El carnaval es esa fiesta alocada en la que uno puede ser, durante un corto periodo de tiempo, lo que quiera ser. Etimológicamente hablando, y según la Real Academia Española, el término ‘carnaval’ procede del italiano ‘carnevale’ y este de la palabra latina ‘carnem levare’. En ambos casos, la palabra se compone de ‘carne’ (carne) y el verbo ‘levare’ (quitar) por lo que literalmente se puede traducir como “quitarse la carne”; aunque sería más preciso interpretarlo como “despedirse de la carne”. Esta celebración es típica de países con tradición cristiana y está fuertemente relacionada con la época de Cuaresma. Actualmente se ha extendido a casi todo el mundo y destacan los casos de Río de Janeiro (Brasil) o el de Santa Cruz de Tenerife (España).
La Edad Media europea se caracterizó por el control y la enorme difusión de la Iglesia Católica en la vida política y privada de todas las clases sociales. Durante el tiempo de Cuaresma, por ejemplo, la población debía guardar un ayuno voluntariamente impuesto y un celibato del mismo tipo durante los 40 días correspondientes. El carnaval surgió precisamente como una forma de coger fuerzas antes de la Cuaresma. La celebración, de carácter popular, se centraba en realizar grandes banquetes centrados en el consumo de carne y dejarse llevar por otro tipo de excesos, de carácter sexual en muchos casos, que agotara sus ansias y les permitiera resistir durante la Cuaresma. El sentido de “despedida de la carne” hace referencia tanto al alimento como al cuerpo humano, dos de las tentaciones a las que se renunciaban.
Su origen parece tener dos fuentes probables dentro del Imperio Romano con pieles de animales.
Estas fiestas fueron adaptadas al cristianismo conforme la religión de la Iglesia se extendía y solo se puede ver su conexión con el actual carnaval en algunos pequeños detalles. Sin embargo, el verdadero florecimiento de esta fiesta se produjo durante la Edad Media, una festividad religiosa en la que se debía respetar el ayuno propio y la abstinencia sexual, por lo que su finalidad era conceder al pueblo llano una última alegría antes de esa penitencia impuesta.
El carnaval solía tener una duración de tres días y en ellos se celebraban grandes banquetes que cualquier otra del año y es muy probable que esta fuese una práctica habitual en el resto de Europa.
En el siglo XVII, el carnaval de Venecia cobró especial esplendor por su trabajada ornamentación y el uso de máscaras se hizo cada vez más común. Estas permitían dejar a un lado las distinciones sociales y que la nobleza pudiese mezclarse libremente con el pueblo llano. Otro posible uso para estas máscaras era, precisamente, ocultar la identidad y que no se supiera quién era el “pecador”.