Hay preguntas que, por simples, rozan lo desconcertante: ¿por qué algunas mujeres viven tantas décadas después de su última ovulación? ¿Qué sentido evolutivo tiene sobrevivir a la propia fertilidad? En un mundo natural donde la mayoría de los seres vivos mueren poco después de reproducirse, la existencia de la abuela humana es una rareza. Rareza que, según la ciencia, pudo ser uno de nuestros mejores logros evolutivos. En este número de Muy Interesante nos sentamos al fuego de la historia, junto a Lucy y sus descendientes, para descubrir la hipótesis de la abuela: la idea revolucionaria de que la longevidad humana se construyó gracias a la cooperación, al cuidado compartido y a la generosidad de las generaciones mayores. Porque detrás de cada nieto bien alimentado hubo, miles de años atrás, una mujer posmenopáusica que ya no criaba hijos propios, pero sí recogía frutos, tubérculos y conocimientos para sostener a su clan. Dice un proverbio africano que «para criar a un niño hace falta una aldea» y, a veces, esa aldea empieza en la abuela. Este número es una invitación a pensar juntos: ¿cómo llegamos hasta aquí?, ¿qué nos hizo humanos?, ¿qué nos mantendrá humanos en un mundo cada vez más tecnológico? Quizá la respuesta esté, otra vez, en compartir: genes, comida, historias, saber, cuidados… y páginas como estas, que celebran la ciencia de la vida. Buena lectura.
Abuelas ¿el secreto evolutivo de la humanidad?
El día avanzaba y las mujeres no regresaban. Se habían ido a recolectar comida hacía horas, muchas más de las que dedica a esta tarea el resto de su comunidad. Finalmente aparecieron cargadas de frutos, raíces y tubérculos. No se perdieron a diario y tampoco se entretuvieron por el camino ese día ni tantos otros en los que hicieron lo mismo.
La antropóloga Kristen Hawkes estaba investigando los hábitos de forrajeo de los hadza y asistía intrigada a la laboriosidad de las mujeres mayores, cuyas jornadas de forrajeo se alargaban a medida que cumplían años e incluían los trabajos más afanosos. Hawkes prestó atención a lo que hacían a su regreso y entendió que aquello estaba conectado con sus propias observaciones del pasado, aquellas que le permitieron concluir que los niños hadza consiguen solos la mitad de su comida. Tuvieron que pasar algunos años para que Hawkes y su equipo descubrieran lo que conectaba las prácticas de los niños y las de sus abuelas, que a su regreso compartían la comida con sus nietos.
Has leído un extracto del artículo de portada, escrito por Virginia Mendoza Benavente. Para seguir leyendo, puedes comprar el número 531 de Muy Interesante en un quiosco de prensa o por internet.

Reportajes
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- Abuelas ¿el secreto evolutivo de la humanidad?, por Virginia Mendoza Benavente
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