceso o déficit de agua puede perjudicar su salud y la calidad de sus frutos. En regiones propensas a heladas, se recomienda la utilización de coberturas o invernaderos para resguardar al tomate de árbol durante los meses fríos.

Árbol del tomate — chameleonseye/iStock

Métodos de propagación: sexual y asexual

El tomate de árbol puede propagarse de manera sexual o asexual. En la propagación sexual, se utilizan semillas extraídas de frutos maduros y sanos, idóneas para el cultivo a gran escala. Sin embargo, la espera hasta que la planta alcance la madurez puede ser extensa. Por otro lado, la propagación asexual por esquejes e injertos brinda rapidez y uniformidad a los productores. Los esquejes proceden de ramas sanas y se plantan en condiciones adecuadas para favorecer su arraigo; los injertos, por su parte, combinan características deseables de distintas variedades en una misma planta, optimizando el rendimiento y la resistencia a enfermedades.

Valor nutricional del tomate de árbol

Vitaminas y minerales esenciales

El tomate de árbol destaca por su aporte de nutrientes, transformándolo en un complemento beneficioso en la dieta. Entre sus compuestos más relevantes se encuentra el beta-caroteno, antioxidante que el organismo transforma en vitamina A, vital para la salud ocular y el sistema inmunológico. También aporta vitaminas B6, C y E, que juegan un papel determinante en la protección celular y la actividad metabólica.

La vitamina C, presente en cantidades notables, fortalece el sistema inmunitario y auxilia la absorción del hierro, otro mineral presente en este fruto. Además, el tomate de árbol ofrece potasio, magnesio y fósforo, minerales indispensables para la buena salud. El potasio contribuye al equilibrio de líquidos y a la estabilidad de la presión arterial, mientras que el magnesio mejora la función neuromuscular.

Beneficios para la salud

Gracias a su composición de antioxidantes y micronutrientes, el tomate de árbol puede brindar múltiples ventajas para el bienestar. Sus altos niveles de antioxidantes, como beta-caroteno y vitamina C, combaten el estrés oxidativo en el organismo, disminuyendo el riesgo de afecciones crónicas como las cardiovasculares y algunos tipos de cáncer. Además, es un fruto bajo en calorías y rico en fibra, lo que lo convierte en un aliado ideal para quienes desean mantener un peso equilibrado o promover su salud digestiva.

La fibra del tomate de árbol apoya la actividad intestinal y evita inconvenientes como el estreñimiento. Por otro lado, su contenido de potasio y magnesio favorece el adecuado funcionamiento del sistema nervioso y muscular, minimizando calambres y estabilizando el ritmo cardíaco. Por su parte, el hierro es fundamental para prevenir la anemia, un problema especialmente significativo en grupos vulnerables como niños y embarazadas.

El tomate de árbol en la gastronomía

Usos culinarios y recetas populares

La versatilidad culinaria del tomate de árbol lo ha posicionado en la alta gastronomía y en la cocina casera de múltiples culturas. Su sabor a la vez dulce, ácido y con un toque umami lo hace idóneo para diversas recetas. En América Latina, se aprovecha en salsas y chutneys que acompañan platos cárnicos o pescados, sumando frescura y un matiz ácido. También se ha convertido en ingrediente recurrente en ensaladas, otorgando colorido y una textura interesante.

Tomates de árbol — agcreations/iStock

Su pulpa, gracias a su consistencia y dulzor, se adapta para la elaboración de jugos o batidos. El tomate de árbol también se puede cocinar con azúcar y especias para crear postres o compotas singulares, servidos tanto fríos como calientes. Esta variedad de usos culinarios ha despertado el interés de chefs que buscan sabores distintos y aportes nutritivos en sus creaciones.

Comparación con el tomate común

Aunque el tomate de árbol y el tomate común pertenecen al mismo género, mantienen diferencias marcadas que se notan en el ámbito gastronómico. El tomate de árbol presenta una piel más densa y resistente, apta para cocciones prolongadas sin que se deshaga con facilidad. Además, su sabor es más potente y con un toque de acidez, adecuado para recetas que requieran notas más intensas.

Si bien ambos tipos de tomate son fuentes de vitaminas y minerales, el tomate de árbol sobresale por su mayor concentración de beta-caroteno y vitamina C. Por ello, cada uno se emplea de forma distinta en la cocina: el tomate común, más suave, se ha convertido en un básico de ensaladas y salsas clásicas, mientras que el tomate de árbol ofrece una alternativa novedosa con un perfil gustativo más notable.

Introducción en España y su popularidad

El tomate de árbol ingresó a España en la década de los años 60, inicialmente como planta ornamental, admirada por sus frutos vistosos y su follaje. Gradualmente, los consumidores comenzaron a interesarse en su potencial culinario, y aunque su cultivo no es tan difundido como el del tomate convencional, este fruto ha logrado asentarse con cierto éxito en regiones del norte, que le proporcionan condiciones climáticas propicias.

Aunque aún no se encuentre ampliamente implantado, el gusto por este tomate andino se incrementa, impulsado por la búsqueda de alimentos nutritivos y diferentes. Su aprovechamiento en recetas originales y su presencia en mercados especializados han aumentado su popularidad. Así, el tomate de árbol ya no se valora solo por su lado ornamental, sino por sus contribuciones en la cocina y en la alimentación saludable.

Referencias:

  • Andrade, G. El cultivo del tomate de árbol: Guía práctica. Ed. Agronomía Andina
  • Carvajal, L. Nuevas tendencias en la gastronomía latinoamericana. Instituto Culinario del Norte
  • Soto, J. Frutos andinos y su valor nutricional. Revista de Ciencia Alimentaria
  • González, M. Adaptabilidad de Solanum betaceum a diferentes altitudes. Journal of Tropical Crops

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