La pereza: por qué saber aburrirnos nos hace mejores, según la ciencia

Algunos estudios científicos han revelado lo que sucede en nuestro cerebro cuando no hacemos nada.
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El aburrimiento puede parecer incómodo y poco productivo, pero según la ciencia, puede ser beneficioso para nuestra salud mental y creatividad. Y es que, cuando no estamos constantemente ocupados, nuestro cerebro tiene la oportunidad de descansar y procesar información de manera diferente.

Entre las razones que alegan los detractores de la holgazanería, se encuentra por ejemplo la pérdida de tiempo. Sin embargo, parece ser todo lo contrario. El simple hecho de no hacer nada estimula la creatividad y fomenta la reflexión, algo que ha corroborado la evidencia científica.

La pereza: por qué saber aburrirnos nos hace mejores, según la ciencia - Getty Images/iStockphoto

En concreto, cuando no estamos distraídos por tareas específicas, nuestra mente puede vagar y conectar ideas de manera novedosa. Y esto nos conduce inevitablemente a la generación de nuevas ideas y soluciones creativas a los problemas.

Además, según los expertos, muchas veces el aburrimiento es un tiempo que se dedica a reflexionar sobre nuestras vidas, metas y prioridades. Nos permite evaluar dónde estamos y hacia dónde queremos ir.

La pereza: por qué saber aburrirnos nos hace mejores, según la ciencia - iStock - Cristian Casenelles

Precisamente de este asunto habla el científico estadounidense Andrew Smart en su libro ‘El arte y la ciencia de no hacer nada’. Aquí, el autor presenta, desde una perspectiva científica, cómo el cerebro humano permanece activo incluso cuando no está concentrado en una tarea específica.

De hecho, argumenta que el cerebro bulle de actividad cuando se supone que está en reposo. Y no solo eso, sino que, además, según Smart, la “multiactividad” se considera perjudicial para el cerebro, ya que este necesita períodos de ocio para ser creativo.

Otros investigadores han ido más allá, al plantear que los perezosos podrían ser más inteligentes que el resto. En 2015, un estudio publicado en Journal of Health Psychology, respaldaba la idea de que las personas con alto coeficiente intelectual se aburren con menos facilidad, lo que los lleva a dedicar más tiempo a pensar.

Los investigadores incluso acuñaron un término sofisticado para la pereza, al denominarla como “necesidad de cognición”. Las personas que tienen este rasgo buscan formas estructuradas y razonadas de ver el mundo, y a menudo, persiguen actividades que proporcionan una intensa estimulación mental, como juegos de ingenio, lluvia de ideas o debates.

La pereza: por qué saber aburrirnos nos hace mejores, según la ciencia - Getty Images

Asimismo, argumentan que muchos pensadores sumamente críticos (es decir, personas con una gran “necesidad de cognición”) de alguna manera se preocupan por reducir el desgaste que conlleva una determinada actividad y prefieren utilizar procesos eficientes.

En este sentido, los científicos llevan décadas intentando explicar el enigmático funcionamiento del cerebro. En 2001, un grupo de investigadores comandado por Marcus Raichle descubrió que cuando no hacemos nada estando despiertos, se produce una gran actividad cerebral.

En concreto, los investigadores observaron que, durante el estado de vigilia en reposo, la proporción de oxígeno utilizado por el cerebro es notablemente uniforme. Esto significa que el cerebro consume oxígeno a un ritmo constante en este estado.

La pereza: por qué saber aburrirnos nos hace mejores, según la ciencia - Antonio Diaz - iStock

Utilizando técnicas avanzadas de imagen cerebral, como la tomografía por emisión de positrones (PET) y la resonancia magnética funcional (fMRI), los autores mapearon la distribución de la proporción de oxígeno utilizado por el cerebro en diferentes regiones del mismo. En efecto, detectaron que las áreas de activación cerebral eran prácticamente inexistentes.

No obstante, se dieron cuenta que había aumentos en esa proporción de oxígeno en ciertas áreas del sistema visual, lo que indicaría una desactivación relativa en estas regiones durante el estado basal (esto es, el nivel mínimo de energía que una persona necesita para realizar funciones vitales en reposo, como la respiración o la circulación sanguínea).

Todo ello sugiere la existencia de un modo de función cerebral por defecto, que se suspende durante acciones dirigidas a actividades específicas. En otras palabras, hallaron la existencia de una red neural que se pone en funcionamiento cuando no hacemos nada y queda 'latente' cuando nos mantenemos ocupados.

Los beneficios de holgazanear

Con respecto a la pereza, el científico Jack Lewis, afirma en su libro La ciencia del pecado que es “una fuerza del mal” cuando invita a la gente a eludir sus obligaciones, pero en otras ocasiones puede ser vital. 

No en vano, la neurociencia considera que la pereza puede estar relacionada con ciertas áreas del cerebro asociadas con la toma de decisiones y la motivación.

La pereza: por qué saber aburrirnos nos hace mejores, según la ciencia - Getty Images

Otro de los beneficios de la pereza, -uno de los siete pecados capitales para la tradición cristiana-, es que mejora la atención, según los expertos. Esto es porque, tras un período de aburrimiento, nos enfocamos mejor en las tareas que tenemos por delante pues el cerebro ha tenido la oportunidad de descansar y recargar energías.

Al mismo tiempo, se considera que aburrirse promueve la autorreflexión, fomenta la independencia (en el sentido de que nos invita a buscar actividades para entretenernos por nuestra cuenta) o nos ayuda a sentirnos más cómodos con la incertidumbre o la falta de control.

Referencias:

  • Raichle ME, MacLeod AM, Snyder AZ, Powers WJ, Gusnard DA, Shulman GL. A default mode of brain function. Proc Natl Acad Sci U S A. 2001 Jan 16;98(2):676-82. doi: 10.1073/pnas.98.2.676. PMID: 11209064; PMCID: PMC14647.
  • Lewis, J. 'La ciencia del pecado. Por qué hacemos cosas que sabemos que no deberíamos hacer' (2024)

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