La roca no siempre guarda silencio. En 2010, durante una explosión controlada en una cantera de caliza cerca de la ciudad siria de Afrin, emergieron dos bloques que contenían algo inesperado: los restos de una tortuga marina fosilizada. El propietario de la cantera, consciente de su posible importancia, los entregó a las autoridades geológicas locales. Sin embargo, el fósil pasó más de una década almacenado sin ser analizado, hasta que un equipo internacional logró finalmente examinarlo. El resultado no solo confirmó su valor, sino que lo elevó a una de las piezas más significativas de la paleontología reciente.
Se trata de una nueva especie extinta de tortuga marina que ha sido formalmente descrita en el artículo científico publicado en Papers in Palaeontology. Llamada Syriemys lelunensis, no solo representa el primer fósil vertebrado descrito científicamente en Siria, sino que también extiende en más de 10 millones de años el origen evolutivo de un grupo de tortugas marinas extintas conocido como Stereogenyini. Lo que empezó como un hallazgo olvidado, hoy se convierte en una pieza clave para entender la historia de estos reptiles y el pasado geológico del Mediterráneo.
Una tortuga, un país y una historia pendiente de contar
El fósil fue descubierto en la cantera de Al-Zarefeh, en el flanco occidental del monte Semaan, una zona hoy árida, pero que en el Eoceno temprano —hace unos 50 millones de años— estaba sumergida bajo un mar poco profundo y cálido. La tortuga, hallada en dos partes, fue entregada a la Dirección General de Geología y Recursos Minerales (GEGMR) en Alepo. Allí permaneció en exhibición hasta 2023, cuando el geólogo Hassan Naser notificó su existencia a Wafa A. Alhalabi, paleontóloga sirio-brasileña del equipo de investigación.
“El nuevo material descrito representa no solo la primera tortuga fósil bien diagnosticada de Siria, sino también la primera nueva especie de un vertebrado extinto descrita para el país”, señalan los autores en el artículo. La importancia del descubrimiento no se limita al ámbito zoológico: abre una vía científica en un país devastado por años de conflicto, y pone en valor la conservación del patrimonio fósil, incluso en circunstancias extremas.
El estudio forma parte de un proyecto más amplio titulado Recovering Lost Time in Syria, que busca recuperar materiales paleontológicos recolectados antes de la guerra y jamás investigados. La ciencia, en este caso, no es solo conocimiento, sino también reconstrucción de memoria.

Un linaje antiguo de tortugas de cuello lateral
Syriemys lelunensis pertenece al grupo de las tortugas de cuello lateral, conocidas como pleurodiras, y más concretamente a la subfamilia extinta Stereogenyini, que vivía en ambientes costeros o marinos. A diferencia de las tortugas actuales de este grupo —que son de agua dulce y habitan en Sudamérica, África y Madagascar—, los Stereogenyini eran marinos y se han hallado fósiles suyos en América, África, Asia y el Caribe.
La nueva especie destaca por tener características únicas en su caparazón y esqueleto, como siete huesos neurales que se extienden al menos hasta el séptimo hueso costal, un hueso nucal estrecho en su borde anterior y una escotadura anal poco profunda formada por procesos xifiplastrales cortos. Estas tres características son exclusivas de Syriemys lelunensis, lo que justifica su clasificación como nueva especie y género.
“Syriemys lelunensis puede ser asignada con confianza como un nuevo género y especie dentro del grupo”, afirman los autores. Esta asignación se ve reforzada por el análisis filogenético realizado, que ubica a esta especie como pariente cercana de Cordichelys antiqua, un fósil egipcio del Eoceno tardío. Esto significa que Syriemys es el miembro más antiguo confirmado de su grupo, y sitúa su origen al menos 10 millones de años antes de lo que se creía.

Un fósil completo y excepcionalmente conservado
El espécimen, registrado oficialmente como GEGMRD 0002, conserva un molde interno del caparazón, junto con partes del plastrón, la pelvis y ambos fémures. Las dimensiones del caparazón alcanzan los 53 cm de largo y 44 cm de ancho, con una forma ovalada que se estrecha ligeramente hacia la parte trasera. Gracias a la tomografía computarizada, fue posible reconstruir tridimensionalmente su anatomía interna con notable precisión.
La tortuga fue datada mediante el análisis de foraminíferos planctónicos, pequeños protozoos con caparazón, extraídos de la roca que rodeaba el fósil. Esto permitió situarla en el Eoceno inferior, concretamente en la parte superior de la zona bioestratigráfica P5 (entre 56 y 54,4 millones de años). Este nivel de precisión es poco común en paleontología y refuerza el valor del hallazgo.
Además de su antigüedad, la conservación del esqueleto es excepcional. La presencia de huesos pélvicos y fémures completos es inusual en tortugas fósiles, que suelen hallarse con el caparazón aislado. Este nivel de preservación permitió a los investigadores estudiar detalles funcionales como las articulaciones del fémur, que revelan diferencias notables con otras especies similares.

Una ventana al pasado marino de Siria
El hallazgo de Syriemys lelunensis aporta nueva información sobre la geografía y la evolución de los ecosistemas marinos del Paleógeno. Durante gran parte del Cretácico y hasta el Mioceno, la región del actual norte de Siria estuvo cubierta por aguas marinas. El registro fósil confirma que estos mares eran hogar de tortugas marinas especializadas, como la nueva especie descrita.
La hipótesis más respaldada por el equipo es que los Stereogenyini tuvieron un origen en la región mediterránea. Syriemys lelunensis, al ser el registro más antiguo y hallado en Siria, apunta a que esta zona pudo haber sido el centro inicial de diversificación del grupo, desde donde se dispersaron hacia África, el Caribe y el océano Índico.
Esta dispersión habría sido favorecida por las altas temperaturas y el nivel del mar durante el Eoceno, que crearon conexiones abiertas entre el mar de Tetis, el Atlántico y el Indo-Pacífico. Sin embargo, los análisis filogenéticos del artículo sugieren que estas migraciones no fueron eventos únicos, sino múltiples episodios de expansión a lo largo del tiempo.
Ciencia en tiempos difíciles
Uno de los aspectos más poderosos del estudio es el contexto humano y político en el que se enmarca. Siria lleva años enfrentando una situación extremadamente compleja, con impactos devastadores sobre la infraestructura científica. En ese escenario, sacar adelante una investigación paleontológica internacional es en sí mismo un logro extraordinario.
Wafa Alhalabi y su equipo reconocen en el artículo que la publicación del hallazgo demuestra que la ciencia sigue viva en Siria, incluso en medio de la adversidad. El proyecto Recovering Lost Time in Syria tiene como objetivo continuar esta labor, publicando materiales que han estado años olvidados en colecciones nacionales.
Más allá de la tortuga, este trabajo simboliza una forma de resistencia científica y cultural, una reivindicación del valor del conocimiento en circunstancias que normalmente lo condenan al silencio.
Referencias
- Wafa A. Alhalabi, Donato J. Martucci Neto, Gabriel S. Ferreira, Issam Bou Jaoude, Hassan M. Naser, Jouliana Ayoub, Lama Abboud, Rim Shati, Eduardo A. M. Koutsoukos, Max C. Langer. Recovering lost time in Syria: a new Eocene stereogenyin turtle from the Aleppo Plateau. Papers in Palaeontology. DOI: 10.1002/spp2.70026.