A menudo se cree que en las alturas hay menos oxígeno disponible, pero la realidad es que el porcentaje de oxígeno en la atmósfera se mantiene constante con independencia de la altitud. Sin embargo, lo que realmente cambia es la presión atmosférica. Es este el factor detrñas del soroche o mal de altura.
El efecto de la altitud en la presión atmosférica
Constancia del porcentaje de oxígeno en la atmósfera
En realidad, no es que en las cumbres haya menos oxígeno. El porcentaje de este gas en el aire permanece constante en toda la atmósfera: sea al nivel del mar o en las cimas de las montañas, siempre es del 21%.
Disminución de la presión atmosférica con la altitud
Lo que ocurre es que cuanto más alto ascendemos, menos masa de aire tenemos encima de la cabeza y, por tanto, menos presión, que es la fuerza que necesitan los pulmones para poder absorber ese aire – y con él, el oxígeno– a través de la tráquea.
Comparación de la presión en el Everest y al nivel del mar
En la cima del Everest, situada a 8.848 metros de altitud sobre el nivel del mar, la presión es de 0,33 atmósferas, dos tercios menos que en la costa, donde la presión atmosférica es de 1 atmósfera.

Impacto en el cuerpo humano a grandes alturas
Dificultades para la absorción de oxígeno en los pulmones
En esas condiciones, el aire apenas entra en los pulmones, y los alvéolos no reciben el oxígeno que precisan para incorporarlo al torrente sanguíneo y suministrarlo a los músculos y a los otros órganos del cuerpo. Esa carencia es la que produce el famoso soroche o mal de altura.
Síntomas del mal de altura o soroche
A partir de los 2.500-3.000 metros de altitud, el mal de altura se traduce para muchas personas en cansancio extremo, dolor de cabeza, mareos, digestión lenta, náuseas, taquicardia y, en los casos más graves, edema pulmonar y hasta infarto de miocardio.
Cansancio, dolor de cabeza y taquicardia
El cansancio extremo y el dolor de cabeza son algunos de los primeros signos de que el cuerpo está luchando por adaptarse a la altitud. La taquicardia, o aumento del ritmo cardíaco, ocurre porque el corazón intenta compensar la falta de oxígeno bombeando más sangre.
Mecanismos de adaptación a altitudes extremas
Uso de oxígeno suplementario por alpinistas
Por estos motivos, la mayoría de los alpinistas que suben ochomiles utilizan botellas de oxígeno suplementario.
Proceso de aclimatación y producción de hemoglobina
Además, antes de atacar la cima pasan unas semanas de aclimatación entre 3.000 y 6.000 metros. De esa forma, el cuerpo aumenta la producción de hemoglobina, la proteína que transporta el oxígeno desde los pulmones hasta los tejidos a través de los glóbulos rojos.

Estrategias de prevención y tratamiento del mal de altura
Importancia del ascenso gradual
Una de las estrategias más efectivas para prevenir el mal de altura es realizar un ascenso gradual. Al permitir que el cuerpo se adapte lentamente a la disminución de oxígeno, se reduce el riesgo de desarrollar síntomas severos. Se recomienda no aumentar más de 300 a 500 metros de altitud por día y pasar tiempo en altitudes intermedias antes de continuar ascendiendo.
Uso de medicamentos para síntomas leves y graves
En caso de presentar síntomas leves de mal de altura, detener el ascenso y descansar puede ser suficiente. Sin embargo, para síntomas más severos, se pueden utilizar medicamentos como la acetazolamida y la dexametasona, que ayudan a aliviar los síntomas y mejorar la capacidad del cuerpo para adaptarse. Estos fármacos deben ser utilizados bajo supervisión médica, ya que pueden tener efectos secundarios y no son adecuados para todos los individuos.
Descenso a altitudes más bajas como tratamiento principal
El tratamiento más efectivo para los casos graves de mal de altura es descender a altitudes más bajas. Al hacerlo, la presión atmosférica aumenta, lo que facilita la absorción de oxígeno por los pulmones. En situaciones críticas, el descenso inmediato es esencial para prevenir complicaciones graves como el edema cerebral o pulmonar. Además, el uso de oxígeno suplementario durante el descenso puede ser beneficioso para estabilizar a la persona afectada.
Complicaciones del mal de altura
Edema cerebral de las alturas (HACE)
El edema cerebral de las alturas, o HACE, es una complicación grave del mal de altura que ocurre cuando el cerebro se hincha debido a la falta de oxígeno. Los síntomas incluyen confusión, pérdida de coordinación y, en casos extremos, coma. El tratamiento inmediato incluye el descenso a altitudes más bajas y la administración de oxígeno y dexametasona para reducir la inflamación cerebral.
Edema pulmonar de gran altitud (HAPE)
El edema pulmonar de gran altitud, o HAPE, se caracteriza por la acumulación de líquido en los pulmones. Puede ser mortal si no se trata a tiempo. Los síntomas incluyen tos, dificultad para respirar y una sensación de opresión en el pecho. El tratamiento principal es el descenso inmediato a altitudes más bajas, junto con la administración de oxígeno si está disponible.
Medidas de emergencia: oxígeno y descenso inmediato
En situaciones críticas donde el mal de altura ha progresado a complicaciones severas como HACE o HAPE, las medidas de emergencia son esenciales. El suministro de oxígeno suplementario puede estabilizar temporalmente al afectado, pero el descenso inmediato a una altitud más baja es crucial para la recuperación. En casos donde el descenso no es posible, el uso de una bolsa hiperbárica puede simular condiciones de menor altitud y proporcionar alivio temporal.

Factores de riesgo y susceptibilidad individual
Rapidez de ascensión y altura inicial
La rapidez con la que se asciende a altitudes elevadas es un factor de riesgo significativo para el desarrollo del mal de altura. Un ascenso demasiado rápido no permite que el cuerpo se aclimate adecuadamente, lo que aumenta la probabilidad de experimentar síntomas. Además, la altura inicial desde la que se comienza el ascenso también influye en la susceptibilidad al mal de altura. Las personas que viven a nivel del mar pueden ser más propensas a experimentar síntomas en comparación con aquellas que residen en altitudes intermedias.
Variabilidad en la respuesta del cuerpo al mal de altura
La respuesta del cuerpo al mal de altura varía considerablemente entre individuos. Factores como la genética, la condición física y la experiencia previa en altitudes elevadas pueden influir en cómo una persona reacciona a la disminución de oxígeno.
Referencias
- Santos-Martínez, Luis E., et al. "Exposición crónica a la altura. Características clínicas y diagnóstico." Archivos de cardiología de México 91.4 (2021): 500-507. doi: 10.24875/ACM.20000447
- Tinoco Solórzano, Amilcar. "Edema pulmonar de altura o mal de altura." Revista Finlay 8.4 (2018): 256-257. URL: https://revfinlay.sld.cu/index.php/finlay/article/view/664