La humildad intelectual implica ser consciente y asumir las limitaciones y los prejuicios de lo que se sabe y de cómo se sabe. Esta característica requiere estar dispuesto a revisar los propios puntos de vista a la luz de pruebas sólidas.
Según el profesor de psicología Daryl Van Tongeren, del Hope College (Universidad de artes liberales, EE UU), en el plano interpersonal, la humildad intelectual significa controlar el ego para poder presentar las ideas de forma modesta y respetuosa.
“La humildad intelectual exige presentar tus creencias de forma que no estés a la defensiva y admitir cuando te equivocas. Implica mostrar que te preocupas más por aprender y preservar las relaciones que por tener ‘razón’ o demostrar superioridad intelectual”, explica.

Otra forma de entender la humildad, intelectual o de otro tipo, en palabras de este experto, es “adecuar la dosis necesaria para cualquier situación: ni presumir de saber demasiado (arrogancia), ni tampoco infravalorarse (poca autoestima)”.
En cualquier caso, el concepto de humildad intelectual cobra cada vez más importancia y los científicos han descubierto que puede tener beneficios de gran alcance, desde cómo abordamos el aprendizaje y respondemos a los fracasos, hasta cómo percibimos o somos percibidos por personas diferentes a nosotros.
¿Por qué la humildad intelectual puede ser una ventaja?
Para este experto, puede resultar difícil nadar contra las normas culturales que recompensan tener razón y castigan los errores. Por eso, desarrollar la humildad intelectual requiere un trabajo constante. En este sentido, la ciencia psicológica ha documentado numerosos beneficios.
En primer lugar, hay que tener en cuenta los avances sociales, culturales y tecnológicos que ha habido gracias a este tipo de humildad, según Van Tongeren. “Cualquier avance significativo en la medicina, la tecnología o la cultura se ha producido cuando alguien ha admitido que no sabía algo y, a continuación, ha perseguido apasionadamente el conocimiento con curiosidad y humildad. El progreso exige admitir lo que no se sabe y tratar de aprender algo nuevo”, afirma.

Asimismo, la humildad intelectual se ha vinculado con una mayor capacidad para resolver problemas de manera efectiva. Un artículo lanzado por el Journal of Research in Personality sugiere que las personas humildes son más propensas a considerar diferentes perspectivas y trabajar en equipo para encontrar soluciones, lo que contribuye a una mayor creatividad e innovación en entornos académicos y laborales.
A su vez, Van Tongeren considera que las relaciones sociales mejoran cuando las personas somos intelectualmente humildes. En este sentido, la evidencia científica también ha demostrado que la humildad intelectual está asociada con una mayor tolerancia hacia las personas con las que no se está de acuerdo.

Por ejemplo, un estudio publicado en el Journal of Positive Psychology sugiere que la humildad intelectual está relacionada con mayores niveles de empatía y compasión hacia los demás, lo que promueve una mejor comunicación y entendimiento entre unos y otros.
“Las personas intelectualmente humildes aceptan mejor a quienes tienen opiniones religiosas y políticas diferentes”, apunta. “Una parte fundamental de la humildad intelectual es la apertura a nuevas ideas, donde “la gente está menos a la defensiva ante perspectivas potencialmente desafiantes. Son más propensas a perdonar, lo que puede ayudar a reparar y mantener las relaciones”, añade el experto.

Por último, el profesor subraya que la humildad facilita el crecimiento personal. “Ser intelectualmente humilde te permite tener una visión más precisa de ti mismo. Cuando eres capaz de admitir y asumir tus limitaciones, puedes buscar ayuda en las áreas en las que tienes margen de crecimiento y eres más receptivo a la información”, remarca.
De hecho, “cuando te limitas a hacer las cosas como siempre las has hecho, pierdes innumerables oportunidades de crecimiento, expansión y novedad, cosas que te asombran, te maravillan y hacen que merezca la pena vivir. La humildad puede desbloquear la autenticidad y el desarrollo personal”, recalca.
Precisamente, se ha vinculado con una mayor capacidad para resolver problemas de manera efectiva. Un artículo lanzado por el Journal of Research in Personality sugiere que las personas humildes son más propensas a considerar diferentes perspectivas y trabajar en equipo para encontrar soluciones, lo que contribuye a una mayor creatividad e innovación en entornos académicos y laborales.

Sin embargo, a pesar de estos beneficios, a veces la humildad tiene mala reputación, según el experto. “La humildad intelectual no es falta de convicción; puedes creer algo firmemente hasta que cambias de opinión y crees otra cosa”, asegura.
“Tampoco es ser indeciso. Debes tener un listón muy alto en cuanto a las pruebas que necesitas para cambiar de opinión. Tampoco significa autodespreciarse o estar siempre de acuerdo con los demás. Recuerda que se trata de tener la dosis adecuada de humildad, sin infravalorarte”, concluye.
Referencias:
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