Esta presa de la Edad del Hierro en Jerusalén prueba cómo las poblaciones levantinas se adaptaron al cambio climático hace 2800 años

Un estudio reciente explora la importancia de la presa de Siloé y cómo su construcción impactó el desarrollo urbano de Jerusalén.
Presa
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto - Gestión de los recursos hídricos en la antigüedad

La datación radiocarbónica de la presa del estanque de Siloé (o Siloam) en Jerusalén constituye un avance fundamental en la arqueología del Próximo Oriente. Los investigadores han fechado su construcción hacia el año 800 a.C., en plena Edad del Hierro II, cuando las condiciones climáticas adversas golpearon el reino de Judá. Una serie de sequías prolongadas, unidas a las lluvias torrenciales, obligó a las poblaciones levantinas a desarrollar soluciones técnicas de gran envergadura que aseguraran el abastecimiento hídrico.

La importancia del agua en la fundación de Jerusalén

Ya desde sus orígenes, la historia de Jerusalén estuvo determinada por su proximidad al manantial de Gihón, situado en la ladera oriental de la llamada Ciudad de David. El agua, por tanto, fue un factor decisivo que determinó la elección del emplazamiento e influyó en el posterior desarrollo urbano de la ciudad. No obstante, la presión demográfica y las variaciones climáticas hicieron que el aprovisionamiento del manantial resultara insuficiente.

Aunque las campañas arqueológicas anteriores ya habían revelado algunos de los elementos de los sistemas hidráulicos antiguos, la ausencia de dataciones precisas impedía establecer una secuencia coherente. Gracias a los nuevos análisis radiocarbónicos, ahora es posible trazar la evolución de un sistema hidráulico construido en torno al 800 a.C., en el que la presa de Siloé ocupa un lugar central.

Siloam
Área de estudio. Fuente: Manuel Cimadevilla/Israel Antiquities Authority

La torre del manantial y los canales

Uno de los elementos clave del sistema se encuentra en la gran torre megalítica que protegía el manantial de Gihón. Aunque, en un primer momento, se había fechado en la Edad del Bronce Medio (hacia 1800 a.C.), los análisis recientes la sitúan entre el siglo X y el IX a.C. Esto la vincula directamente con las obras hidráulicas que se ejecutaaron en el siglo VIII a.C.

La torre estaba conectada con dos canales: el Canal II y el Túnel de Siloé. El primero conducía el excedente de agua hacia el sur, mientras que el segundo, excavado en un momento posterior, permitió que el agua fluyese de manera más eficiente. Aunque la cronología del túnel sigue siendo objeto de debate, los datos apuntan a que sustituyó al Canal II varias décadas después de la construcción de la presa.

Siloam
Ilustración de Siloam en The Holy Land, Syria, Idumea, Arabia, Egypt and Nubia, de David Roberts. Fuente: Wikimedia

Las dimensiones de la presa de Siloé

La presa que cerraba el valle del Tiropeón para formar un gran embalse fue, sin duda, el elemento de mayor carácter monumental del sistema. Con unas dimensiones estimadas de 19 metros de largo, 11 de alto y 10 de ancho, la presa constituye una de las infraestructuras hidráulicas más imponentes de la Jerusalén antigua.

Durante las excavaciones arqueológicas, se encontraron muros tanto de sección vertical como oblicua, unidos con un mortero en el que habían quedado atrapados fragmentos de paja y ramas carbonizadas. Estos restos orgánicos permitieron realizar dataciones radiocarbónicas de gran precisión. Los resultados de estos análisis son consistentes: la prese se construyó entre 809 y 792 a.C. La coincidencia de los resultados en diferentes muestras confirma que la presa se construyó en una sola fase, como parte de un ambicioso proyecto hidráulico.

Canal de irrigación
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

El estanque y la gestión del agua

El embalse formado por la presa de Siloé permitía acumular tanto el agua desviada del manantial como la procedente de las lluvias torrenciales que descendían por el valle. De este modo, la ciudad disponía de una reserva estratégica con la que hacer frente a los periodos de sequía. Además, la presa se integraba en un sistema hidráulico mayor que incluía canales, túneles y posibles cisternas, como la denominada Fosa L145. El conjunto, por tanto, revela una planificación comunal que respondía a las necesidades de una ciudad en crecimiento que debía gestionar, además, las tensiones políticas con los poderes vecinos.

El trasfondo climático: sequías y lluvias torrenciales

Los datos paleoclimáticos corroboran la relación entre el desarrollo de un sistema hidráulico complejo y las condiciones ambientales. Entre 850 y 800 a.C., el Levante experimentó un episodio conocido como el “mínimo solar homérico”, que alteró profundamente los patrones de lluvia.

Los registros del Mar Muerto, por ejemplo, muestran depósitos de halita que indican un clima más seco, mientras que las estalagmitas de la cueva de Soreq reflejan una fuerte reducción de las precipitaciones. La paradoja de este período, sin embargo, es que a las sequías prolongadas se sumaban episodios de lluvias intensas que provocaban inundaciones repentinas. Ante estas oscilaciones extremas, los reyes de Judá, probablemente Joás o Amasías, impulsaron la construcción de infraestructuras para almacenar el agua.

Construcción ficticia de una presa
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

La dimensión política y social de las obras hidráulicas

La ejecución del proyecto hidráulico de Siloé implicó la movilización de recursos humanos y materiales en gran escala, lo que solo pudo lograrse, según los estudiosos, gracias a una autoridad central fuerte. La presa simboliza tanto la capacidad de la monarquía de Judá para gestionar las crisis ambientales como la clara voluntad de afirmar su control sobre la población. La obra reflejaba, además, la importancia de Jerusalén como centro político y religioso. Al asegurar el suministro de agua, se garantizaba tanto la supervivencia de la ciudad como su prestigio frente a los poderes regionales.

Una respuesta eficaz a los problemas climáticos

La datación radiocarbónica de la presa del estanque de Siloé constituye un hito en la arqueología de Jerusalén. La construcción de esta obra monumental hacia el 800 a.C. muestra cómo las sociedades levantinas fueron capaces de responder de forma organizada a las consecuencias de una climatología adversa.

El estudio confirma que la interacción entre factores ambientales y humanos fue decisiva en la historia de la ciudad. La alternancia de las sequías y las lluvias torrenciales propició la construcción de un sistema hidráulico complejo que, a su vez, reforzó el poder político y la cohesión social. El caso de la presa de Siloé, por tanto, demuestra cómo la adaptación al clima funcionó como un motor de innovación tecnológica y organización política en el Levante.

Referencias

  • Regev, J., N. Szanton, F. Vukosavović, I. Berko, Y. Shalev, J. Uziel, E. Mintz, L. Regev y E. Boaretto. 2025. "Radiocarbon dating of Jerusalem’s Siloam Dam links climate data and major waterworks". Proceedings of the National Academy of Sciences of the U.S.A., 122.35: e2510396122. DOI: https://doi.org/10.1073/pnas.2510396122.

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