El lenguaje científico

Al lenguaje científico se le supone una exactitud y precisión fuera de toda sospecha, pero en ocasiones ocurre que arqueólogos, biólogos, astrónomos e investigadores en general aprovechan sus hallazgos para satisfacer determinados caprichos o manías.
El lenguaje científico


Al lenguaje científico se le supone una exactitud y precisión fuera de toda sospecha, pero en ocasiones ocurre que arqueólogos, biólogos, astrónomos e investigadores en general aprovechan sus hallazgos para satisfacer determinados caprichos o manías. Por ejemplo, se habla de un zoólogo que tras descubrir un pequeño parásito que anida en las agallas de los peces decidió llamarlo carolina, en recuerdo del nombre de su suegra. Por su parte, el naturalista Linneo eligió el nombre de un competidor, Siegesbeck, para dar nombre a una mala hierba a la que denominó sin pudor alguno siegesbeckia. Y habría que preguntarse en qué estaría pensando el descubridor de un tipo de molusco que vive en el Pacífico, al que denominó zyzzyxdonta.

Jean-François Bouvet, en su libro Hierro en las espinacas y otras creencias, cuenta la romántica historia de un paleontólogo inglés enamorado de una colega, de nombre Ella, que llamó ellaquismus a un trilobites que había descubierto. La palabra en inglés suena más o menos como Ella, kissme, que significa "Ella, bésame". ¿Y qué me dicen del fósil desenterrado en Etiopía en 1974 y al que su descubridor decidió llamar Lucy, en recuerdo de la canción que tarareaba en el momento del hallazgo: Lucy in the sky with diamonds, de los Beatles?

Otro lugar repleto de guiños y homenajes es el firmamento. Estrellas, asteroides y planetas menores han recibido nombres de artistas de rock -Zappa-; personajes de cómic -Castafiore- o históricos -Cleopatra-. El actor Harrison Ford también vivió su momento de gloria, únicamente empañado, es cierto, porque en lugar de dar nombre a una estrella, lo hizo con una araña, la Calponea harrisonfordi.

Y la palabra quark, que se usa en física para definir las partículas elementales, fue sacada de una especie de trabalenguas que el escritor irlandés James Joyce cita en su libro Finnegans Wake: "Three more quarks for Mister Mark".

Jesús Marchamalo

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