Hace apenas una década, llevar el teléfono al baño parecía extraño. Hoy, para muchos, es casi automático: abrir las redes sociales, leer las noticias o contestar mensajes mientras se está sentado en el inodoro. El móvil se ha convertido en compañero inseparable incluso en los momentos más íntimos. Lo que parecía una simple costumbre inofensiva ha comenzado a despertar la curiosidad de los científicos.
Los investigadores del Beth Israel Deaconess Medical Center, en Estados Unidos, se propusieron analizar si este hábito podía tener relación con un problema de salud muy frecuente: las hemorroides. Para ello, realizaron un estudio con adultos que acudían a colonoscopías de rutina y les preguntaron por sus costumbres en el baño, en especial el uso del smartphone.
El objetivo no era solo comprobar la frecuencia de este comportamiento, sino medir de forma objetiva su impacto. Por primera vez se evaluó la relación entre tiempo de uso del móvil en el inodoro y la presencia real de hemorroides, confirmadas mediante colonoscopía.

Qué hicieron los investigadores
El estudio incluyó a 125 participantes, con una media de edad cercana a los 58 años. Dos de cada tres personas confesaron usar el móvil mientras estaban en el baño. La mayoría lo hacía de manera habitual, al menos una o dos veces por semana, y más de la mitad reconoció que lo usaba casi siempre.
Para asegurar la precisión del diagnóstico, los investigadores revisaron los resultados endoscópicos y, además, un par de especialistas independientes analizaron imágenes de los exámenes.
Esto permitió confirmar con fiabilidad la presencia de hemorroides en casi la mitad de los participantes.
La información recopilada se combinó con otros factores que podrían influir en este problema, como la edad, el sexo, el índice de masa corporal, el consumo de fibra o la actividad física. El objetivo era aislar el papel específico del uso del smartphone en el baño.
Más tiempo en el inodoro, mayor riesgo
Los resultados fueron reveladores: quienes usaban el móvil en el inodoro pasaban más tiempo allí. Mientras solo el 7 % de los no usuarios permanecía más de cinco minutos, entre los usuarios de smartphone la cifra ascendía al 37 %. El móvil prolonga de forma inadvertida la estancia en el baño.
Este tiempo extra no parece un detalle menor. Los investigadores calcularon que, tras ajustar por otros factores, el uso del smartphone en el baño estaba asociado con un 46 % más de riesgo de presentar hemorroides. Es decir, el hábito por sí solo podría ser un factor de riesgo añadido.
Curiosamente, no hubo diferencias significativas en aspectos como el estreñimiento o el esfuerzo al evacuar entre usuarios y no usuarios. El problema no estaría en empujar más, sino en permanecer sentado demasiado tiempo.

Qué hacen las personas con el móvil en el baño
El estudio también preguntó qué actividades realizaban los participantes mientras estaban en el inodoro con el móvil en la mano. La respuesta principal fue leer noticias (54 %), seguida muy de cerca por revisar redes sociales (44 %). Otros mencionaron responder mensajes o simplemente navegar sin rumbo fijo.
Lo que todos estos comportamientos tienen en común es que absorben la atención y hacen que el tiempo pase volando. El entretenimiento digital prolonga un momento que antes era breve y funcional.
Esa prolongación, según el estudio, podría estar contribuyendo a aumentar la presión en las venas hemorroidales.
No todos los usuarios eran conscientes de ello. Solo un tercio reconoció que el móvil les hacía pasar más tiempo en el baño, lo que muestra que se trata de un efecto involuntario, casi invisible.
Por qué la postura importa
Los investigadores plantean que la clave no es simplemente estar sentado, sino estarlo en una posición concreta: la del inodoro. A diferencia de una silla o un sillón, esta postura no ofrece soporte al suelo pélvico. El peso recae directamente sobre las venas hemorroidales, aumentando la presión con cada minuto extra.
Este fenómeno explicaría por qué prolongar la estancia en el baño, incluso sin esfuerzo excesivo, puede favorecer la aparición o empeoramiento de las hemorroides.
Mientras tanto, otros factores clásicos como la falta de fibra, el embarazo o el sobrepeso siguen estando presentes, pero el smartphone podría haber añadido un nuevo elemento al listado.
De hecho, los investigadores recomiendan limitar el uso del móvil en el baño a menos de cinco minutos por visita, como una medida preventiva sencilla y de bajo coste. Un consejo práctico que puede ayudar a reducir riesgos sin necesidad de tratamientos complicados.

Lo que nos dicen estos hallazgos
El estudio tiene limitaciones: se trata de una investigación transversal, lo que significa que no puede demostrar causalidad directa, y se centró en adultos mayores de 45 años en un hospital estadounidense. Aun así, los datos ofrecen un panorama convincente y coherente con observaciones clínicas previas.
Lo interesante es que esta investigación conecta un hábito cotidiano y tecnológico con un problema de salud muy común. Lo que hacemos con el móvil, incluso en el baño, puede tener efectos inesperados en el cuerpo.
En un contexto donde el uso de pantallas sigue creciendo, este tipo de hallazgos abre la puerta a nuevas formas de prevención.
Para el público general, el mensaje es claro: cuidar los tiempos en el inodoro puede ser tan importante como mantener una dieta equilibrada o hacer ejercicio. Y para los profesionales de la salud, preguntar por el uso del móvil en el baño podría convertirse en un detalle relevante en la consulta.
Referencias
- Ramprasad, C., Wu, C., Chang, J., Rangan, V., Iturrino, J., Ballou, S., ... & Pasricha, T. (2025). Smartphone use on the toilet and the risk of hemorrhoids. PloS one. doi: 10.1371/journal.pone.0329983