Jamestown: canibalismo en el origen de los Estados Unidos

La Época del Hambre en la primera colonia británica de América del Norte.
Jamestown

Están desenterrando a los muertos para comérselos. Este escándalo saltaba de boca en boca en Inglaterra. Acabados los víveres, se comieron a los cerdos y a los caballos. Pasaron a los perros y los gatos. Las ratas terminaron por ser un plato codiciado. Y cuando no quedaron más alimañas ni raíces que comer, acudieron a las tumbas. Un hombre acabó tan desesperado que mató a su mujer embarazada y guardó su cuerpo troceado en raciones para comérsela poco a poco. En el verano de 1610, llegó a Inglaterra un barco. A bordo del Swallow venían unos hombres demacrados. Eran desertores de Jamestown, el intento más reciente de mantener un puesto comercial fijo en el continente americano. Sus historias conmocionaron a todo el que las escuchaba. Hablaban de canibalismo y un sinfín de miserias. Los colonos enviados al Nuevo Mundo se habían quedado sin provisiones, estaban rodeados por los indios y no tenían para comer más que la carne de sus propios muertos. Muchos historiadores modernos han dudado de la veracidad de estas historias en boca de unos fugitivos que necesitaban legitimar su regreso a la metrópoli, pero sus testimonios fueron corroborados por otros supervivientes e implicados en la fundación de Jamestown. Y, por si aún quedaba algún escéptico, en 2012 se encontraron los restos de un esqueleto con marcas que evidencian el canibalismo al que tuvieron que recurrir los primeros colonos ingleses en América.

Recreación artística de la fundación de Jamestown - Fran Navarro / Midjourney

LA FUNDACIÓN DE JAMESTOWN

En diciembre de 1606 partieron de Londres tres barcos rumbo al Nuevo Mundo. Con Christopher Newport al mando, un centenar de personas se repartía a bordo del Susan Constant, el Godspeed y el Discovery. El objetivo: lograr establecer el primer asentamiento inglés permanente en Norteamérica. Un par de fracasos precedían esta empresa, sin embargo, la Corona inglesa no estaba dispuesta a que únicamente los españoles y portugueses se enriquecieran con la explotación del Nuevo Mundo. El rey Jacobo I (James en inglés) concedió una licencia a la Virginia Company de Londres para comerciar y establecer colonias en América. Los inversores estaban ilusionados y no faltaron manos alzadas para ofrecerse a emprender un viaje de tamañas posibilidades. El éxito de los españoles hacía pensar que encontrarían oro, plata y piedras preciosas que los hicieran ricos de un día para otro. Tras cuatro meses navegando para cruzar el Atlántico, los colonos ingleses solo encontraron un pantano lleno de mosquitos, enfermedades, miseria y muerte.

Pusieron pie en tierra continental el 26 de abril de 1607. Se encontraban en la bahía Chesapeake y la primera exploración tuvo lugar en el cabo Henry, bautizado así en honor al príncipe de Gales, el hijo de Jacobo I. Había que encontrar un lugar donde establecer la colonia y escogieron una península ubicada unos 60 kilómetros hacia el interior de un río por varios motivos: el cauce era navegable, tenían una buena posición estratégica para defenderse de posibles ataques de españoles y, no menos importante, allí no vivía ningún indio. Al río le pusieron el nombre de James en honor al rey y, en mayo de 1607, se fundó Jamestown.

Claro que la flamante colonia también contaba con desventajas. Si la península no estaba habitada por nativos era porque ellos conocían el terreno: pantanos, mosquitos y poco acceso a agua potable en una tierra pobre con dificultades para el cultivo. Por si fuera poco, Jamestown se fundó cuando una sequía estaba asolando la región. Del centenar de hombres y mujeres que llegaron primero, pocos estaban dispuestos a trabajar, pues eran, en su mayoría, acomodados con manos impolutas que solo estaban interesados en los metales preciosos. Los víveres llegarían desde Inglaterra y los salvajes que vivían cerca de la península les cederían gustosamente parte de sus alimentos mientras ellos daban con el oro. Pero ni los barcos llegaban ni la nación powhatan se mostró tan generosa con los intrusos que reclamaban comida en época de malas cosechas. Resultado: de los 104 colonos que había en Jamestown en 1607, solo quedaban 38 al año siguiente. Apenas habían llegado al lugar y en la colonia ya había más cruces que casas en pie.

Jamestown hubiese sido un apunte más entre los fracasos de la colonización inglesa de América de no haber sido por la intervención de John Smith. Hijo de granjeros que a punto estuvo de ser ejecutado acusado de organizar un motín, John Smith acabó tomando el control del emplazamiento e impuso una disciplina tan básica como extrema: si no trabajas, no comes. Por extraño que parezca, siguieron llegando barcos con nuevos colonos desde Inglaterra. Traían víveres, pero siempre insuficientes. John Smith tuvo que dividir a los colonos en grupos para buscar cualquier tipo de producto que llevarse a la boca: unos a los bosques; otros a la desembocadura del río, donde se alimentaban de ostras; mientras intentaba llegar a acuerdos con los nativos. Todos los esfuerzos fueron insuficientes. John Smith regresó a Inglaterra en otoño de 1609 para recuperarse de los daños que sufrió por una explosión de pólvora. George Percy fue elegido presidente del Consejo y hombre al mando. Él mismo se encargó de contar de su puño y letra los terribles sucesos del invierno de 1609-1610 en Jamestown: la Época del Hambre.

La Época del Hambre en Jamestown - Fran Navarro / Midjourney

CANIBALISMO EN JAMESTOWN

Los intentos de acuerdos con los nativos acabaron en encuentros hostiles (esta frase bien podría resumir el contacto entre colonos y nativos en la historia de los Estados Unidos desde Jamestown hasta hoy). Los indios sitiaron a los colonos e impidieron que salieran a cazar o pescar. Percy escribió:

«Ahora todos en Jamestown empezamos a sentir el agudo pinchazo del hambre que ningún hombre puede describir bien hasta que ha probado su amargura».

Percy tuvo que castigar a los que robaban para comer. No tardaron en quedarse sin los caballos y los cerdos que criaban en la colonia. Empezaron a comerse a los perros y gatos que hacían compañía en las casas del Nuevo Mundo. Las ratas y las serpientes acabaron por ser bocados codiciados. Algunos pusieron al fuego los cueros de zapatos y botas para poder masticarlos antes de engullirlos. Otros buscaron en los bosques cualquier alimaña y raíces salvajes y desconocidas. Allí fueron atacados por los indios y los asesinados no duraron más de tres días enterrados. Fueron exhumados y comidos. «Y algunos han lamido la sangre que ha caído de sus débiles compañeros».

En este catálogo de aflicción y miseria, George Percy contó la misma historia que los fugitivos del Swallow. Uno de los colonos mató a su mujer embarazada y la saló para comérsela. Ante la sospecha de esta atrocidad, registraron su casa en busca del cuerpo desmembrado. El supuesto asesino y caníbal fue colgado de los pulgares con pesos en las piernas durante un cuarto de hora. Confesó. Percy lo sentenció y fue quemado vivo.

John Smith también mencionó el mismo suceso en su Historia general de Virginia, Nueva Inglaterra y las islas de verano. No estuvo presente en Jamestown durante aquel fatídico invierno, pero recopiló información sobre el asunto y se atrevió a frivolizar: «Tan grande era nuestra hambre, que a salvaje que matábamos y enterrábamos, los más pobres lo desenterraban y se lo comían, y así unos a otros se hervían y guisaban con hierbas y raíces. Y uno entre los demás mató a su mujer, la saló y se había comido parte de su cuerpo antes de que se supiera, por lo que fue ejecutado, como bien merecía. Ahora bien, si estaba mejor asada, hervida o a la barbacoa, no lo sé, pero nunca he oído hablar de un plato de esposa con sal».

Las duras condiciones sufridas por los colonos de Jamestown se vieron reflejadas por un grupo de supervivientes que escribieron Una breve declaración de la plantación de Virginia durante los primeros doce años hasta este tiempo presente. En ella se repite el mismo drama con algunos detalles tétricos. Contaban que el hambre les obligó a consumir cualquier alimaña o carroña:

«O cualquier otra cosa que encontráramos creciendo en el suelo, eso llenaría la boca o el vientre. Y fuimos llevados, a partir de un hambre insoportable, a comer aquellas cosas que la naturaleza más aborrecía, como la carne y los excrementos del hombre, tanto de nuestra propia nación como de un indio, sacado por algunos de su tumba después de haber estado enterrado tres días y lo devoraron por completo. Otros, envidiando el mejor estado del cuerpo de cualquiera a quien el hambre aún no había consumido tanto como el suyo, acechaban y amenazaban con matarlos y comérselos».

Cráneo y reconstrucción de Jane - Historic Jamestown

Y DE COMER: LA PEQUEÑA JANE

El canibalismo siempre ha sido un tema difícil de tratar para los historiadores. Muchas veces fue una práctica atribuida a los nativos americanos para evidenciar su carácter salvaje frente a los civilizados europeos. El propio John Smith culpa únicamente a los más pobres de Jamestown de haber cometido este acto tabú. Por ello se suelen tomar con escepticismo las menciones al canibalismo que encontramos en fuentes como las cartas y diarios de George Percy y John Smith. Sin embargo, un equipo de arqueólogos del Instituto Smithsonian de Washington encontró en 2012 parte de un cráneo con claras señales de canibalismo.

Los restos hallados en Jamestown pertenecieron a una niña de 14 años que, tras morir, fue desmembrada y las marcas en la superficie ósea demuestran que le sacaron el cerebro y cortaron la carne de la cara para su consumo. Aunque no pudieron determinar la causa de la muerte de la joven, el hallazgo demuestra que hubo canibalismo durante el invierno de 1609-1610 en Jamestown.

Este fue el germen de lo que terminaría siendo los Estados Unidos de América, pues, a pesar de las penurias vividas, la colonia sobrevivió. Una nueva mezcla de tabaco se convirtió en el cultivo que salvó a Jamestown y la colonia prosperó hasta 1699, cuando se abandonó en favor de Williamsburg como capital colonial de Virginia. En la actualidad, Jamestown es un Parque Histórico Nacional Colonial en el que se muestran exposiciones sobre la primera colonia inglesa permanente en América y se llevan a cabo trabajos de arqueología y preservación del yacimiento para su estudio. Una de las muestras más llamativas del lugar es el cráneo de «Jane» con los cortes de haber sido comida.

Invierno fatídico en Jamestown - Fran Navarro / Midjourney

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