Hace pocos días, se ha conocido el caso de Daniel, un niño sevillano que a la edad de apenas 12 años ha comenzado su formación en la universidad y cuyo propósito es ser ingeniero aeroespacial e ingresar en la NASA, tal y como recoge La Voz del Sur.
Desde pronto, sus padres se dieron cuenta de que Daniel, apasionado de las ciencias, se aburría en clase, por lo que valoraron en pasarle de curso, aunque finalmente no lo hizo por mantener su grupo de amigos, según ha informado el citado medio.

Ahora, acude como oyente a la asignatura de Química general y orgánica que imparte la Universidad Pablo de Olavide, gracias al visto bueno de su colegio y a un proyecto con la Asociación Española de Superdotados y con Talento, como ha señalado su madre al diario andaluz.
Según datos del Ministerio de Educación y Formación Profesional, durante el curso 2021-2022 en España, el alumnado que recibió apoyo educativo ligado a necesidades no consideradas dentro de las necesidades especiales ascendió a 554.426. De esa cifra, el 8,3 % (46.238) recibe una atención educativa diferente a la ordinaria debido a sus altas capacidades intelectuales.
En concreto, la mayoría de estos estudiantes se concentra en las etapas de educación primaria (17.975) y secundaria (20.571), según las estadísticas del Gobierno. En las enseñanzas postobligatorias las cifras son mucho más reducidas (6.711). Sin embargo, no todos están identificados.
Las comunidades autónomas con mayor porcentaje de alumnado valorado con necesidades específicas que recibe apoyo educativo (ya sea por altas capacidades intelectuales u otras necesidades) son Islas Baleares (17,8%), la Comunidad Foral de Navarra (17,3%) y la Región de Murcia (15,7%). En el otro extremo se sitúan Aragón (4,1%), la Comunidad de Madrid (6,9%) y el País Vasco (7,7%).

En España, el alumnado con necesidad específica educativa (que representa el 10 % del total), se clasifica en dos categorías: por una parte, el alumnado que presenta necesidades educativas especiales (por discapacidad auditiva, motora, intelectual, visual u otros trastornos); y, por otra, el alumnado con necesidad específica de apoyo educativo (por altas capacidades intelectuales, integración tardía en el sistema educativo español, retraso madurativo y trastornos del desarrollo del lenguaje o del aprendizaje).
Según el Ministerio de Educación, el alumnado valorado por sus altas capacidades intelectuales por equipos o servicios de orientación educativa recibe atención educativa a través de medidas específicas: adaptaciones curriculares de profundización o de ampliación del currículo, flexibilización del periodo de escolarización, y/o participación en programas extracurriculares de enriquecimiento.
Niños superdotados en todo el mundo
Sin embargo, el caso de Daniel no es el único. Alrededor del mundo hay muchos niños y niñas de corta edad, que han sido valorados como los más inteligentes del mundo. Por ejemplo, en 2023 se conoció la historia de Mahmoud Wael, un chaval egipcio que a los once años de edad (ahora tiene 24) ya se le consideró como el más inteligente del planeta pues alcanzaba un coeficiente intelectual (CI) de 155.
Su pasión por las ciencias, —en concreto, las matemáticas y la informática—, le permitió resolver complejos cálculos en segundos y desenvolverse sin problemas por las redes informáticas. Esta peculiar habilidad le ha llevado a convertirse en técnico del gigante tecnológico Microsoft.

También trascendió el caso de Teddy Hobbs, un niño británico de apenas cuatro años de edad que en 2023 sorprendió al mundo con sus habilidades para el lenguaje (conoce seis idiomas) o para leer literatura.
Dado que su coeficiente intelectual llegó a medir 139, pasó a formar parte de Mensa, un selecto club de prodigios fundado en 1947 en Reino Unido donde solo pueden ingresar personas con un CI mayor a 98 puntos de un total de 160.
Por su parte, la joven mexicana Adhara Maite Pérez, acaparó en 2022 la atención mediática al conocerse que con tan solo 11 años había emprendido su camino nada menos que hasta la NASA para cumplir su deseo de convertirse en astronauta. Esta niña logró alcanzar un CI de 162, superior al de grandes científicos como Stephen Hawking o Albert Einstein.

El joven Max Loughan, también fascinó en 2020 cuando explicó su teoría sobre la existencia de Dios y la forma en la que se manifiesta el mundo. Este chico estadounidense de 17 años se expresaba en estos términos: "Dios está en todos lados, pero no a través de la fe sino de las vibraciones. Se pueden aplicar las leyes de la física cuántica y astrofísica para comprobar lo dicho en la Biblia”.
¿Cómo son los niños con altas capacidades intelectuales?
Según los investigadores Adrián García-Ron y José Sierra-Vázquez, del Servicio de Pediatría del Hospital Infanta Cristina (Madrid) y el Centro Seta (Sevilla), “no existe una definición precisa del niño superdotado, ya que es una población muy diversa y su alta capacidad cognitiva puede expresarse de distintas formas (superdotación, talento y genio)”.
De hecho, buena parte de la bibliografía científica que hay al respecto, reconoce que un 3 % de la población posee una alta capacidad cognitiva, pero estas habilidades no se identifican lo suficiente. Por ello, una de las claves, según los autores, es la información aportada por los padres: “el conocimiento del desarrollo precoz de estos niños y el uso de cuestionarios puede ser suficiente para la identificación de una alta capacidad cognitiva”.

Generalmente, los niños superdotados suelen tener un desarrollo cognitivo temprano. Por ello, pueden aprender y procesar la información a un ritmo más rápido que los compañeros de su edad. Estas habilidades suelen manifestarse en áreas como el razonamiento lógico, la memoria, la creatividad o el rendimiento académico.
Referencias:
- Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes. ‘Estadística de las Enseñanzas No Universitarias. Alumnado con necesidad específica de apoyo educativo Curso 2021-2022' (2022)
- García-Ron, A; Sierra-Vázquez, J. ‘Niños con altas capacidades intelectuales. Signos de alarma, perfil neuropsicológico y sus dificultades académicas’. Anales de Pediatría Continuada, ELSEVIER (2011)